¿Por qué se enfermó justamente Avihá, que era el mejor de la familia de Yarovam?¿Cómo es posible que su enfermedad no estimuló a su padre, Yarovam, para retornar a la senda correcta, para hacer Teshuvá? ¿Cuál es el significado de la ceguera de Ajiá, el Shiloní? ¿Y por qué fue precisamente él, el enviado para profetizar sobre la destrucción de la dinastía de Yarovam?
Yarovam no se arrepintió ni hizo Teshuvá a raíz de las maravillas que le fueron realizadas, y por ende, lo afectó la virtud del juicio y su hijo Avihá enfermó y murió. Avihá era el mejor de la familia de Yarovam, y justamente, el decreto, lo afectó a él, en primera instancia. Resulta que la conducción Divina no actúa acorde a la lógica humana, y lo que nos parece correcto a nosotros, no lo es para Dios. La enfermedad de Avihá tenía el propósito de estimular la posibilidad de la Teshuvá, pero habrá de estremecer solamente a aquellos que tienen sentimiento. Aquellos que son insensibles y tienen cerrada su mente, la contemplarán precisamente, como una evidencia del dominio de la casualidad y el mal en el mundo. No verán en la enfermedad un castigo a Yarovam y un mérito para Avihá, sino como un ejemplo de la falta de control Divino.
Pues entonces, el principio del libre albedrío quedó en su lugar, por lo general, las maravillas sólo benefician a los creyentes, mientras que los no creyentes pueden llegar a fortalecerse en su modo de ser y pensar. En la continuidad de los hechos, sólo la profecía de Ajiá reveló el significado de la oscura realidad, aclaró todo lo oculto y la transformó en un mensaje Divino revelado y maravilloso.
En el momento de su angustia, Yarovam no se dirigió al profeta anciano de Beit El, sino que retornó a Ajiá. No le consultó antes de hacer los becerros, pero de todos modos, Ajiá quedó como el último a quien recurrir en momentos difíciles. Ajiá era la autoridad espiritual que constituyó su reino, y por consiguiente, tenía la expectativa de que lo defendiera ahora también.
Por otra parte, cuando desde el Cielo se debía luchar contra el becerro de Beit El, no fue enviado Ajiá para ello, sino que fue elegido otro profeta de Iehudá. Tal vez, desde el Cielo se apiadaron de Ajiá debido a su vejez y su ceguera. No obstante, parece que esto no se trataba simplemente de una discapacidad visual biológica y que la ceguera no es casual, sino más bien su significado es como en los casos de Itzjak y Elí, es decir, se debió al involucramiento de los padres y los educadores en el fracaso de sus educandos y su responsabilidad por ello.
“Todo aquel que genere un hijo malvado o un alumno malvado, al final sus ojos se oscurecerán. Un alumno malo-de Ajiá, el Shiloní “Y Ajiá no podía ya ver, por que se le habían oscurecido sus ojos a causa de su vejez” (Versículo 4), ya que generó a Yarovam como alumno malo” (Bereshit Raba 65,10).
Los Sabios lo definieron contundemente: “¡También Ajiá se equivocó y tuvo responsabilidad! (Sanhedrín 102a), es decir, Ajiá apoyó a Yarovam en su emprendimiento para formar un nuevo centro nacional “israelita” importante, y por ello, tenía cierta responsabilidad por todo lo que estaba implícito y que luego se desencadenó a partir de sus actos. Por eso, se le encomendó también a Ajiá profetizar acerca de la destrucción de Yarovam.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído del libro “Mikdash Melej-Iyunim beSefer Melajim”, de ediciones Midreshet HaGolán