Elegir el bien

Elegir el bien

El reconocimiento de que el sentido de nuestra vida es la aspiración de hacer el bien y no la aspiración a la comodidad, nos puede ayudar a elevar la conciencia a los lugares de los desafíos en nuestra vida, y así permitirnos elegir la opción correcta.

En el invierno del año 5663, en el marco de la cena festiva del Shabat, en la Ieshivá (Academia Rabínica) de Otniel, en la que dicto clases, cuando los alumnos estaban bailando y cantando “Agradezcan a Dios, pues Él es bueno, pues su bondad es eterna…”, ingresaron terroristas a la cocina y asesinaron a los cuatro alumnos que estaban allí de turno-Noam Apter, Iehudá Bamberger, Gabriel Joter y Tzvika Ziman. El contraste entre la letra de la canción y el hecho acaecido clamaba hasta el corazón del cielo. También, en las ceremonias recordatorias, me sorprendí de ver a los padres dolientes bailando y cantando juntos, con lágrimas en sus ojos “Agradezcan a Dios, pues Él es bueno”. Un dolor tan profundo, y aún así “Agradezcan a Dios, pues Él es bueno”. ¿De dónde extraen esa capacidad de continuar agradeciendo a Dios?

 “Estudiaron nuestro Sabios: durante dos años y medio, la escuela de Shamai y la de Hilel mantuvieron una polémica, estos dicen: mucho mejor hubiera sido que el hombre no haya sido creado, y los otros dicen: mucho mejor es para el hombre haber sido creado, que no existir jamás. Finalmente concluyeron: mejor hubiera sido que el hombre no haya sido creado” (Eiruvin 13b)

La conclusion de la Guemará presenta la vida con una mirada pesimista. Pero Rabí Mordejai Iosef Leiner de Izhbitza, autor del libro “Mei Hashiloaj” (en la parte de los compendios, Eiruvin 13b), precisa los conceptos: no se ha dicho “es bueno para el hombre no haber sido creado” sino que “le es cómodo”. No obstante, el lugar del cual procedemos y al cual retornaremos es más “cómodo”, pero incluso así, es bueno que hayamos llegado al mundo. De aquí se infiere un enfoque básico de la existencia: tuvimos el mérito de la vida, no para que nos resulte cómoda sino para hacer en ella el bien.

Cada día, la vida nos impone desafíos, y nosotros debemos elegir. A veces, somos conscientes de nuestras elecciones, y más frecuentemente, ni siquiera sabemos que hemos caído en una encrucijada y que nos vimos obligados a optar por un camino determinado. Estas elecciones se reflejan en preguntas como: ¿acaso ayudarle a la persona que requiere de nuestra ayuda? ¿Acaso debemos asumir la responsabilidad para decir algo? ¿Acaso debemos invertir tiempo y profundizar en las cosas importantes de la vida? ¿Acaso debemos cambiar? Por lo general, no nos vemos obligados a optar entre hacer el bien y hacer el mal, sino entre hacer el bien y hacer aquello que nos resulta cómodo.

Se acostumbra a definir los dos instintos de la persona como el “instinto bueno” y el “instinto malo”. En esta división hay un peligro, tal vez pensemos que es suficiente con abstenernos de hacer cosas malas, pero en realidad ello no es suficiente. El instinto que nos obstruye y nos impide hacer el bien, no es el “instinto malo” sino precisamente el “instinto cómodo”. También como sociedad, me parece que la principal debilidad con la que debemos lidiar es la de rendirnos ante el instinto cómodo”.

Hay personas que a lo largo de la vida lidian con experiencias difíciles y llenas de dolor. Les es impuesta una realidad, en la cual sienten en carne propia que “le es más cómodo a la persona no haber sido creada que haber sido creada”, y pierden las ganas de vivir. Sin embargo, esta dura sensación no debe convertirse en el punto final. Toda persona puede proseguir su vida a partir de la comprensión de que debe perseguir el bien, el sentido y el significado de la vida, y de ese modo, superar la gran dificultad. La persona debe aspirar a no doblegarse ante el deseo de abandonar, que es una manifestación del “instinto cómodo”. En esos momentos debe focalizarse en la acción y hallar el bien, el sentido de la vida.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Lehitorer leiom jadash: kriá mitjadeshet shel haTorá veshel jaJaim" ("Despertar a un nuevo día: una lectura renovada de la Torá y de la vida"), publicado por Maguid.

 

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