“Os conjuro a vosotras, hijas de Ierushalaim, por las cervatillas o las gacelas del campo, no despierten ni molesten al amor, sino hasta que surja solo” (Shir Hashirim, capítulo 2, versículo 7)
Explica Rashbam:
Sus amigas le responden a modo de consuelo, no pienses en él ni le entregues tu corazón, ya que no retornará, y apégate y encaríñate con uno de los que nos aman. Y ella les responde, las he juramentado a ustedes, mis amigas vírgenes hijas de Ierushalaim, que he de deambular como las gacelas o los cervatillos en el campo, si despiertan o quitan el amor de mi amado, mientras el amor quiera permanecer en mí.
Esto se asemeja a las naciones del mundo, quienes le dicen a la congregación de Israel: deja el amor a Dios y apéguense a nuestro temor, ya que Dios no volverá a apiadarse de ti como en el comienzo. Y la congregación de Israel las maldice y las juramenta en la medida que continúen hablando de ese modo.
Esta interpretación del Rashbam, explica los versículos como si fuera una exigencia de la esposa para seguir y mantener el amor aun en tiempos de exilio. Esta explicación, es contraria al Midrash citado en el Tratado de Ketuvot, que aprende de este versículo las “tres promesas” que le prohíben a Israel perturbar el amor entre ellos y Dios en época de exilio, hasta que surja.
Y así figura en el Tratado de Ketuvot 111a:
“Os conjuro a vosotras, hijas de Ierushalaim, por las cervatillas o las gacelas del campo…”
¿Cuál es la razón de estos tres juramentos?
Una, que no ingresen a la tierra de Israel por la fuerza
Y otra, que no se rebelen contra las naciones del mundo
Y la tercera, es que Dios hizo jurar a los paganos que no habrán de someter demasiado a Israel.