¿Es permitido adulterar la verdad en aras de la paz?

¿Es permitido adulterar la verdad en aras de la paz?

Como punto de partida del estudio de esta semana tomaremos los dos versículos que sellan ese gran tema – Yosef y sus hermanos – que la Torá comenzó a narrar en Vayeshev y cuyas peripecias hemos leído en las tres semanas precedentes. En Vayigash parecía ya que la paz y la unión volvieron a la casa de Yaakov, que el amor y el perdón inspiraban las palabras de Yosef al darse a conocer a sus hermanos y que en su corazón anidaba sólo la preocupación por su bienestar.

    Pero, he aquí que escuchamos las siguientes palabras en el consejo que celebraron los hermanos de Yosef después de la muerte de su padre:

Mas viendo los hermanos de Yosef, que era muerto su padre, decían: “Quizá nos aborrecerá Yosef y nos devolverá todo el mal que nosotros le hicimos”.

                                                                                                                       50, 15

De suerte que mandaron decir a Yosef: “Tu padre mandó, antes de su muerte, diciendo:                                                                                                           50, 16

Así diréis a Yosef: perdona, a mi ruego, el delito de tus hermanos y su pecado; porque se portaron mal contigo. Ahora, pues, perdona, te rogamos, el delito de los siervos del Dios de tu padre”.                                                                     50, 17

    Curioso y extraño testamento éste; ya en el comienzo de la sidrá hemos escuchado lo que Yaakov ordenó a su hijo, a Yosef, y si hubiera querido instruirle con respecto a sus hermanos: “Perdona el delito de tus hermanos” ¿porqué, entonces, no lo hizo directamente? ¿Porqué lo transmitió por medio de sus hermanos? S.D. Luzatto opina que Yosef intuyó de inmediato que su padre no había ordenado tal testamento, lo que explica el llanto de Yosef:

“Y lloraba Yosef” (ibid. 50, 17): Comprendió que sus hermanos enviaron a los mensajeros y pusieron en sus bocas tales palabras; que no fué Yaakov quien las ordenó pues si habría sido su intención testar al respecto se lo habría comunicado directamente a él. Por tal razón, al ver la aflicción de sus hermanos, temerosos por sus vidas e inventores de artimañas para salvarse de su ira, lloró.

    Esta no es la única objeción que puede plantearse a este extraño testamento. ¿Acaso enteróse Yaakov, alguna vez, lo que hicieron con Yosef sus hermanos? No hay indicio alguno en toda la Torá, que Yosef haya revelado a Yaakov lo sucedido, después de su arribo a Egipto; que si se habría enterado ¿no habría acaso censurado este pecado contra su amado Yosef, a sus hijos en sus últimas palabras, como lo hizo con Reubén, Shimón y Leví?

    El autor de Pesikta Rabatí está tan seguro que Yosef, el justo, no reveló absolutamente nada a su padre, que ello le sirve de apoyo para resolver un interrogante planteado en el principio de nuestra Sidrá:

“Se le dijo a Yosef: ‘He aquí, tu padre está enfermo’ ” (ibid. 48, 1). Todo el mérito de Yosef consistía en su desvelo por atender y honrar a su padre. ¿Cómo es posible entonces que no supiera que estaba enfermo? ¿Acaso no lo visitaba frecuentemente? Parece que no, pues sino ¿porqué fue necesario que mensajeros le informasen que su padre estaba enfermo? En realidad, lo que las Escrituras hacen, es contarnos, al pasar, cuan justo era Yosef, que no quería encontrarse a solas con su padre para evitar que le preguntara que hicieron con él sus hermanos. Que si se lo habría revelado, los habría maldecido … Por tal motivo Yosef no lo visitaba con mayor frecuencia.

    La opinión de nuestros Sabios es, pues, que Yaakov no fue el autor de tan extraño testamento y que tampoco pudo habérsele ocurrido.

    Veamos que dicen Rashí y Rambán al respecto:

Rashí:

“Tu padre ordenó”. Adulteraron los hechos en beneficio de la paz; Yaakov no pudo dar tal orden, ya que no le sospechaba a Yosef  tales sentimientos.

