Respetar a los padres

Respetar a los padres


Hoy en día este precepto esta muy olvidado. Generalmente  no tenemos muy en estigma el respeto a los mayores, a los jueces, a los líderes a los padres y por último a Dios. 
El texto dice:
Honrarás a tu padre y a tu madre, para que se extiendan tus días sobre la tierra que el Señor  tu Dios te da.
Preguntas
• ¿Qué significa "Honrar"?
• ¿Qué es lo que la Torá espera que haga?
• ¿Por qué no dijo simplemente: "Honrar a los padres"? ¿Por qué primero dice el padre y luego la madre? ¿Importa el orden o no?
• ¿Por qué hay que honrar a los padres? ¿Cuál es el motivo?
• ¿Por qué en este mandamiento la Torá especifica la recompensa a este precepto, mientras que en el resto no lo hace?
• ¿Por qué esta recompensa y no otra?
• Este mandamiento a simple vista pertenece a la categoría de mandamientos que son entre el hombre y su prójimo, ¿Por qué  está en el contexto de los preceptos que son entre el hombre y Dios, en la primera tabla?
Respuestas:
Analicemos en primer lugar, la importancia de este mandamiento y la gravedad de violarlo. 
En otros lados, la Torá ya nos advierte de la gravedad de faltar el respeto a los padres y dice que el que maldice a sus padres tiene pena de muerte, ya sea que los maldice en vida o ya sea que lo hace aun después de muertos.
Otro precepto que nos habla de esta relación de respeto es la prohibición de golpear a los padres. Si la prohibición de pegar rige con respecto a cualquier persona, con respecto a los padres tiene una pena mucho más grave. 
Aun que los padres sean malvados y que hayan sido condenados a muerte a causa de sus pecados, igualmente recae sobre su hijo la obligación de no maldecirlos o golpearlos.
Otro precepto que la Torá legisla acerca de los padres es: "Temer a su madre y a su padre", es decir, tenerles un respeto sublime. Más adelante nos detendremos a analizar qué diferencia hay entre honrar y temer a los padres, como así también contestaremos por qué aquí antecede la madre al padre mientras que en los diez mandamientos el padre antecede a la madre.
Por último, está el precepto del hijo rebelde que no escucha la voz de su padre y su madre, que tiene la pena máxima, y allí dice: "eliminarás el mal de entre medio de ti" Es decir, para la Torá, este hijo es visto como: mal
Hasta aquí la lista de preceptos relacionados con los padres, pero no termina aquí la cosa, cuando la Torá enuncia las maldiciones y la bendiciones que debían mencionar al entrar a la tierra de Israel (Deut 27) Allí se mencionan cosas graves. Una de las cosas que menciona es: "Maldito aquel que maldice, -desprecia- a sus padres" Aquel que así actúa, es considerado por la Torá como alguien maldito, es decir que Dios le va a dar su merecido.
Hasta aquí hemos citado la gravedad del tema a ojos de la Torá. Ahora vamos a analizar expresiones que nos indican la importancia de este tema.
Lo primero que podemos decir a este respecto es que fue mencionado en los diez mandamientos, y no solo eso, sino que fue mencionado dentro de la primera tabla de los diez mandamientos, no nos olvidemos que dentro de los primeros 5 mandamientos es mencionado el nombre de Dios, mientras que en los segundos 5 mandamientos, no se menciona el nombre de Dios. Los primeros 5 mandamientos, son principios básicos, mientras que los otros cinco son para evitar daños  y establecer una sociedad sana.
Los preceptos de respetar y honrar a los padre, están mencionados al lado del precepto del Shabbat, que es uno de los más importantes de la Torá.
Es de notar, que la prohibición de maldecirlos y el precepto de temerles, están mencionados en la Parashá Kedoshim, que es donde nos habla acerca de ser santos, es decir, que si alguien quiere ser consagrado o muy elevado, su relación con los padres debe ser ejemplar.
Veamos ahora la importancia de este tema a los ojos de los sabios:
Rabí Shimón Bar Iojai dice: La Torá le otorgó más importancia al honor a los padres, que al  honor a Dios, pues con respecto a Dios dice honrarlo con lo que tiene (si tiene un campo debe dar el diezmo, etc., pero si no tiene no) en cambio con los padres, aunque no tenga debe mendigar por las puertas hasta adquirir con qué alimentar a sus padres.
