¿Por qué debemos comer Kasher?
Estas leyes serían lógicas en aquella época, había muchas enfermedades, no existía control sanitario ni vacunas, etc., pero hoy en día, ¿de qué me sirven todas esas imposiciones?
Por supuesto que todos los preceptos que Dios nos otorga tienen motivo y sentido aun en nuestra época, ya que si no fuera así, entonces, Dios no lo hubiera prescrito para la eternidad, sino que lo hubiera establecido para aquella época, tal como ocurrió con muchas otras ordenanzas que no fueron establecidas para la eternidad.
En síntesis, no es posible que Dios, fuente de toda sabiduría, nos ordene hacer algo que no tiene sentido, y además presagiar en un versículo: “y será, que al escuchar las demás naciones todos estos preceptos y ordenanzas, exclamarán: realmente es un pueblo grandioso y sabio esta gran nación”. Y si los preceptos no tuvieran un sentido lógico, ¿cómo podrían expresar esto los demás pueblos?
Lo segundo que debemos aclarar, es que el hecho de que los preceptos tengan sentido y motivos lógicos, eso no implica que cualquiera podrá entender los motivos de la totalidad de los mandamientos, o todos los motivos de un solo precepto, (ocurre a menudo que un precepto tiene más de un motivo). Es factible que algunos de los mandamientos, posean un sentido tan profundo que no sea accesible a toda persona, sino que sólo los más sabios pueden elucidar su sentido práctico. Por ejemplo, es claro y lógico la ordenanza de no matar, no robar, etc., pero no es tan claro el motivo del Kashrut…
En Proverbios, se hace alusión a la sabiduría: “como piedra preciosa ensamblada en redecilla de plata”. Esto significa que vista de lejos se diría que la joya es solamente de plata, empero, si se observa más atenta y minuciosamente entre la red de plata, descubrirá que se trata de una piedra preciosa, así ocurre con las palabras de la Torá y los profetas… Hay un exterior y hay un interior. Es menester superar la apariencia de la envoltura con la que la verdad se cubre para descubrirla. La Torá dice la verdad, pero no todos vislumbran el interior de la expresión y permanecen en el exterior de la envoltura.
Por lo tanto, el otro punto que debemos tener claro, es que el hecho de que nosotros comprendamos un aspecto de un precepto, eso no implica necesariamente que hayamos agotado el sentido de ese precepto.
Analizando el tema del Kashrut podemos deducir que este precepto persigue varios objetivos prácticos:
1. Higiene.
2. Salud.
3. Humanidad.
4. Agente anti-asimilatorio
5. Autocontrol - Kedusha
Analicemos punto por punto.
1. Higiene: Antes de faenar al ganado, se observa cómo está el animal, si renguea o tiene algún defecto similar, (deberíamos ver en qué estado llegan las vacas a los mataderos), en caso de existir alguna deficiencia ese animal no es kasher.
Luego de la Shejitá se le revisan los pulmones, para saber si el animal tuvo alguna enfermedad grave, (en caso de haber padecido alguna enfermedad infecciosa, en los pulmones queda los rasgos, es por eso que se los revisa). Si efectivamente en los pulmones se hallan rasgos de alguna enfermedad, entonces ese animal es Taref.
Luego, mediante la Melija, se le extrae toda la sangre, (fuente de colesterol, el colesterol no proviene de lo vegetal sino que mayoritariamente lo adquirimos de la carne animal). Existe además una meticulosa revisación de los utensilios que se utilizan, inspecciones, etc.
2. Salud: Como sabemos, no se mezcla la carne con la leche, aun hoy en día, ciertos pacientes delicados del estómago, reciben una dieta donde está bien disociada la carne de lo lácteo, pues su ingestión conjunta, produce una reacción enzimática.
Nadie desconoce el peligro de la marea roja que está muy relacionada con los mariscos, mejillones y demás moluscos. Asimismo, no se descarta que los moluscos marinos posean un fuerte factor cancerígeno.
Los cerdos, hasta hoy en día son alimentados con los residuos de la ciudad, en Argentina, por ejemplo, existen convenios (clandestinos o no) entre las empresas recolectoras de basura y los criaderos porcinos, en los cuales los camiones cargados con la recolección de los residuos (incluidos los residuos de los hospitales y las industrias) depositan su “sana y descontaminada” mercancía en los chiqueros de los chanchos para que los porcinos crezcan fuertes y gorditos, (como dice un dicho popular: “chancho limpio nunca engorda”…)
3. Humanidad: El hecho de que comamos carne, no significa que debemos ser salvajes, bárbaros e inhumanos, haciendo sufrir a los animales cruelmente. Examinemos los métodos para faenar a los animales que normalmente se utilizan:
a. El golpe en la cabeza (mazazo) o
b. El shock eléctrico.
En el primer caso, mediante un martillo hidráulico, el animal sufre un colosal y tremendo golpe que le produce la fractura del cráneo, que no siempre implica la muerte inmediata del vacuno, sino que muchas veces el animal continua con vida, con la cabeza partida, agonizando hasta que finalmente, por fin muere.
Con el shock eléctrico, todos saben que por más que dure unos segundos, es una muy desagradable e insufrible sensación, donde cada segundo es eterno…
La Shejitá, la manera que propone la Torá para dar muerte al animal, se realiza con un cuchillo, extremadamente filoso, tan afilado que no se siente el corte, su cuchilla es tan cortante y fina, que varias veces la persona que los manipulan, se hacen tajos y ni siquiera los sintieron de lo filosos que son. Muchas veces nos suele pasar, que nos percatamos que nos sangra el dedo, producto de un corte, mas no percibimos con qué nos cortamos, eso se debe a que el material con el cual nos herimos, era tan filoso que no lo sentimos. Así ocurre con el cuchillo de Shejitá, es por eso que es afilado y revisado tan escrupulosamente, hasta el punto que si la hoja del cuchillo llega a tener el más leve defecto o hendidura, inmediatamente queda invalidado para realizar la Shejitá.
