La comparación entre Shaúl y Guidón y luego entre Iehonatán y Guidón nos indica que la vía correcta para el reinado es a partir de la fe en el hecho de que Dios es el salvador de Israel.
Las figuras de Shaúl y de su hijo Iehonatán son presentadas en comparación con la imagen de Guidón. Dicho paralelismo se extiende a lo largo de algunos capítulos del libro Shmuel I (Capítulos 9-14), y llega a su punto culminante en la descripción de la guerra contra los Pelishtim (filisteos).
Al principio, hay una comparación entre Shaúl y Guidón:
Ambos son calificados como “fuertes y valientes”
Cuando se dirigen a ellos y les indican la misión de su cargo, ellos reaccionan oponiéndose, por causas de modestia.
Los dos hombres reciben la promesa de que Dios estará con ellos.
Ambos son acompañados por señales que fortalecen su fe en sus designaciones.
El texto bíblico realiza un paralelismo amplio entre la guerra contra los pelishtim y la guerra de Guidón contra Midián: en ambas guerras es descripta la extrema realidad de “pocos contra muchos”; el pueblo es convocado mediante el toque del Shofar; en ambas guerras es descripto el temor de los hijos de Israel, que escaparon del enemigo y se escondieron en lugares ocultos.
Tras estos paralelismos, llega el relato del fracaso de Shaúl al elevar el sacrifico. Dicho fracaso ocasionó que Shaul adoptara una postura totalmente pasiva, y de aquí en más ya no es más comparado con Guidón.
Para nuestra gran sorpresa, a pesar de que la comparación entre Shaul y Guidón es interrumpida a raíz de su pecado, continúa el paralelismo entre la guerra contra los pelishtim y la guerra contra Midián con toda su fuerza-sólo que el lugar de Shaul es ocupado de aquí en más por su hijo Iehonatán:
Iehonatán se dirige al campamento enemigo con su asistente, y recibe una señal de Dios acerca de su éxito en la guerra. Esta descripción recuerda a Guidón, que también desciende con su asistente al campamento enemigo, y recibe una señal de Dios.
Tras la recepción de la señal mediante la escucha de los conceptos en el campamento del enemigo, ambos referentes son persuadidos de su victoria.
Los ataques de Guidón y de Iehonatán derivan en que en el campamento enemigo había colocado “laespada de cada uno contra su compañero”.
En las dos guerras se suman a la persecución hombres del monte Efraim tras el primer golpe asestado al enemigo.
Hacia el final de ambas guerras se notan en el pueblo el cansancio y el hambre.
El significado de la extensa comparación es más que clara. En contraste con la debilidad de Shaul se nota la valentía de Iehonatán, que continuó la senda de Guidón hasta el exitoso final.
En la guerra contra Midián fue transmitido un claro mensaje de Dios: el número de combatientes fue reducido intencionalmente, a fin de que el pueblo internalizara la sensación de que la guerra es librada por Dios. Su creencia en este mensaje es manifestada por Iehonatán de un modo claro antes de salir junto a su asistente a la lucha contra los pelishtim (Shmuel I capítulo 14, versículo 6).
La fe de Iehonatán en Dios lo llevó a la victoria, en contraste con el comportamiento de Shaul a lo largo de todo el episodio. Y resulta que, no por casualidad el texto bíblico eligió utilizar precisamente la figura de Guidón para la transmisión de mensajes importantes en este episodio. Guidón comprendió muy bien el peligro oculto en la idea del reinado, y al oponerse a la propuesta tentadora de los hijos de Israel, demostró su compromiso para la consolidación de la fe de los hijos de Israel en Dios. Iehonatán, el hijo de Shaul también se asoció a esta vía, que en contraste con su padre, consolidó su senda a partir de la fe en Dios y en su capacidad de salvar a Israel, ya sea contra muchos o contra pocos.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj.
Gentileza del sitio VBM de la Academia Rabínica “Har Etzion”.