En el año 1879 fue hallado un rollo que tenía grabada la declaración de Koresh (Ciro). ¿Cuáles son las derivaciones de dicho hallazgo.
“Y en el primer año de Koresh rey de Persia…despertó el Eterno el espíritu de Koresh rey de Persia” (Ezrá, capítulo 1, versículo 1; y también en Divrei Haiamim II, Crónicas II, capítulo 36, versículo 22).
¿Acaso realmente Dios se dirigió a Koresh y le hizo a Koresh la observación de permitir el retorno a Tzión de los exiliados en Bavel y construir el Beit Hamikdash, el Gran Templo? Y en efecto: la inscripción conocida como: “el rollo de Koresh” descubierta en 1879, en el Templo de Mardoj, el dios babilónico, da cuenta de que Korsh, efectivamente, le otorgó a los babilonios el permiso para rehabilitar y refaccionar sus templos. De repente, brilla la credibilidad del texto bíblico, pero la misma se disipa rápidamente. Repentinamente, se infiere que no sólo el pueblo de Israel recibió una declaración de estas características, sino que, aparentemente, también la recibieron muchos pueblos. Pues entonces, ¿Cuál es el valor que tiene el testimonio referido a la observación realizada por Dios a Koresh?
Esta combinación singular entre un hallazgo epigráfico histórico y la documentación bíblica, permite una mirada excepcional a la teología bíblica, denominada por muchos: “la doble causalidad”. La tolerancia de la potencia persa, asi como la crueldad de las potencias que la precedieron-Ashur (Asiria) y Bavel, no fue llevada a cabo sólo en relación al pueblo de Israel, la misma fue ejecutada en todo el entorno mundial. Desde una mirada contemporánea, setenta años después de la creación del Estado y cien años después de la Declaración Balfour (la versión británica de la Declaración de Koresh), dicho enfoque refleja el poder de la fe particularmente fortalecedor: de todos los pueblos y las potencias antiguas solo ha sobrevivido el pueblo de Israel. La historia se repite: el pueblo exiliado y perseguido, retornó a su tierra y lee la Declaración de Koresh en el Tanaj, en su idioma.