El asentamiento en las dos riberas del Iardén (Jordán) genera tensión y una verdadera sospecha de una división en el pueblo. En nuestro capítulo, la guerra es evitada, pero ¿acaso ese estado será mantenido…?
Inmediatamente después de finalizada la conquista de la tierra y el reparto de las heredades, en el punto frágil en el cual el pueblo pasa del objetivo compartido de la conquista al asentamiento tribal, el pueblo de Israel se halla al borde de una guerra civil. Los hijos de Reubén, Gad y media tribu de Menashé deciden construir “un altar imponente a la vista” (Versículo 10) sobre el Iardén, y el resto de las tribus de Israel consideran esta construcción particular como una amenaza a la centralidad del Mishkán (Tabernáculo) y el estatus de los Cohanim.
Es por ello que se inició un aprestamiento militar-“Se juntaron toda la congregación de los hijos de Israel en Shiló, para ir a pelear contra ellos” (Versículo 12), y fue enviada una comitiva de dignatarios encabezada por Pinjás hijo de Eleazar el Cohen.
La tensión llegó a su máximo nivel: ¿Cómo habrá de actuar Pinjas, aquel que vindica la palabra de Dios? ¿Acaso habrá de iniciar la guerra a fin de erradicar la idolatría de la tierra? Para fortuna de la congregación de Israel, Pinjás decidió investigar la iniciativa de la construcción del altar, y se dirigió con duros conceptos a las dos tribus y media: “¿Qué es esta traición que han cometido contra el Dios de Israel? (Versículo 16).
Los hijos de las dos tribus y media respondieron que no tenían la intención de erigir un altar en reemplazo del Mishkán y que el objetivo del altar no era el de dividir al pueblo o realizar idolatría, sino unificar al pueblo asentado en las dos riberas del Iardén alrededor del servicio a Dios compartido-“ Sino para que sea un testimonio entre nosotros y ustedes, y para las generaciones que vendrán después de nosotros, de que podemos hacer el servicio del Eterno delante de Él “ (Versículo 27).
Esta respuesta le es suficiente a Pinjás y a los dignatarios, y las tribus de Israel se retractan del plan de guerra contra las tribus asentada en la parte oriental del Iardén. ¿Acaso es así como concluye el episodio? A partir de una observación detenida en el libro Shoftim parece ser que el episodio tan solo acaba de comenzar:
1. En el cántico de Dvorá encontramos una dura crítica contra los habitantes de la parte oriental del Iardén: “¿Por qué te quedaste entre los rebaños, para oír los chiflidos de los pastores? De las divisiones de Reubén grandes fueron sus reflexiones, Guilad, habitó del otro lado del Jordán (Shoftim, capítulo 5, versículos 16-17). Los hijos de Reubén como así también los habitantes de Guilad, permanecieron en la ribera del Iardén y no se unieron al esfuerzo bélico.
2. A continuación, Guidón (Shoftim capítulo 8) le solicita alimento y ayuda para sus combatientes cansados a los hombres de Sucot y Penuel, y éstos se niegan a prestarle ayuda. En respuesta, tras vencer a los Midianim, Guidón les asesta un duro golpe a los hombres de Sucot y de Penuel.
3. Después que Iftaj el Guiladita (Shoftim capítulo 12) vence a los hijos de Amón, se abre un nuevo frente contra los hijos de Efraim. Dicha rivalidad concluyó con una batalla sangrienta, en la que murieron 42.000 de los hijos de Efraim.
4. Al final del libro Shoftim, los hombres de Yavesh Guilad no se unieron al resto de las tribus de Israel en su guerra contra los hijos de Biniamín. En respuesta, el pueblo masacró a los hijos de Guilad y tomaron a sus hijas (Shoftim capítulo 21)
Y nosotros quedamos intrigados: ¿Qué es lo que provocó la dolorosa división del pueblo de Israel? ¿El solo hecho de establecerse en la parte oriental del Iardén? ¿Tal vez fue la construcción del altar sobre el Iardén? ¿O tal vez el enérgico ataque de las tribus contra la iniciativa ingenua de los hijos de Reubén, Gad y media tribu de Menashé, es lo que abrió la herida que sangró a lo largo de las generaciones?
Editado por el equipo del sitio del Tanaj.
Gentileza del sitio VBM de la Academia Rabínica “Har Etzion”.