Todo el que honra a sus padres, tiene parte en el mundo venidero, a pesar que no se trate de un individuo que cumpla toda la Torá (Midrash Bereshit Rabba)
Los sabios del Talmud se esmeraban demasiado en este precepto. En cierta ocasión Rabí  Tarfón  iba caminando con su madre, y a su madre se le rompieron los zapatos, entonces Rabí  Tarfón se inclinó y puso sus manos en el piso para que su madre apoye sus pies sobre las palmas de Rabí Tarfón y no se lastime los pies, así la llevó hasta llegar a su casa. En cierta ocasión, cuando Rabí Tarfón enfermó,  su madre se dirigió a los sabios para rogarles que recen por él, y les contó aquel caso en que puso sus manos en el suelo para que ella camine sobre sus palmas, y que los sabios vean hasta qué punto Rabí Tarfón se esforzaba por cumplir con el precepto de honrar a los padres. Cuando los sabios escucharon este suceso, le dijeron: "Todavía no llegó ni a la mitad de lo que este precepto exige de él" 
Maimónides en Hiljot Mamrim capítulo 6 dice que este precepto es uno de los más grandes de la Torá y fueron comparados a honrar y temer a Dios.
Temer a los padres, dice Rambam, se refiere a no sentarnos en su lugar, no contradecirlos, no llamarlos por su nombre (ni siquiera después de que falleció).  El factor común que tienen todos estos detalles del precepto de Temer a los padres, es que se trata de cosas que no debo hacer. Abstenerme  de hacer cosas que denotarían una falta de temor a ellos. (Tanto al padre como a la madre).
Honrar a los padres, se cumple proveyéndoles vestimentas y alimentos. A pesar de que los padres no tengan dinero. También está incluido en este precepto, ponerse de pie delante de ellos (en señal de respeto y honor), llevarlos a pasear y pasar momentos con ellos. El denominador común, es que son cosas activas, actos que debo hacer con ellos. Y no solo cuando es pequeño, sino aun cuando ya es grande y sus padres ya son ancianos.
Incluso que el hijo sea un gran erudito de la Torá, y que sea el maestro de su padre, el hijo debe ponerse de pie y honrar a su padre mientras que el padre no tiene la obligación de ponerse de pie.
Un ejemplo real de esta legislación, la pude vivenciar en la sinagoga del Rabino Isaac Antebi Sacca, cierta vez, en su clase habitual de los sábados por la tarde, estaba sentado enseñando, cuando entró su padre para escuchar las enseñanzas de su hijo, el rabino se puso de pie, continuó su disertación parado, hasta que su padre tomó asiento, recién entonces volvió a su lugar y se sentó.
En otra ocasión pude observar al Rabino Yosef Bitton, rabino en Jefe de Uruguay, que estaba disertando en la sinagoga en Rosh Hashaná, y como el salón estaba repleto de gente, al ingresar su padre, no tenía lugar en donde sentarse, en ese momento el rabino interrumpió su disertación fue a buscar su propia silla de rabino en jefe, ubicada en la parte de adelante de la sinagoga y se la colocó a un lado para que su padre se siente, solo después continuó su conferencia.
 ¿Hasta dónde debe llegar el respeto a los padres? Dicen los sabios, a pesar que su padre se enfurezca con él hasta el punto de tomar la billetera de su hijo y arrojarla al agua con todo el dinero que en ella había, el hijo debe guardar silencio y no faltarle el respeto al padre, que no lo avergüence, ni se enoje con él, sino que lo tome, como un decreto Divino y que guarde silencio.
¿Hasta dónde debe llegar el temor a los padres? Inclusive que esté vestido con las mejores vestimentas, y está disertando delante de mucha gente y vengan sus padres y le rompan la ropa y lo abofeteen delante de todos, no debe hacer nada, ni contestarles ni avergonzarlos, sino que debe guardar silencio y tema del Rey de los reyes que le ordenó actuar de esta manera. Pues si un rey de carne y hueso hubiera decretado que se abstenga de contestarles, de seguro, aquel hijo no se atrevería a contradecir al rey, con mayor razón al tratarse de una orden del Rey de los reyes.
