Si bien en el libro de Zejaria 1:1 dice: palabra del Eterno a Zejariá hijo de Berejiá, hijo de Iddo el profeta. En este versículo nombra a Iddo, que en realidad era el abuelo, pues aparentemente era el jefe de la casa paterna, pertenecían a los Cohanim y, acorde a la opinión de Daat Mikra, Zejaria era el jefe de los descendientes de Iddo, tal como se ve en Nejemiá 12:16.

profetizaron en nombre del Dios de Israel Probablemente se refiere a la profecía que figura en Jagai 1:13 y 14  Y dijo Jagai el mensajero del Eterno en el mensaje del Eterno al pueblo diciendo: “Yo estoy con vosotros, palabra del Eterno. Y el Eterno incitó el espíritu de Zerubabel hijo de Shealtiel, gobernador de Yehudá y el espíritu de Yehoshua hijo de Iotzadac, el sumo sacerdote, y el espíritu del resto del pueblo, y vinieron y trabajaron en la casa del Eterno de los Ejércitos, su Dios, en el día veinticuatro del mes sexto, en el segundo año de Darío el rey.   Y en Zejariá 8:9-13 Y los traeré y viviréis en medio de Jerusalem y serán Mi pueblo y Yo seré vuestro Dios, en verdad y en justicia. Así dice el Eterno de los Ejércitos: fortaleced vuestras manos, vosotros los que oís en estos días las palabras de boca de los profetas en el día en que se pusieron los cimientos de la casa del Eterno de los Ejércitos, para que pueda ser construido.

Tal como dice Malvim, tanto Zerubabel, el gobernador, como Ioshua, el sumo sacerdote, no quisieron comenzar sin tener una señal Divina, que había llegado el momento en que Dios designó que Jerusalem y el Templo sean reconstruidos. Una vez que los profetas les comunicaron que contaban con la autorización Divina y que los 70 años del exilio habían concluido al segundo año del reinado de Darío, es entonces que se dedican a comenzar la obra de la reconstrucción.

y con ellos los profetas de Dios ayudándoles Tal como vimos antes en las profecías de Zejariá y Jagai, Dios los incentivaba para que no teman y que continúen la obra.

Rashí explica que fue justo en ese momento, en que comenzaron las obras, que vinieron a cuestionarlos.

Malvim dice que Tatenay había obrado así, no por odio a los judíos, sino que, por su cargo de gobernador general de esa parte del imperio, quiso saber si lo que estaban construyendo estaba autorizado o no y si disponían de los permisos necesarios para la obra.

No necesariamente se trata de que se había olvidado el edicto de Koresh, sino que dudaban si aún seguía en pie y que el actual rey Darío, estaba de acuerdo o había decidido derogarlo por el paso del tiempo.

No es que no les respondieron a la pregunta que les hicieron en el versículo anterior, pues más adelante en los versículos 11 al 15 vemos que les respondieron a ese cuestionamiento en forma muy detallada.

Con respecto a lo que alegaron en este versículo, no fue un cambio de tema, sino que también fueron inquiridos acerca de esto, como dice más adelante en el versículo 10

Acode a los comentaristas, los encargados de la obra fueron los que le respondieron esto. Y los nombres que les proporcionaron fueron los que figuran en el versículo 2.

Malvim, sostiene, que seguramente, Tatenay se habrá puesto en contacto con Zerubabel, que era el gobernador de Yehudá, y éste le transmitió lo que dice más adelante en los versículos 11 al 15, en la carta que le envían al rey de Persia.

Dios estuvo con ellos y esto fue manifiesto pues las obras pudieron continuar y no fueron detenidas hasta que se averigüe e indague si aún seguía en pie la orden de Koresh. Esto lo vemos en palabras del profeta Jagai 1:13 y 14  Y dijo Jagai el mensajero del Eterno en el mensaje del Eterno al pueblo diciendo: “Yo estoy con vosotros, palabra del Eterno. Y el Eterno incitó el espíritu de Zerubabel hijo de Shealtiel, gobernador de Yehudá y el espíritu de Yehoshua hijo de Iotzadac, el sumo sacerdote, y el espíritu del resto del pueblo, y vinieron y trabajaron en la casa del Eterno de los Ejércitos, su Dios, en el día veinticuatro del mes sexto, en el segundo año de Darío el rey.

Aparentemente, el motivo por el cual le envían una misiva al rey Darío, se debe a que probablemente, los enemigos de los judíos, tal como vimos en el capítulo anterior, seguían tratando de interrumpir y obstaculizar las obras de Jerusalem.

O tal vez, estos enemigos, presionaban con todo tipo de acusaciones y difamaciones contra los judíos, exigiendo al gobernador general de esa zona que les pida los permisos pertinentes, que averigüe la legalidad de la obra, etc. entonces este gobernador decidió dar un corte a esta situación y recurrir directamente a la máxima autoridad, al rey, y de esta forma no habría lugar a discusión.

Malvim recalca que lo primero que hace el gobernador en esta carta es dejar en claro, que no se trata de una acusación, ni rebelión, ni ningún riesgo para el reino, sino que la situación está controlada y no hay ninguna amenaza para el rey ni su reino, todo está en paz en el territorio que está bajo su jurisdicción.