Con el cuchillo descrito, se cortan la tráquea, la arteria carótida, de esta manera, el animal, sin darse cuenta, sin ponerse tenso ni sentir la más mínima sensación de asfixia, se desvanece, y al quedar interrumpido el fluido de sangre oxigenada al cerebro, las neuronas mueren, ocasionando el deceso del animal. Este es el motivo por el cual afirman que la carne kasher es más tierna, ya que con el shock eléctrico o el mazazo en la cabeza, el animal se pone tenso y endurece los músculos.
Otro beneficio de la Shejitá, es que la sangre, es expulsada al exterior, por la arteria carótida que se encuentra quebrada.
Por último, y quizás, en relación con la categoría de salud, es menester remarcar que todo animal (el hombre también) al asustarse, al recibir el mazazo o el shock eléctrico, se pone tenso, y automáticamente segrega en la sangre una sustancia llamada adrenalina, un conjunto de proteínas que le conceden una cuota extra de energía (mayor capacidad de transportar oxígeno en la sangre) para los músculos. Este mecanismo natural está diseñando para proveerle mayor capacidad para poder escapar del peligro. Esto es algo que lo podemos experimentar en nosotros mismos, muchas veces, cuando corremos, asustados, escapando de algún peligro, solemos correr 200 o 300 metros sin parar y no lo sentimos, esto se debe al maravilloso efecto de la adrenalina que nos concede esa cuota extra de energía. El problema surge cuando se segrega adrenalina y no se consume, es decir, no se utiliza ese complemento de energía, entonces esas proteínas se transforman en toxinas, algo nocivo para el organismo (causante del tan conocido estrés). Volviendo al animal, una vez que segregó la adrenalina (producto de susto al recibir el mazazo o el shock eléctrico) y esta se encuentra en el torrente sanguíneo, al no ser empleada (pues el animal se encuentra desvanecido), se transforma en toxinas que se absorben en la carne de la vaca, la cual pasa al organismo humano al ingerir esa carne. Con el faenamiento Kasher se evita todo esto, además la sangre que queda (pues como explicamos la mayoría se expele al exterior del animal por medio de la arteria carótida) es extraída totalmente por medio del proceso denominado melija, que es el salado de la carne.
En resumen, por más que debemos sacrificar al animal para poder comer su carne, eso no implica que debemos hacerlo en una forma brutal, violenta y cruel, sino que tratamos de hacerlo de una manera civilizada y procurando que sufra lo menos posible. Es decir, lejos de desensibilizarnos e deshumanizarnos, la Shejitá produce un efecto contrario, nos hace susceptibles al dolor ajeno, y si así pensamos y tenemos tanta consideración y sensibilidad con respecto a un animal, naturalmente eso nos inspirará un sentimiento similar o superior al tratarse de seres humanos.
4. Anti-asimilación: El Kashrut nos va marcando pautas y comportamientos distintos a las demás culturas y religiones. No somos iguales, podemos asemejarnos en varios aspectos, podemos estar plenamente insertados en la civilización, pero definitivamente, no somos iguales. Es factible que cada uno de nosotros tengamos bien en claro nuestros conceptos e identidad judía y estar confiados en que no nos vamos a asimilar, eso puede ser válido para cada uno en particular, pero desgraciadamente, no podemos afirmar lo mismo con respecto a nuestros hijos… Es verdad, uno mismo puede estar muy confiado, pero ¿qué hay de mi hijo y la hija de ese vecino no judío? Ellos ya comienzan a cruzarse miradas y si no hay ningún límite que los separe, pautas que le muestren barreras y diferencias, entonces lo impensable sucederá, y nos estaremos lamentando, "cómo mi hijo se casa con una no-judía"..."cómo pudo llegar a esto…".
5. Autocontrol: No es casualidad que Rambam en su obra magna, haya incluido las leyes de Kashrut en el tratado titulado: Kedusha, (santidad, consagración). En dicho tratado, compiló las leyes de Kashrut y las leyes que regulan las relaciones sexuales. Estos dos grandes temas son los que nos diferencian de los demás pueblos y nos consagran a Dios. La comida y la conducta sexual. Los dos grandes impulsos. Los dos aspectos que más nos asemejan a los animales (tal como ya lo afirmara Aristóteles).
Cuando ejercemos nuestro libre albedrío, desarrollamos este “poder” de controlar nuestros impulsos, que nos diferencia de los animales. Los seres vivos, con excepción de los humanos, no pueden alcanzar la kedushá porque son seres “naturales”. Y como parte de su naturaleza, no pueden controlar, decir NO, a sus impulsos primarios. La kedushá se alcanza cuando practicamos un comportamiento que nos posiciona en un nivel por encima de la naturaleza, más cerca a Dios.
El Kashrut nos enseña a distinguirnos. A no comer como los demás, a controlarme, no todo lo que apetecemos es bueno como para perseguirlo y saciarlo. Sino que debemos decidir en base a nuestra mente, producto de un razonamiento y evaluación, fiel a nuestra escala de valores, todo esto es una excelente gimnasia de autocontrol.
Seguramente se puede ahondar más en otros aspectos de este precepto, pero este pequeño ejercicio de investigación y análisis de un precepto, nos demuestra cuánta sabiduría y consecuencias prácticas se esconden detrás de cada mandamiento.