Moshé, en su reacción a la solicitud de los hijos de Gad y de Reuben, los reprende por dos cuestiones. En principio, por el hecho de que ellos solicitan abandonar al pueblo y a posteriori, por el hecho de que no quieren ingresar a la tierra. En el segundo pedido formulado por ellos, despejan la primera sospecha pero no la segunda. ¿Cómo es posible que Moshé acepte la segunda solicitud con toda la problemática que incluye la misma?
En nuestro capítulo figura el relato del pedido de los hijos de Gad y de Reuben. En la primera fase, los hijos de Gad y los hijos de Reuben ven que la ribera oriental del Iardén era “lugar para el ganado” (Versículo 1), y solicitan: “Si hemos hallado gracia ante tus ojos, sea dada esta comarca a tus servidores como posesión, no nos hagas pasar el Iardén” (Versículo 5).
La reacción de Moshé es inmediata, contundente y clara. Durante cuarenta años Moshé educó al pueblo de Israel a aspirar ingresar a la tierra y no temer por ello. Esta solicitud refleja un cachetazo al rumbo que intentó marcar Moshé durante los últimos cuarenta años.
Los hijos de Gad y de Reuben escucharon las palabras de Moshé, y luego volvieron a presentarse ante él, y manifestaron una nueva solicitud: “Rediles de ovejas construiremos para nuestro ganado aquí, y ciudades para nuestros infantes. Pero nosotros nos armaremos, prestos, delante de los hijos de Israel, hasta que los hayamos traído a su lugar…no habremos de regresar a nuestras casas, hasta que tomen posesión los hijos de Israel cada cual en su heredad. Pues no habremos de heredar con ellos allende el Iardén y hacia adelante, ya que nos habrá tocado nuestra herencia allende el Iardén, al Oriente” (Versículos 16-19).
Moshé escucha el pedido de ellos, y le da su aprobación.
Aquí se impone el interrogante: ¿Acaso el segundo pedido de los hijos de Gad y de Reuben es bien visto por Moshé? ¿Acaso todo lo que deseaba Moshé era la ayuda de los Hijos de Gad y de Reuben en la conquista de la tierra, y el pedido en sí mismo de no heredar la tierra no le molesta en absoluto? Y he aquí que, la ribera oriental del Iardén está definida en diversos sitios, como tierra impura (Ver, por ejemplo, Iehoshúa capítulo 22, versículo 19)
Resulta que la respuesta es negativa. A Moshé tampoco le cayó bien la segunda solicitud, y de todos modos, él hace referencia a la misma de una manera más moderada en comparación con el primer pedido. En un inicio, Moshé pensó que los hijos de Gad y de Reuben no quieren desconectarse solamente de la tierra, sino también del pueblo. Por ello él reaccionó enérgicamente, y calificó a los solicitantes como un “engendro de hombres pecadores” (Versículo 14). Pero, al escuchar la segunda solicitud, Moshé comprendió que la intención de los hijos de Gad y de Reuben no es la de desertar de la guerra y desconectarse del resto del pueblo, sino solamente la de abandonar la tierra. Este pedido tampoco era del agrado de Moshé, no obstante, no se podía calificar a los solicitantes como pecadores, y ello era suficiente para aprobar la solicitud.
Y efectivamente, los hijos de Gad y de Reuben tal vez no son considerados como pecadores, sin embargo, ello no implica que la preferencia manifestada por ellos de residir en la ribera del Iardén por motivos económicos, sea aceptable. Las personas que deciden abandonar la tierra a partir de consideraciones materiales, tal vez no sean “pecadores” en el sentido habitual del vocablo, sin embargo, no hay duda alguna de que son pecadores en función del objetivo encarado por Moshé, y después de él, todos los líderes de Israel, de educar y conducir.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj
Gentileza del sitio VBM de la Academia Rabínica "Har Etzion".