La expulsión de Amós por parte de Amatziá, en representación del reino, refleja una postura de que se quiere “un profeta acorde a lo que deseas”. Si el profeta profetiza algo bueno para nosotros, le daremos pan. Pero si profetiza una destrucción, pues que se vaya. En la actualidad, todo sigue igual.
“Oh, vidente, anda”, dice Amatziá, el Cohen del Templo en Bet El, al profeta Amós: “huye a la tierra de Iehudá, y come allí (tu) pan, y profetiza allí” (Versículo 12). Ve y busca a alguien que financie tus profecías de ira. Aquí, no estamos interesados en tus servicios. La expulsión de Amós por parte de Amatziá, en representación del reino, refleja una postura de que se quiere “un profeta acorde a lo que deseas”. Si el profeta profetiza algo bueno para nosotros, le daremos pan. Pero si profetiza una destrucción, pues que se vaya.
Pero el profeta Amós le responde Amatziá, diciéndole, que él no es un profeta a a pedido. “Yo no soy profeta, ni discípulo de profeta, sino que soy vaquerizo, y cultivo sicomoros” (Versículo 14). Tengo una profesión, y no profetizo con el fin de obtener sustento de ello. Dios me ha enviado para profetizara. Trabajo para Él y no para los gobiernos. Aunque me expulses, el mensaje Divino no cambiará.
2.800 años más tarde, el poeta nacional Jaim Najman Bialik utilizó la expulsión de Amós para describir su sensación como poeta-profeta cuyas palabras caen en saco roto. “Ve, anda-No, no huiré”, escribió Bialik. “ Fuí pastor y aprendí a ir tras mi rebaño en silencio y con paciencia, aún cuando no he aprendido el arte de la palabra y mis conceptos son tan pesados como el hacha. Y si mi fuerza anímica ha flaqueado por el vacío del pueblo, no es mi culpa, sino que es vuestro pecado, y háganse cargo”.
El profeta y poeta de nuestros tiempos, es a veces, el referente de los medios de comunicación, el periodista, el publicista, el que desea formular sus conceptos críticos alusivos al gobierno, al establishment o a las élites. Y tal como en la época del profeta Amós, también en la actualidad hay factores gubernamentales que en nombre del pueblo o de ellos mismos, se niegan a escuchar la crítica. En realidad, no expulsan a nadie. Los métodos actuales son más sofisticados. En lugar de expulsar al que esgrime la crítica, al investigador, al columnista o al analista, simplemente lo etiquetan. Le colocan una señal de Cain en su frente, que es la que realiza la tarea. Ya que en el momento en que el periodista critico esta etiquetado y señalado, ya no se le debe responder.
En lugar de afrontar la crítica, se etiqueta y caracteriza a aquel que la plantea. Es un izquierdista o un derechista, un antirreligioso o un ultraortodoxo, un ashkenazí engreído o un oriental amargado. Recibe el apoyo de “Keren Hajadashá”, una fundación de izquierda, o de un acaudalado de derecha…vidente moderno, no debes huir a ningún sitio, pero tienes una buena razón para estar preocupado.
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