Tal como Dios dijo a Moshé

Tal como Dios dijo a Moshé

Tal como Dios dijo a Moshé
Preguntas
• ¿Cuál es el orden de los mandamientos que menciona en esta Parashá?
• ¿Por qué repite tantas veces la expresión: "Hicieron tal como Dios le dijo a Moshé"? Lo repite un total de siete veces en esta Parashá
• ¿Por qué repite tantas veces la expresión: "Delante de Dios"?
• ¿Por qué repite tantas veces la expresión: "Para Dios"?
• ¿Dios precisa todas estas cosas?
• ¿Qué nos enseña todo esto para nuestros días? 
Respuestas
La primera parte de la Parashá, termina de enumerar los distintos tipos de ofrendas que se acercaban a Dios y que fueron mencionados en parte en la Parashá anterior, Vaikrá.
Estas ofrendas se denominan en hebreo: Olá, Minjá, Jatat, Asham y Shelamim.
La segunda parte de la Parashá, son ordenanzas que Dios le dice a Moshé sobre temas  que tienen que ver con la santificación del santuario y el servicio de los sacerdotes, ante la inminente inauguración del tabernáculo. Luego nos relata cómo fueron llevadas a la práctica todas estas ordenanzas.
Los temas centrales de estas parashiot son ordenanzas que atañen a los sacerdotes, y se refieren a que todas las tareas que se deben realizar en el santuario sean hechas  lo  más fiel posible a lo que Dios le encomendó a Moshé y de la mejor manera. Es por eso que recalca tantas veces la expresión: "Hicieron tal como Dios le dijo a Moshé" Lo repite un total de siete veces en esta Parashá.
Esto debe ser un equilibrio exacto y una fidelidad pura a lo que Dios dijo, no agregar ni quitar nada. Aun en aquellas situaciones en las cuales la motivación o intención para agregar o dejar de hacer algo sea por un deseo fervoroso de servir a Dios de mejor manera. Esto se aplica no solo a los quehaceres del tabernáculo, sino que también así deberíamos actuar con todos los preceptos de la Torá.
Hay dos  frases que se repiten a lo largo de toda la Parashá y transmiten un mensaje no solo para aquella generación sino también para todas las subsiguientes; una de ellas es: “Delante de Dios" La enseñanza es que aquel que está sirviendo a Dios no debe olvidar delante de quién está sirviendo, delante del Rey Supremo, esto causará que sea muy cuidadoso y meticuloso, no sea que sea invadido por un impulso de cercanía a Dios y no cuide la distancia debida al Rey, tal como sucedió con Nadav y Avihu.
La otra frase que se repite es: "Para Dios" esto hace alusión más a la intención y al pensamiento que debe tener el que sirve a Dios, que sea solo a Dios y a nada más, a ningún rebbe ni ángel. Debe poseer un pensamiento íntegro, puro y perfecto hacia Dios.
Como antes dijimos esta Parashá nos habla más específicamente de las ofrendas que tenían que ver con los sacerdotes y su compromiso de estar ante Dios en todo momento. 
Podríamos  preguntarnos ¿qué viene a enseñar todo esto a la mayoría del pueblo?
La respuesta es que  si bien todas estas tareas debían ser realizadas por los sacerdotes y los Leviim que eran quienes estaban consagrados al servicio Divino, debemos saber que eso no deja de lado al resto de las 11 tribus.
Al respecto escribe Rambam en el Mishné Torá al final de las Halajot de Shemita y Yovel:
"¿Cuál es el motivo por el cual no recibió la Tribu de Levy parte en al Tierra de Israel como el resto de sus hermanos? El motivo es porque esta tribu fue la seleccionada para el servicio Divino, para servirlo y para enseñar al pueblo los caminos  y Leyes de Dios, tal como está escrito: "Enseñarán Tus leyes a Yaacob y Tu Torá a Israel" Por esta causa fueron separados y consagrados. Esta tribu no sale a la guerra ni hereda botines de guerra, sino que ellos son parte del ejército de Dios, como está escrito: "Bendice Dios a su ejército, y el Dios bendito, los mantiene" Todo esto que hemos dicho, no solamente recae sobre la tribu de Levy, sino que todo ser humano de espíritu elevado, que tenga profundo conocimiento y se dedique a servir y conocer a Dios, conduciéndose por la senda correcta de Dios, apartándose de los asuntos de este mundo en los cuales la gente común se sumerge, de esta forma, este individuo se consagra y es santo para Dios, siendo Dios su parte y heredad para siempre, y Dios le proveerá todo lo necesario para vivir, tal como le dio a los sacerdotes y a los Leviim de antaño. Es lo que dijo el rey David: "Dios es mi parte y mi heredad”. 
 

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