Ajaziá se apegó a Baal Zvuv y admiraba la respuesta del dios extraño, mientras que el profeta israelita que le hablaba en nombre de Dios, lo enojaba y por ello lo rechazaba. En contraste con su padre Ajav, Ajaziá cruzó todas las líneas y se inclinó hacia el otro lado, adoró al Baal y se convirtió en su servidor.
Ajaziá continuó en la senda de sus padres, Ajav e Izevel, y por ende, sintió el impacto de la profecía de Eliahu y Mijaiahu sobre la pérdida de la Casa de Ajav. Fue castigado y sorpresivamente cayó a través de la reja, resultó gravemente herido y agonizaba, y a pesar de ello, no llegó a las conclusiones necesarias, no supeditó su enfermedad a la profecía de Eliahu y a la mano de Dios que aparecía. No se despertó para arrepentirse de su accionar, por el contrario, se dirigió a consultarle a Baal Zvuv. Eso representó una burla y una herejía obstinada en la palabra de Dios.
Ajaziá se apegó al distante Baal Zvuv y se anuló ante los sacerdotes de la ciudad filistea de Ekrón. La respuesta del dios pagano era admirada por él, sus sacerdotes eran bien recibidos y confiables, mientras que el profeta israelita más próximo que le habló en nombre de Dios, lo enojó y lo rechazó. Es por ello que Eliahu ordenó detener a sus enviados y comunicarle su terrible muerte, a menos de dos años de su reinado y sin un hijo heredero. Los enviados de Ajaziá se mostraron muy impresionados por la aparición del hombre de Dios, a tal punto que aunque no lo conocían y ni siquiera sabían su nombre, retornaron en medio del camino y le transmitieron su palabra a Ajaziá. Justamente Ajaziá, quien conocía a Eliahu no se mostró impresionado, intentó luchar contra el profeta, y de ese modo, anular la palabra de Dios que traía en su boca.
Ajaziá envió a un capitán a cargo de 50 hombres con su batallón a fin de traer a Eliahu, aparentemente, para juzgarlo y castigarlo. Ajaziá no se asustó incluso después de que el fuego consumiera al capitán y sus 50 hombres, y envió otro batallón. Los integrantes de este batallón también hablaron duramente con Eliahu, y de ese modo expresaron el espíritu de las órdenes que les habían transmitido. Ajaziá echó de menos a la profecía y destacó su poderío militar, trató de mostrar su superioridad sobre el profeta y su capacidad para ejercer el dominio sobre él.
En cierto sentido, la rebelión de Ajaziá contra la palabra de Dios, es aún más grave que la de su padre Ajav. Los profetas fueron perseguidos bajo el auspicio de Ajav, y él enfrentó enérgicamente a Eliahu y lo llamó “Ojer Israel”,” el que arruina a Israel”, pero nunca negó el poder de su profecía. Estaba de los dos lados, pero también sabia arrepentirse y retornar a la buena senda a partir de la reprimenda del profeta y su decreto. A diferencia de ello, su hijo Ajaziá, cruzó todas las líneas y se pasó al otro lado, adoró al Baal y se convirtió en su servidor.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído del libro “Mikdash Melej-Iyunim beSefer Melajim”, de ediciones Midreshet Hagolán.