Rashí dice que le recalcan todos estos detalles para hacerle saber que se trata de una obra importante y de gran envergadura.

Malvim dice que este gobernador no tenía la intención de perjudicar a los judíos, y que trata de ser lo más imparcial y objetivo posible, es por eso que le dice: la cual se edifica con grandes piedras y madera fina es decir, no se trata de una fortaleza, pues, un fortín no se construye con madera, sino solo con piedras, ya que la madera fácilmente se puede incendiar y toda la obra se desploma, es por es que, para evitar que el Templo sirva como una posición fortificada, el rey Koresh, había ordenado que sea construido cada tres filas de piedra, una viga de madera, ver más adelante, capítulo 6 versículo 4.

y la obra avanza y prospera en sus manos El comentarista Metzudat David, dice que el objetivo de esta frase es que, en caso de que el rey decida interrumpir esta obra antes que sea finalizada, entonces debe apurarse en dar una respuesta al respecto.

El gobernador informa a sus superiores, que él actuó conforme a todas las normas procedurales, averiguó quién autorizó que comience esa obra y no solo eso, sino también si tenían la facultad para concluirla e inaugurarla.

Rashí recalca la escrupulosidad en el proceder de Tatenay que además provee al rey los nombres de las personas encargadas en caso que el rey quisiera saber si se trata de individuos de su confianza o si decide dar orden de encarcelamiento contra ellos.

Malvim, dice que, en realidad, esto es para beneficio de los judíos, pues Tatenay le informa al rey que, Zerubabel, el gobernador de Judea está a cargo de la obra, y, lo más lógico es pensar que el gobernador del rey no va a hacer algo sin la autorización del soberano.

Comienzan con estas palabras: Nosotros somos siervos del Dios de los cielos y la tierra precisamente porque son las que usó Koresh cuando promulgó su edicto 1:2: Todos los reinos de la tierra me ha dado a mí el Eterno, Dios de los cielos, y Él me ha encomendado que le edifique casa en Jerusalem

reedificamos la casa que había sido edificada hace muchos años atrás no se trata de un nuevo culto que podría dar lugar a sospechas de conspiración, sino que se trata del culto al Dios de los cielos y la tierra, aquel que Koresh, fundador del imperio persa, honraba, por lo tanto, no debía suponer ninguna amenaza para el rey.

la cual edificó y fundó un gran rey de Israel no se trata de una obra más, sino de algo que data de hace muchos siglos y que fue construido con mucho honor y gloria.

Todos estos detalles son importantes, pues, tal como explicamos al principio, el imperio persa se destacaba por ser respetuoso de las costumbres, lengua y religión de los pueblos conquistados.

El comentarista Malvim dice que el objetivo de este versículo es hacerle saber al rey, que el motivo por el cual fue destruido el templo, no fue por un acto de rebelión al rey de Persia, sino que se debió al pecado que cometieron contra Dios y que este fue expiado con el exilio a Babilonia.

El que dio la orden de destruirlo fue un rey perteneciente a Babel, que fueron los enemigos de Koresh, y que éste último, una vez que conquistó a los Babilónicos, los primero que hace es autorizar a los judíos a que sea reconstruido el Templo.

Es lo que dijo en el capítulo 1 versículo 8: Los sacó, Koresh rey de Persia, por mano de Mitradat el tesorero, el cual los dio a Shashbatzar, príncipe de Yehudá. Allí dijimos que Malvim, explica, que cuando algo es utilizado para el servicio idolátrico, no se puede tener ningún tipo de provecho de ese utensilio, a no ser que el idólatra que los utilizaba para su culto, él mismo los profane y demuestre que no tienen nada que ver con el culto pagano. Es por eso que Koresh, los quita él del templo pagano en donde estaban y lo entrega a su tesorero, de esta manera, esos utensilios dejaron de ser propiedad de la idolatría y pasaron a ser propiedad del rey y de esta forma, él mismo estaba anulando esa relación que tenían esos utensilios con la idolatría, de modo que podían volver a ser utilizados en el servicio Divino de donde provenían originalmente.

Estos dos argumentos:

1)    que los utensilios del templo fueron dados en sus manos,

2)    y que el que lleva adelante la obra de la construcción es el gobernador designado por el rey, y por lo tanto no es de suponer que haga algo en contra del rey

son la prueba que demuestra que lo que están haciendo fue por iniciativa y autorización del rey Koresh y no es un invento de ellos.

Y fue el mismísimo delegado del rey el que puso la piedra fundamental para la construcción de ese Templo, por lo tanto, no se trata de que fue una obra que no contó con los permisos y autorizaciones necesarias, pues el propio gobernador del imperio persa fue el que comenzó la reconstrucción.

y desde entonces hasta ahora se ha estado construyendo y todavía no está terminada y desde ese momento continúa la construcción, no es algo nuevo, sino que es la misma obra. 

Si bien el reino de Babel fue conquistado por Persia, Daat Mikra dice que durante mucho tiempo la ciudad de Babel continuó siendo la ciudad desde donde se administraban todos los territorios que pertenecían al imperio persa al otro lado del río Éufrates y allí estaban todos los archivos y documentos reales.