El capítulo 3 se divide en dos cánticos separados. ¿Cuál es la relación entre ambos? ¿Quién es el Shlomó mencionado en el capítulo? ¿Y qué podemos aprender de la comparación entre las canciones sobre las figuras mencionados?
Nuestro capítulo, el capítulo 3, se divide en dos cánticos: la búsqueda nocturna del amado por parte de la mujer (Versículos 1-5) y la descripción de la boda del rey Shlomó (Versículos 6-11). Se ve que hay un nexo entre ambos cánticos, ¿Cuál es?
Una pregunta adicional surge a raíz de la aparición del rey Shlomó. Esta figura es mencionada en el título del libro y es insinuada en otros diversos sitios del mismo, pero aquí figura por primera vez en el centro de la trama. Y en efecto, ¿Quién es Shlomó y cuál es su rol en el libro?
En la exégesis judía se considera que “cada mención de Shlomó en Shir Hashirim alude a lo sagrado” (Talmud Bavlí, Shvuot 35b); y dicho más simplemente, ¡Shlomó es Dios! Esta sorpresiva propuesta resuelve la problemática de la ausencia de Dios en el libro, mediante la identificación del Rey de los Reyes con un rey de carne y hueso. Y si el texto relata acerca del casamiento entre Dios e Israel, no hay nada más apropiado que leerlo en la festividad de Pesaj, ya que el relato del éxodo de Egipto también es considerado como una señal de esa boda (vean, por ejemplo: Irmiahu capítulo 2, versículo 2; Hoshea capítulo 2, versículos 16-22). No obstante, a pesar de que esta propuesta es posible al abordar la analogía, resulta difícil adoptarla al abordar el cántico desde lo literal.
Otra opción es que Shlomó es una de las representaciones del amado. Conforme a esta lectura, pues también se desdibuja el nexo entre los dos cánticos dele capitulo.
Después de que en el final del capítulo 2 se relata cómo la mujer envía al amado y le solicita que regrese por la noche (Capítulo 2, versículo 17), comienza nuestro capítulo, el capítulo 3, relatando que el amado no ha regresado: “Por las noches en mi lecho busqué al que ama mi alma, lo busqué pero no lo hallé”. La mujer, que teme que ha echado al amado sin posibilidad de retorno, sale a las calles en una búsqueda desesperada: “He de levantarme, recorreré la ciudad, por los mercados, entre las calles, buscaré al amado de mi alma. Lo busqué, pero no lo hallé. Me encontraron los guardianes, los que patrullan la ciudad, ¿habéis visto al que ama mi alma?” (Versículos 2-3).
En esta ocasión, el encuentro con los guardianes termina bien, y en un breve lapso de tiempo, la mujer halla a su amado: “Apenas los pasé encontré al amado de mi alma, me aferré a él y no quise soltarlo, hasta traerlo a la casa de mi madre, a la alcoba de mis padres” (Versículo 4). Esta vez, la mujer no lo vuelve a echar sino que se aferra a él y lo lleva a la casa de su madre. El acto de traer al amado al hogar de sus padres refleja el deseo de ellos de casarse. Tras haberse decidido la boda, el segundo cántico es dedicado a la descripción de la ceremonia. Al principio, aparece la novia envuelta en nubes de perfume: “¿Quién es la que sube por el desierto como columna de humo de palmera, perfumada con bálsamo, con incienso y con todas las fragancias aromáticas del mercader?” (Versículo 6), y luego, aparece el bello novio: “He aquí el lecho de Shlomó, sesenta valientes, de los más fuertes de Israel” (Versículo 7). La ceremonia finaliza con un llamamiento: “Salgan a observar, hijas de Ierushalaim, al rey Shlomó con la corona que su madre le colocó en el día de su casamiento, el día del deleite de su corazón” (Versículo 11).
Visto y considerando que la decisión del casamiento fue tomada en la casa de la madre de la mujer, la ceremonia de la boda concluye con la madre del novio; y así como la decisión del casamiento concluye con una solicitud a las hijas de Ierushalaim, del mismo modo, la ceremonia de la boda finaliza con una solicitud a las hijas de Tzion.
Sin embargo, la similitud entre ambos cánticos remarca la diferencia entre ellos; el primer cántico describe a la mujer como una figura activa y atrevida que se levanta de su lecho por la noche, recorre la ciudad, se enfrenta con los guardianes y recupera a su amado. Mientras que en el segundo cántico, es descripto el rey como una figura pasiva rodeado por valientes que lo protegen “del temor de las noches” (Versículo 8). La esposa es más osada que el amado y está dispuesta a esforzarse mucho más a fin de lograr la consolidación de la relación.
Gentileza sitio 929