Las fuentes históricas indican acerca de la “transformación” que experimentaron los persas. Tras vencer a los atenienses, los griegos le dieron batalla a los persas y los derrotaron. Pero la ciudad de Shushán estaba perpleja. ¿Acaso existe algún nexo con nuestro relato?
Según muchos de los Midrashim, Ierushalaim y el Gran Templo aún no habían sido construidos en el período de la Meguilá, el libro de Ester, y Ajashverosh, que aparece mencionado en la misma, precedió a Koresh (Ciro). No obstante, esta es una postura muy compleja al nivel de la literalidad histórica, ya que de la profecía de Ieshayahu (45, 1-7) así como a partir de los documentos persas, está claro que es Koresh el que conquistó Babilonia, y antes de Koresh y Dariavesh (Darío) no existía el reino de Persia y Media podía extenderse “desde la India hasta Etiopía”. Además de ello, en el libro Ezra (4, 5-7) encontramos el orden de los reyes de Persia: Koresh, Dariavesh, Ajashverosh y Artajshashta. Este orden coincide también con lo que conocemos de los documentos de la historia persa.
La hipótesis más aceptada es la de que el Ajashverosh de la Meguilá es el hijo de Dariavesh, llamado en las fuentes griegas Ksirkasas y en las fuentes persas Jashaiarsh. En efecto, este nombre recuerda mucho el estilo del texto al final de la Meguilá: “Y el rey Ajashverosh impuso un tributo sobre la tierra” (10,1).
La Meguilá nos relata acerca de los sucesos internos en Shushán, a diferencia de lo que se acostumbra en la mayoría de los libros de historia y también en el texto bíblico, de contar principalmente sobre las grandes guerras-el banquete en Shushán “en el año tercero de su reinado”, duró medio año (180 días y otros 7; 1, 4-5), ¿pero qué hizo el rey en los otros seis meses?
El historiador griego Herodoto solía contar relatos vivaces, muchos ponen en tela de juicio la autenticidad de sus descripciones, y de todos modos, apasiona descubrir conforme a su descripción que Ksirkesis evaluó en los tres primeros años, tras la muerte de Dariavesh, si salir a una guerra mundial contra Atenas, después del duro golpe de Atenas al ejército de Dariavesh, en una batalla maratónica. El rey quería salir a la guerra, también para vengarse de los atenienses, y además porque ¡no se concibe que el sol brille en una provincia que no se halla bajo dominio persa! Pero un asesor anciano lo disuadió de emprender esa aventura. Entonces, se le apareció una imagen en el sueño, en forma recurrente, que le exigía salir a la guerra, y el rey conmocionado le solicitó al asesor anciano que vistiera las vestimentas del rey, que se sentara en su trono, que durmiera en su lecho, y ver si es que también experimentará el mismo sueño. Todos los intentos del anciano para evadir la orden del rey no prosperaron, y efectivamente, él también experimentó el sueño, y de ese modo fue tomada la decisión de salir a la guerra.
Desde que leí este relato por primera vez, disfruté mucho del apasionante paralelismo con la idea de Hamán, vestir las prendas del rey, cabalgar sobre el caballo del rey con la corona (6, 8-9).
En la primera etapa, Jerjes construyó un puente gigante de barcos sobre el estrecho del Bósforo, y condujo a su ejército a una gran victoria en la batalla terrestre hasta destruir a la misma Atenas. Cuando trascendió en Shushán la noticia de la victoria, la ciudad estalló en festejos y grandes celebraciones. En la segunda etapa, cuando los atenienses salieron airosos en la batalla naval de Salamina, al trascender la noticia en Shushán, los habitantes de la ciudad rasgaron sus vestimentas, [con mucho pánico].
El orden en la Meguilá está invertido, al principio, confusión y duelo (3,15; 4,1-3), y en el final, regocijo y alegría (8,15), ya que el punto de vista de la Meguilá es judío, y no persa. Resulta difícil saber si es que hay algún nexo entre las descripciones de la Meguilá, que se desentienden totalmente de las grandes guerras, y los relatos de Herodoto, pero las similitudes en las descripciones, son más que sorprendentes.
Gentileza del sitio 929.