Rambán:

“Le refirieron todas las palabras que Yosef les había hablado” (ibid. 45, 27). Del sentido simple del texto se desprende que no le fue revelado a Yaakov que Yosef había sido vendido por sus hermanos. Supuso que se extravió en el camino y que fue prendido y llevado a Egipto, donde lo vendieron. Los hermanos de Yosef no quisieron revelarle su pecado por temor a que se enojase y los maldijera. En cuanto a Yosef, fue su rectitud la que se lo impidió. Por tal motivo está escrito: “De suerte que mandaron a decir a Yosef: Tu padre mandó, antes de su muerte: “ … Perdona, a mi ruego, el delito de tus hermanos …” que si Yaakov habría sabido lo sucedido, era de esperar que le rogaran al padre que ordenase personalmente a Yosef perdonarles a los hermanos; entonces, no considerarían que estaban en peligro ni habrían necesitado recurrir a la imaginación.

    Pero, después de todo, ambos comentarios no consideran la cuestión de si está permitido obrar así. Luego que los hermanos reconocieron su falta y considerando que en sus corazones aún anidaba la sospecha que Yosef habría de vengarse. ¿No debieron aceptar cualquier castigo que les habría impuesto?

    Esta cuestión es tratada por nuestros Sabios en Bereshit Rabá 100, 9:

Rabí Shimón ben Gamliel dice: Es grande el valor de la paz, pues incluso los hijos de Yaakov faltaron a la verdad para implantar la paz entre ellos y Yosef, segun está escrito: “De suerte que mandaron a decir a Yosef … tu padre mandó …”. - ¿Cuándo ordenó? ¡¡En ningún lugar leímos que ordenara tal cosa!

    El problema de la falta a la verdad es ampliado por nuestros Sabios para considerar una cuestión más importante, de si existe un límite de la exigencia de ser veraz. ¿No hay casos en los cuales se permite faltar a la verdad? Lo que en el Midrash Rabá es enunciado bajo la forma de un buen consejo, es tratado en Yebamot 65b, desde el punto de vista de la permisión o de la obligación.

Dijo Rabí Ilea en nombre de Rabí Eliezer ben Shimón: Está permitido adulterar (la verdad) en beneficio de la paz, pues está dicho: “Tu padre mandó …”, Rabí Natán dice: Es obligatorio (no solo permitido), pues fué dicho: “Tomarás contigo una novilla de la vacada y dirás: Para ofrender sacrificio al Señor he venido” (Shemuel I, 16, 2).

(Rashí comenta allí: Dios le ordenó disfrazar su misión.)

    El asunto que cita el Sabio en apoyo de su argumento es mucho más complicado y asombroso que el problema planteado por nuestro capítulo. ¿Qué sucedió allí después que Dios desechó a Shaul para que no reine sobre Israel? Shemuel fue enviado a coronar a un nuevo rey:

            Entonces dijo el Señor a Shemuel: “¿Hasta cuando estarás lamentado a Shaul; ya que Yo le he desechado para que no sea rey sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y anda, que Yo te enviaré a Yishay, el Bet Lajmita, porque de entre sus hijos Me he escogido un rey.”                                                                                  Shemuel I, 16, 1  Y respondió Shemuel: “¿Cómo podré ir? Pues lo oirá Shaul, y me matará”. Y dijo el Señor: “Tomarás contigo una novilla de la vacada y dirás: Para ofrender sacrificio al Señor he venido.”                                                                                                   16, 2

    No se trata aquí, de los hijos de Yaakov, asustados, que fraguaron lo que ya sabemos, impulsados por el temor. ¡Aquí es Dios quien habla! Esto asombró a todos los comentaristas. Abravanel dice al respecto:

¿Cómo pudo Shemuel responder así? Debía haber tenido fe en la gracia infinita de Dios, como Moshé, quien no dijo que temía entrevistarse con el Faraón por si le mataría. Dios debía haber censurado a Shemuel, ¿y porqué no le alentó diciéndole: “No temas, porque te protejo. Serás como una ciudad fortificada y como una columna de hierro”, como le dijera a Yirmeya? En cambio, le aconsejó una estratagema: “Tomarás contigo una novilla de la vacada …”

