Iosef se da a conocer a sus hermanos y ellos no pueden reaccionar. ¿Qué les provocó esa parálisis? En definitiva ¿qué es lo que se les reveló más allá de que el gobernante que tenían delante era su hermano Iosef? ¿Cómo hubiéramos enfrentado nosotros la situación de la caída de un estigma de larga data?
Quiero focalizarme precisamente en la reacción de los hermanos tras la sorpresiva revelación de Iosef. El texto bíblico señala que no podían responderle nada. Ellos vivenciaron una especie de conmoción a raíz de un hecho tan movilizador.
Nuestros Sabios canalizaron la escena que describe la conmoción de los hermanos de una manera totalmente diferente. El Midrash en BereshitRabá (93,10) describe lo allí acontecido con estas palabras “Pobre de nosotros en el día del juicio, pobre de nosotros en el día de la reprimenda”. Es decir, si los hermanos no podían lidiar con la reprimenda de Iosef, ¿cómo podremos hacerlo nosotros frente a Dios?. Aparentemente se trata de una definición rara, ya que Iosef no les plantea reclamo alguno, no los acusó en absoluto, y tan sólo les dijo “Soy Iosef! ¿Cómo está papá?”¿Dónde encontraron los Sabios una señal de reproche o prédica moral en las palabras de Iosef?
Quizás nuestros Sabios han querido enseñarnos algo profundo en el conocimiento de la mente humana.
Toda persona tiene opiniones e ideologías en base a las cuales guía su vida. Muchos de nosotros tenemos pensamientos inequívocos y percepciones sólidas sobre muchos asuntos, nacionales y personales. Muchas personas tienen una idea formada sobre amigos, vecinos, adversarios políticos y otros; por lo general, nos gusta etiquetar a nuestros adversarios y a nosotros en moldes de negro y blanco.
¿Qué nos pasa cuando la imagen construida se rompe en pedazos ante nuestros ojos? ¿Cómo habremos de reaccionar si ese vecino al que nos gustaba odiar por considerarlo una persona cerrada y soberbia se nos revela en el momento de la verdad como un amigo fiel? ¿Qué sentiremos si la persona a la que imaginamos como un monstruo se encontrara con nosotros y de repente nos veremos forzados a cambiar nuestra opinión sobre ella? Nuestros Sabios llaman a esta situación “el día del juicio” y el “día de la reprimenda”. En este caso “el día del juicio” es aquel en el cual la persona se da cuenta que aquellas verdades en las que eligió apoyarse, y acorde a ellas decidió a quién amar y a quién odiar, son esencialmente falsas. La “reprimenda” es la realidad que nos demuestra lo contrario y pone nuestros pensamientos a prueba de la verdad.Y precisamente, esto es lo que les sucedió a los hermanos de Iosef. Este fue el gran reproche de Iosef a sus hermanos.
¿Qué es lo que los hermanos no pensaron sobre Iosef? ¿Qué es lo que no dijeron acerca de él? En efecto, no podían hablarle en forma apaciguada. Y he aquí, que en el momento de la verdad Iosef les dice’ “yo soy aquel; la imaginación que ustedes han elaborado se encuentra delante de ustedes; ¿Cómo está nuestro padre?¿Acaso aún vive?Acaso una persona de estas características, cuyos pensamientos están concentrados en el bienestar de su anciano padre puede representar un peligro para la paz y el bienestar de los hermanos?
Los hermanos no pueden responder. ¿Quién puede responder cuando la verdad le es manifestada en su cara? ¿Y qué podremos responder nosotros en situaciones semejantes? ¿Cuántas veces hemos construido imágenes, creando enemigos imaginarios o reales, y cuando tuvimos la oportunidad de conocerlos y hablar con ellos descubrimos que vivíamos en un mundo de fantasía? Esta es la verdadera reprimenda que nos remorderá, y ese es el día del reproche: el día en el cual nos queda claro que construimos teorías imaginarias sobre nosotros y nuestro prójimo. En cierta forma, todos somos en parte los hermanos de Iosef, y también todos somos el Iosef que se revela a sus hermanos y pregunta: “¿Aún vive mi padre?” (Versículo 3).
Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Parashá baktaná" publicado por "Maguid"