Ovadiahu se encuentra ante uno de los dilemas centrales y difíciles para toda persona que forma parte del liderazgo público: ¿Cuál es la medida adecuada de cooperación con elementos malvados, a fin de reducir los daños y brindarle beneficio al público?
Ovadiahu, al igual que Eliahu, es un Tzadik, un Justo que enfrenta los desafíos del servicio a Dios en la generación del reino del mal. Por otra parte, es el asignado para la casa de Ajab, un funcionario de alto rango en la corte, allegado al rey y confidente acompañante como el único asistente para una misión delicada. Resulta fácil especular sobre las dudas y vacilaciones por las cuales atraviesa: ¿Acaso dejará la casa de Ajab y se apartará junto a todos los profetas perseguidos y de ese modo no será partícipe del gobierno malvado de Ajab? ¿O tal vez, conservará su cargo, hará valer su influencia sobre Ajab como contrapeso frente a Izevel e incluso logrará proteger a los profetas que se esconden, quienes son la reserva espiritual de Israel en esta época? Si Ovadiahu abandonara la casa de Ajab y se uniera a los profetas, pues sería muy difícil y hasta imposible, defenderlos y mantenerlos. ¿De dónde recibirán alimentación en tiempos de escasez cuando se ocultan y no se hayan entre el pueblo? Es de suponer que la mera presencia de Ovadiahu en la casa de Ajab, que le da acceso a los tesoros alimenticios reales y lo expone a información interna que se traduce en alertas y advertencias a los profetas ocultos, es la que los protége. Es importante destacar que estos profetas son el remanente de refugiados capaces de transmitir la tradición y los conceptos de la profecía oculta a aquellos ávidos de escuchar la palabra de Dios, y son el contrapeso espiritual de los profetas del Baal que actúan abiertamente y lo que queda de la esperanza para el renacimiento espiritual renovado, tras la caída de Ajab.
De este modo, Ovadiahu afronta uno de los dilemas centrales y difíciles de todo aquel que forma parte del liderazgo público, y es la medida adecuada de cooperación con elementos malvados, a fin de reducir los daños y brindarle beneficio al público. ¿Acaso la cooperación entre el Tzadik, el Justo y el malvado, debe contemplarse como un reconocimiento de la legitimidad del mal y la concesión de aprobación para sus actos? ¿Acaso debe considerarse al líder público que actúa de este modo como socio del mal o valorar su predisposición a tomar contacto con un gobierno malvado, y contemplarlo como sabiduría de vida y sacrificio personal que protegen al público y disminuyen su sufrimiento? ¿Acaso la negativa a actuar por restricciones gubernamentales y/o la opinion pública son una protección adecuada de la integridad y una resistencia a rendirse ante el mal o tal vez, reflejan una manera de evadirse de la responsabilidad?
Editado por el equipo del sitio del Tanaj
Cortesía sitio VBM de la Academia Rabínica “Har Etzion”