    No nos ocuparemos del temor de Shemuel, sino de la “estratagema” que le aconsejó Dios, en cuanto ésta difiere de la verdad. Radak, en su comentario, trata de explicar la intención de Dios, diciendo que el consejo no fue una mudanza de la verdad, sino por el contrario, una acentuación de la franqueza:

Dios le habló: “Te ordené que fueras secretamente, mas respondiste: ¿Cómo podré ir? Pues lo oirá Shaul, y me matará. Ahora te ordeno que vayas públicamente y tomes una novilla de la vacada para ofrecer un sacrificio en el día en que lo unjas como rey”. A ésto se refiere el texto cuando dice: “Y convidarás a Yishay al sacrificio”, y agregó: “¡Ve públicamente y veremos quien mata a quien!” Del mismo modo explicaron en el Midrash la orden de Dios a Moshé: “Pasa delante del pueblo” (Shemot 17, 5), porque Moshé le había dicho: “Un poco más y me apedrearán”. Contestóle Dios: “¡Pasa delante del pueblo y veremos quien te apedrea!”.

    Según esta opinión se equivocaron Abravanel y todos los que se asombraron al ver en la palabra de Dios una falta a la verdad, pues por el contrario – así lo interpreta Radak – la misión de Shemuel se llevó a cabo públicamente. Pero, tal explicación no parece estar nada de acuerdo con las Escrituras, pues si las palabras de Dios no fueron de aliento sino de censura, ¿porqué entonces, no ungió Shemuel a David públicamente? ya que esto era lo que Shemuel precisamente temía. En cambio, aquí leemos: Otorga a tu visita una finalidad aparente; dí que has venido por otro asunto: “Y dirás: para ofrecer sacrificio al Señor he venido”. Esto es una estratagema.

    Más aceptables parecen ser las palabras de Ibn Pakuda, el autor de la “Doctrina de los Deberes del corazón” quien no intenta justificar la orden de Dios, desviándose del sentido llano del texto, sino que trata de extraer una lección de la enseñanza que encierra.

Pórtico del Abandono en Dios, Cap. 4:

Quien se suicida, cesa de servir a Dios y se convierte en rebelde contra El, al buscar la muerte. Por tal razón hemos visto que Shemuel dice: “¿Cómo podré ir? Si Shaul escucharía me matará”. Y no le fué imputado por ello como falta en el abandono en Dios pues Su respuesta nos enseñó que su prudencia fue loable, siendo que le dijo: “Tomarás contigo una novilla de la vacada”, que si habría sido su prudencia una falta en el abandono en Dios, Su respuesta habría sido: “Ved … Yo hago, morir, y hago vivir” (Devarim 32, 39), u otra contestación similar, del mismo modo como le respondió a Moshé, que temía no ser elocuente: “¿Quién dió la boca al hombre (para hablar)?” (Shemot 4, 11). Y si Shemuel, siendo un justo íntegro, no menospreció la prudencia, al no exponerse en lo más mínimo al peligro, a pesar que si lo habrá hecho, hubiera sido en cumplimiento de su Creador quien le dijo: “Llena tu cuerno de aceite y ve; te enviaré a Yishay”, con más razón sería censurable cualquier otro que lo hiciera sin que el Señor se lo hubiera exigido.

    De sus palabras se desprende que hubo un cambio en la orden de Dios, pero, este cambio nos enseña que no siempre es la verdad el valor supremo; a veces la verdad puede ser relegada por valores superiores; a veces es la paz, y otras, somo según Pakuda, la vida.

Tomado de:  “Reflexiones sobre la Parasha”, Prof. Nejama Leibovitz, publicado por el Departamento de Educación y Cultura Religiosa para la Diáspora de la  Organización Sionista Mundial, Jerusalén, 1986  págs. 66 - 70.

 

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