El león rugiente como metáfora del heroísmo de Dios, figura en diversos sitios del Tanaj, pero aquí, el profeta no se focaliza en el temor que Dios impone a sus enemigos, sino en la concentración, la perseverancia, en la capacidad de desentenderse del momento difícil y la multiplicidad, y en exhibir determinación y potencia que penetra la realidad como un rugido.
El león como imagen o metáfora de poder, valentía, autoridad y crueldad es común en el texto bíblico y en la literatura del Antiguo Oriente. La efectividad del león como metáfora es tan grande que carece de carga valorativa - el león es la osadía en su forma más pura, que puede expresar tanto valentía negativa, como en la imagen de Ashur, Asiria (Yeshaiahu capítulo 5, versículo 29), como valentía positiva, como símbolo de Iehudá. Nuestro capítulo se une a una serie de fuentes en el texto bíblico y en el Antiguo Oriente que utilizan al león como metáfora de Dios, y como en algunas de estas fuentes, la metáfora se focaliza en la manifestación vocal del león - el rugido. La posibilidad de encontrar a Dios como un león rugiente aparece en varios textos - en el profeta Hoshea: "En pos del Señor andarán, el cual rugirá como león, porque en efecto rugirá, y los hijos acudirán presurosos desde el occidente" (Hoshea capítulo 11, versículo 10). Y en el profeta Amós: "¡El Señor rugirá desde Tzión, y desde Ierushalaim dará Su voz, y se enlutarán las praderas de los pastores, y se secará la cumbre del Carmel!" (Amós capítulo 1, versículo 2). También en la mitología, aunque algo diferente, encontramos a la diosa sumeria Inanna montada en un león y "rugiendo sobre la tierra como un trueno, ninguna planta puede resistir ante ella". Al igual que en Amós, el Dios rugiente también aparece en nuestro capítulo en confrontación con los pastores (versículo 4).
No obstante, mientras que en el libro de Amós, la metáfora es simple y directa-Dios es un león rugiente que impone temor a los pastores y los espanta, en nuestro capítulo, propone un argumento más complejo:
“Porque así me ha dicho el Señor: "De la manera que cuando el león, o el leoncillo, gruñe sobre su presa, si se convoca contra él una multitud de pastores, de sus voces no se amedrenta, ni se acobarda a causa de su muchedumbre; así descenderá el Señor de los ejércitos para pelear sobre el monte Tzión y sobre su colina” (versículo 4). Lo que resulta muy singular en la imagen presentada en este versículo, es que nuestra mirada se centra en el mismo león rugiente, y no en el terror que su rugido causa en el entorno. La grandeza del león-Dios en este versículo es que no está ni asustado ni confundido por “la multitud de pastores”-por la cantidad de pastores que tratan de ahuyentarlo-Su rugido permanece estable y fuerte. De todas la cualidades que podrían obtenerse de la imagen del león, el profeta opta por focalizarse en la concentración, en la perseverancia, en la capacidad de ignorar el ruido y la multitud, y exhibir firmeza e intensidad que impregnen la realidad como un rugido.
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Cortesía sitio 929