¿Quién es el Siervo de Dios que se describe, por un lado, como muy sabio y exaltado, y por otro lado, sin forma ni hermosura? ¿Y cómo es posible que se le describa con dos descripciones totalmente opuestas?
He aquí llega el mensajero a Tzión y a Ierushalaim anunciando que ha llegado el tiempo de la redención (52). Dios llama al pueblo que está en el exilio en Bavel, Babilonia, para que salga de allí y regrese a la tierra de sus padres. A diferencia del éxodo de Egipto que se hizo con prisa, ahora pueden regresar con calma y alegría porque Dios va delante de ellos y cuida de ellos.
Entre los que vienen también llega el Siervo de Dios (capítulo 52, versículo13). Al principio se le describe de manera muy impresionante como alguien exaltado y elevado por encima de todos los hombres que lo rodean. Es sabio y entendido, y todo lo que hace prospera. Todos sus enemigos caen ante él. Así también se describe al Rey David en el libro Shmuel: " Y David prosperaba en todos sus caminos, y el Señor estaba con él" (Shmuel I, capítulo 18, versículo 14).
Sin embargo, en el siguiente capítulo toda su descripción cambia y suena como si se tratara de otra persona. Allí se describe al siervo como un hombre despreciado y desechado, cubierto de heridas de pies a cabeza, conocedor del dolor y el sufrimiento, que va como cordero al matadero y no responde a sus atormentadores. ¿Quién es este siervo del que se habla aquí? ¿Y cómo se pueden reconciliar estas dos descripciones contradictorias?
El significado literal de los versículos indica que se trata del propio pueblo de Israel, que en el tiempo de la redención todos se elevarán al nivel de siervos de Dios. Sus ojos se abrirán y comprenderán y conocerán a Dios hasta tal punto que todas las naciones se inclinarán ante ellos por la grandeza de su sabiduría y el espíritu de Dios que mora en ellos. Lo que se describe después son las palabras de las naciones que se arrepentirán de lo que le hicieron al pueblo de Israel durante todos estos años y de haberlos despreciado. Ahora las naciones atribuirán el sufrimiento de Israel a la expiación que hacen por todos los pecados de la humanidad.
Los Sabios (Sanhedrín 98b) atribuyen estas palabras al Mashiaj hijo de David, quien es por un lado un hombre de guerra ante quien caen todos sus enemigos, muy sabio y justo, y por otro lado, venda sus heridas en el mercado y se sienta entre los pobres y los leprosos. Esta descripción refleja la grandeza del Mashiaj que carga sobre sí los pecados de Israel para que merezcan ser redimidos.