¿Quién eres tú Mijá?

¿Quién eres tú Mijá?

Mijá era un hombre de opuestos, codicioso y avaro y sin embargo generoso y abierto. Tenía sentimientos religiosos pero su enfoque era primitivo. Su fe estaba imbuida de supersticiones y rituales cananeos y le sirvió como azadón para cavar con ella.

Mijá no dudó en robarle a su madre, pero el temor por el ídolo se cernía sobre su cabeza, él confesó su robo y devolvió el dinero no por haberse arrepentido sino por miedo a la maldición. El dinero fue devuelto luego de que su madre lo bendijo y transformó su devolución en conveniente. Desde el momento en que le fue devuelto su dinero en forma de ídolo e imagen de fundición, le destinó un lugar especial y un hogar, le hizo Efod y talismanes y contrató, en una oportunidad y en buen precio, un joven levita como Cohen. Al lograr hacerle una digna casa de Dios se halla inmune a la maldición y confía en la bondad divina que lo habrá de acompañar.

A partir de los relatos de los hijos de Dan al parecer era una visión rara que una persona particular tuviera un ídolo y una casa de esas características. La suma que se debe destinar para hacerlo supera la posibilidad de un individuo, y entonces también es difícil otorgarle al ídolo un aura de santidad e inventarlo de la nada no tiene poder de influencia y admiración por parte de la comunidad. Mijá utilizó esta oportunidad a la que se destinó una enorme suma de dinero que tenía su madre de una fuente desconocida y aprovechó la redención del alma y del ídolo para la creación de un nuevo santuario.

Mijá y su madre hablaban como temerosos de Dios, que invocan el nombre de Dios, y al mismo tiempo utilizaron rituales de la idolatría. ¿Acaso realmente se dirigieron a Dios? La Guemará en Shvuot 35b trae una discusión sobre la cuestión entre los sabios. Los sabios contemplan el ídolo de Mijá como idolatría no obstante Rabí Eliezer sostiene que Mijá y su madre entreveraron lo sacro y lo profano y combinaron el servicio a Dios con la idolatría.

De este modo se traza una línea entre el ídolo de Mijá y el becerro de oro previo y los becerros de Ierabam posteriores. La intención de todos estos básicamente era en aras del cielo y no precisamente de la idolatría, sino que deseaban combinar el servicio a Dios con el ritual de la idolatría, de las estrellas y las constelaciones y la prohibición de imagen.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj, del libro “Oz Vaanavá-Iyunim beYehoshua veShoftim”, publicado por Midreshet Hagolán.

 

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