La plegaria de Janá enseña sobre el estado transitorio del hombre en el mundo. Hay en ello una amenaza para aquel que tiene la expectativa de seguir aferrado a su riqueza y poderío, pero también conlleva una buena noticia y esperanza para aquellos que desean un cambio.
“Quebrados son los arcos de los fuertes, pero los débiles se ciñen de fuerza… Aun la estéril dio a luz a siete, mas la que tiene muchos hijos languidece…El Señor empobrece y enriquece; humilla y también exalta… Levanta del polvo al pobre, de la basura eleva al desamparado… pues los pilares de la tierra son del Señor, y sobre ellas ha sustentado el mundo” (Versículos 4-8)
Desde un punto de vista metafísico global, fueron elegidos capítulos del episodio de Janá y su plegaria para ser leídos en la Haftará (lectura de una porción de los Profetas que se lee en Shabat y días festivos) del primer día de Rosh Hashaná, en el día del nacimiento del mundo, haciendo hincapié en el vínculo general entre el cosmos a manos del Creador, y el destino de cada individuo, al estar en el día del juicio ante el Creador del mundo, la plegaria de Janá expresa el principio fundamental en nuestra comprensión del estado de la vida humana; todo puede llegar a cambiar, el rico puede perder su riqueza en un instante, el fuerte puede perder su poder, y aquel que era pobre y débil puede salvarse en un instante. Todo está abierto al cambio y la estabilidad no es más que una ilusión burguesa.
En la cosmología que se halla en la base de la plegaria de Janá, a mi parecer se halla el código genético de la visión del mundo del Tanaj sobre el lugar del hombre en los avatares de la vida. Este es el enfoque que busca recordarle al hombre en todo momento que todo es efímero. Incluso la salida del sol cada mañana se repite por voluntad de Dios “El que en Su bondad renueva cada día, permanentemente la obra de la creación”. El código genético se manifiesta en los conceptos de Abraham en la negociación que él lleva a cabo con Dios acerca de la salvación de Sdom: “He aquí, que ahora prosigo hablando a Adonai, ¡aunque yo soy polvo y ceniza “ (Bereshit capítulo 18, versículo 27)
Aquí, en la plegaria de Janá, sobresale la esencia de la brecha del enfoque entre el hombre de la cultura occidental y el de la cultura oriental. En la cosmología occidental, la estabilidad es el estado fundamental. Si por un instante perdió el control y se gestó inestabilidad, entonces debe ser atendida, como el manejo de un accidente, a fin de restituir el orden estable a su cauce. Para un hombre de la cultura oriental-que incluye el judaísmo del Tanaj, la cultura árabe, la cultura china e inclusive la rusa-es justamente a la inversa.
Justamente la inestabilidad es el estado básico. Si por un instante se origina estabilidad, la misma es consecuencia del equilibrio ecológico transitorio, como la calma en la superficie del mar. Todo está abierto, todo es pasajero. En un estado de conciencia de estas características, el ser humano vive permanentemente sumido en la ansiedad de la existencia, conforme al espíritu de la lógica de Rabí Iojanan que inició los relatos de la destrucción en el Tratado de Guitín con la siguiente expresión: “Dichoso del hombre que siempre teme” (Guitín 57). Esta perspectiva, compromete a diario una predisposición a la lucha desde el inicio, cada día es una aspiración a la salvación, y anuncia una gran esperanza precisamente a los seres humanos que viven en los márgenes de la sociedad bajo opresión y privación. El saber que todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos, es una amenaza para aquel que tiene la expectativa de seguir manteniendo su riqueza y poder, pero también un anuncio y esperanza para aquellos que desean el cambio. A partir de esta capacidad de fe, los partisanos, en el momento de mayor oscuridad cantaron: “Nunca digas que ésta es mi última senda/la luz del día fue ocultada por el cielo nublado, ese es el día que anhelamos y aún llegará…*”
En esta perspectiva, se halla el fundamento de la idea mesiánica a la cual aludió el filósofo judeo-germano Hermann Cohen diciendo que es el aporte más significativo del pueblo de Israel a la humanidad. En efecto, la plegaria de Janá señala por primera vez la esperanza de la salvación oculta en el florecimiento de la luz mesiánica y resuena en las palabras con las que concluye: “a Su rey otorgue fortaleza, y eleve el poder de Su ungido” (Versículo 10).
* Cita de la canción de los partisanos, Letra: Hirsch Glick, Traducción: Abraham Shlonsky. © Todos los derechos reservados al traductor y a la Sociedad de Autores, Compositores y Editores de Música en Israel.
Gentileza del sitio 929