El converso es considerado como judío para todo y la Torá nos ordena en diversos lugares y también en nuestro capítulo, ser sumamente cuidadosos con el respeto al converso, no causarle dolor, e incluso exteriorizar nuestro amor hacia él.
De hecho, el converso es considerado un judío en todo sentido, además de que se debe ser cuidadoso de su honor aún más que con el honor de un judío de nacimiento, y ello se debe a las enormes dificultades que el converso debe afrontar. He aquí que él deja su pueblo y su país, y se une a un pueblo de sabios e inteligentes, con una milenaria cultura y tradición, que no es fácil de asimilar incluso a lo largo de muchos años de estudio. Esta extrema transición requiere de enormes esfuerzos emocionales, y toda ofensa incluso la más leve, pone en duda la seguridad, y provoca una gran tristeza.
Y por ello la Torá es muy severa, y definió que todo aquel que martiriza al converso está transgrediendo tres preceptos (Tratado de Baba Metzia, 59, 2). En primer término, él es considerado como un judío regular, y todo aquel que lo martiriza transgrede la prohibición “Y no habrá de engañar el hombre a su prójimo” (Vaikra, capítulo 25, versículo 17). Y la Torá agregó otros dos preceptos negativos que son transgredidos por aquella persona que martiriza al converso, el primero de los preceptos negativos fue citado en la sección de “Mishpatim” (Shemot, capítulo 22, versículo 20): “Al extranjero no engañarás, ni le oprimirás ya que extranjeros han sido en la tierra de Egipto”. Y el segundo precepto negativo fue citado en la sección de “Kedoshim” (Vaikra, capítulo 19, versículos 33-34): “y cuando residiere contigo un extranjero en vuestra tierra, no habrán de oprimirlo. Como el nativo de ustedes habrá de ser el extranjero que reside con ustedes y lo amarás como a ti mismo ya que extranjeros fueron ustedes en la tierra de Egipto. Yo soy Adonai vuestro Dios”.
También, en el sentido positivo, nos fueron ordenados dos preceptos de amar al converso (Ramba”m, Hiljot Deot 6,4). En primer lugar, como a todo judío le fue dicho: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Y otro precepto singular fue entregado en relación al converso, como fue citado (Devarim, capítulo 10, versículo 19):” Amen al prosélito, ya que extranjeros han sido ustedes en la tierra de Egipto”. Y efectivamente, es justo y adecuado proyectar mucho amor hacia él, luego de que por propia voluntad abandonó a su pueblo y su patria y optó por acercarse e incorporarse al pueblo de Israel, y por ello es digno de un amor doble. Y también Dios ama a los conversos, tal como está citado (Devarim, capítulo 10, versículo 18): “y ama al prosélito, para darle pan y vestimenta”.
Que sea la voluntad que tengamos el mérito de amar y acercar a los conversos, adoptarlos con calidez, y así exhibir la maravillosa virtud del pueblo de Israel.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj y Maor Horowitz, Academia Rabínica "Har Brajá"