El liderazgo no es algo fácil. El peso de la responsabilidad y la necesidad de tomar decisiones difíciles y no siempre populares le imponen al líder una especie de soledad. Y a pesar de ello “el hombre ha nacido para asumir responsabilidades” y la sensación de responsabilidad le da sentido a la vida de los líderes y convierte sus vidas en mucho más significativas.
No es fácil ser líder. Los ciudadanos comunes pueden permitirse sumirse en ilusiones. El líder debe lidiar con los hechos crudos tal como son, y no puede dejarse arrastrar hacia el lugar de una esperanza irreal. Él debe tomar decisiones difíciles, y a veces, no populares. Ésa es la soledad de los líderes. ¿Cuántos de nosotros podría dormir plácidamente por la noche, si tuviéramos la carga del pueblo judío?
La sección “Ki Tisá” describe el modo en que dos líderes de Israel debieron lidiar con el terrible pecado del becerro de oro. Aharón fracasó en esa confrontación, y colaboró con el pueblo de Israel en la elaboración del becerro. Su hermano Moshé se enoja con él por ello: “¿Qué te hizo a ti este pueblo, pues has acarreado sobre él una culpa grande?” (Capítulo 32, versículo 21). Aharón no tuvo intención, Dios libre y guarde, de adorar el becerro, o de alentar al pueblo a la idolatría. Al final de cuentas, su error se produjo debido a una evaluación equivocada: en lugar de hacer trucos engañosos, debería haberse opuesto al becerro en forma enérgica y directa. Y aún así, Dios es muy estricto en su juicio: “Y contra Aharón se había enojado Adonai, mucho, para destruirle” (Devarim, capítulo 9, versículo 20). El guardián de frontera que cometió un error recibirá su castigo; pero el comandante de división carga con la responsabilidad.
También el desempeño de Moshé en este episodio refleja su responsabilidad personal difícil de asumir por el que está al mando del volante. Él solo carga con el tremendo peso de estar ante Dios como representante del pueblo pecador. Es Moshé el que le da de beber al pueblo las aguas amargas, es el que convoca a los hijos de Leví para matar a los pecadores, y es él quien en forma recurrente le suplica a Dios que se apiade de su pueblo, de sus queridos hijos. Esta pesada carga sobre los hombros de Moshé genera soledad: “Y Moshé tomaba 'la tienda y la tendía fuera del campamento” (Capítulo 33, versículo 7). La tienda de Moshé está alejada del campamento de los hijos de Israel. Incluso Moshé también recibe en soledad las segundas tablas: “y que hombre alguno no ascienda contigo” (Capítulo 34, versículo 3). Los hijos de Israel también reconocen su soledad y su singular estatus como líder de ellos: “Vio Aharón -y todos los hijos de Israel- a Moshé y he aquí que irradiaba la piel de su rostro y temieron acercarse a él” (Capítulo 34, versículo 30). La soledad de Moshé Rabeinu es una soledad que brilla; pero aún así le impone a él una carga sumamente pesada.
El liderazgo demanda la toma de decisiones difíciles, e impone una pesada carga. Pero se trata de una carga que viene acompañada de una recompensa. La sensación de responsabilidad le da sentido y propósito a la vida de los líderes. Una vida con sentido y valor es una mejor vida. El hombre ha nacido para asumir responsabilidades.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Perashot" publicado por "Maaliot"
Rab Jaim Navón: es el Rabino de la Comunidad Shimshoni (Modiin). Enseña Talmud y Pensamiento Judío en el Centro de Estudios Lindenbaum y el Instituto Herzog. Escribe una columna semanal para el semanario “Mekor Rishon” y ha escrito seis libros sobre temas judíos y dos novelas. El Rab Navon estudió en la Yeshivá Har Etzion de 1992 a 2004 y recibió su ordenación rabínica del Gran Rabinato de Israel y del Rab Aharón Lichtenstein.