Hasta el punto tal, dice Rambam, que aun que los padres sean muy ancianos y que su mente y comportamiento no sean normales, igualmente el hijo debe esforzarse por mantenerlos y ayudar a sus padres, pero de ninguna manera le está permitido gritarles o forzarlos, y si no puede contenerse, entonces que ponga a un tercero para que los cuide, como sus padres se merecen.
No obstante, aclara Rambam, que en el caso de que el padre le ordene a su hijo que transgreda un precepto de la Torá, en ese caso no tiene que obedecerlo y no se considera que le está faltando el respeto a su padre por no obedecerle, pues en ese caso, el respeto a Dios está por sobre el respeto a los padres, pues los padres también están obligados a respetar a Dios.
¿Por qué la Torá recalca tanto el tema de respetar a los padres?
En la parashat de Haazinu, Dios es comparado con un padre y sus hijos se comportan mal con Él que es el que nos dio la vida. Es decir, que el solo hecho de que nos hayan entregado la vida, nos hicieron existir, eso por sí solo ya es causa suficiente para brindarles un gran respeto.
Con respecto al temor dice en el profeta Malají: Así dice Dios: "Si soy tu padre, ¿en dónde está Mi honra? Si soy tu Señor, ¿Dónde está el temer que me deben?" Dos cosas nos hace notar este profeta: por un lado, al padre se le debe honra, pues nos dio la vida, y ¿Por qué al padre se lo debe ver como  nuestro señor, aquel que se le debe temer? Porque él está por sobre mí, porque es mayor que yo y porque dependo de él.
Normalmente, el hijo tiende a honrar más a su madre que a su padre, mientras que suele temer más a su padre que a su madre. Es por eso que en el precepto que tiene que ver con el honor a los padres antepone al padre antes que la madre, mientras que cuando habla del temor, antepone a la madre antes que el padre. El respeto y el temor, es igual hacia los dos progenitores.
Hasta ahora hemos visto que el motivo del respeto se debe a que nos dieron la vida, nos cuidan, nos mantienen y nos alimentan. El tercer punto es que además de todo eso, ellos nos preparan para la vida y nos educan.
Una vez que tenemos estos puntos claros, entonces vamos a entender por qué este mandamiento está ubicado en la primera tabla de los diez mandamientos, en donde están los preceptos que tienen que ver con Dios. 
Pues si aprendo a valorar y honrar a los que me dan la vida, a los que me mantienen y a quien me enseña el camino en la vida, entonces naturalmente va a llegar a honrar y respetar a Dios, que en última instancia  es el que me dio la vida, es el que verdaderamente me mantiene y el que me conduce por la vida.
Si no logra honrar a sus progenitores, que los puede ver, tocar y sentir, difícilmente pueda honrar a Dios, que no se puede ver, pero es el que le otorga la vida a todo ser.
Si no teme de sus padres que él mismo puede ver todo lo que se esforzaron para mantenerlo con vida y hacerlo crecer sano, difícilmente pueda temer a Dios que no lo puede ver.
Y si no respeta a sus padres que le enseñan valores para la vida, no va a poder respetar a Dios que es el que nos guía por la vida con sus sabias enseñanzas.
¿Para qué nos promete vida larga como recompensa de respetar a los padres?
En realidad no se trata de una recompensa, sino que se trata de un medio, es decir, por cuando que este individuo entendió y aplica el mensaje que Dios le otorgó, entonces, Dios le envía larga vida para que pueda seguir aplicando este precepto y cuando más respete a sus padres  más se elevará espiritualmente.
¿Por qué siempre que nos habla del respeto u honor a los padres viene mencionado en el contexto del precepto del Shabbat? El motivo es porque, estos dos preceptos, tanto el Shabbat como el respeto a los padres, son preceptos que nos inculcan el honor a Dios.
En resumen, cuando se aplica en forma correcta a observar lo que los padres hacen por él, que le otorgaron la vida, lo sostienen y lo guían, entonces podrá extrapolar esa misma percepción hacia Dios, que es el que verdaderamente le otorgó la vida, lo mantiene y lo guía.   
 

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