1 “Si en Mis leyes anduvieres y cumplieres Mis preceptos, os brindaré lluvias a su tiempo y la tierra dará su producto y el árbol del campo dará su fruto, y vuestra trilla se prolongará hasta la vendimia y la vendimia hasta la siembra, y comeréis vuestro pan hasta saciaros...”
“Mas si no Me escuchareis y no cumpliereis estos Mis mandatos y os burlareis de Mis preceptos... echaré sobre vosotros el terror, la tisis y la fiebre que consume los ojos y entristece el alma, y sembrareis vuestra simiente en vano...”
(Levítico 26, 3)
Pregunta: ¿Por qué todas estas bondades o maldades que advierte la Torá se reducen a asuntos materiales y terrenales?, ¿No debe acaso este sagrado libro (siendo un perfeccionamiento para el alma) enfocarse a aspectos espirituales y escribir explícitamente acerca del mundo venidero?; Dado el hecho que la Torá está prometiendo recompensa al justo y castigo al malvado, ¿Cuántas veces hemos visto que esto no ha sido así...?
Respuesta:
Al tratarse de preguntas tan trascendentes y básicas en la filosofía judía, Abarbanel cita siete respuestas de diferentes comentaristas, siendo finalmente la última la que más aprueba. A continuación resumiremos algunas de ellas:
La primera opinión es la de RAMBAM (Maimónides) el cual dice que estas bondades y maldades no representan recompensa o castigo para la persona por sus actos sino más bien son incentivos u obstáculos para cumplir con los mandamientos de D-s. Es decir que al justo Le promete facilitar su trabajo para conseguir su perfeccionamiento y al malvado Le obstaculizará su camino. La verdadera recompensa se encuentra efectivamente en el mundo venidero y la razón por la cual la Torá no lo escribe explícitamente es para que la persona cumpla los preceptos Divinos sin interés ni por conveniencia, sino sólo por amor al Creador.
La segunda opinión es del IBN EZRA y concuerda en que la verdadera recompensa es espiritual; sin embargo es extremadamente difícil para un hombre de carne y hueso captar o entender tal concepto tan abstracto. Así como el ciego no puede imaginarse los colores, de la misma forma las criaturas terrenales ligadas al mundo material no son capaces de digerir ésto. La Torá, entonces, al ser entregada a todos y para todos, dibuja los “premios” y los “castigos” dentro de un entorno conocido y palpable.
La última opinión la toma el autor del RAMBAN (Najmánides) y dice que todas estas advertencias son para el pueblo en general y el juicio se realizará igualmente en forma colectiva; una comprobación de esto es que el texto habla siempre en plural (“Os brindaré lluvias, echare sobre vosotros...”). Así entonces, en caso de que la mayoría del pueblo lo merezca, la recompensa se expresa en beneficios comunes, como el hecho de que caiga lluvia en su tiempo, que nos libre de la guerra, de las plagas y epidemias, etc. La recompensa espiritual vendrá efectivamente en forma personal y en el mundo venidero, de esta manera se explica cómo a veces el justo sale perjudicado en este mundo si sus contemporáneos no son merecedores del beneficio material.
Estas son algunas de las ideas, que en forma resumida extraen la filosofía básica del problema de recompensa-castigo. No es para nosotros ni para ningún ser humano el preguntar y cuestionar acerca de casos específicos de la vida cotidiana ya que, ¿Quién es capaz de saber y conocer los detalles y acciones íntimas de cada persona?, hay veces en que ni siquiera uno mismo sabe autojuzgarse con objetividad y reconocer sus propios errores.