El rey David solicita agua de un pozo que se encuentra en el corazón de una ciudad filistea. ¿Cuál es la esencia del pedido de David y por qué puso en riesgo de ese modo la vida de sus combatientes?
“Al oír los Pelishtim que David había sido ungido rey sobre Israel, subieron todos los Pelishtim a buscar a David; y se enteró David y bajó a la fortaleza” (Shmuel II, capítulo 5, versículo 17; y también figura en Divrei Haiamim I, Crónicas I, capítulo 14, versículos 8-17)
Los hechos tienen lugar en el inicio del período del reinado de David, cuando los pelishtim, los filisteos, salieron a enfrentarlo. Aparentemente, la fortaleza de David, en este momento, no es la fortaleza de Tzión, en Ierushalaim. David se ve forzado a huir a la cueva de Adulam. La tierra quedó expuesta y al arbitrio de los pelishtim, quienes acampaban sintiéndose seguros, en Emek Refaim, y asignaron una guardia en su ciudad natal, Beit Lejem. Parece ser que todas las esperanzas se han desvanecido y quedó trunca la visión del reinado.
Resulta más que claro, que este momento de emergencia no es el adecuado para el capricho de un gobernante delicado y mimado. No está deseando calmar su sed. Incluso disfrutar de sus recuerdos de la infancia en Beit Lejem, cuando bebía abundantemente de esas aguas frías del pozo, no es motivo para movilizar a sus tres valientes a entregar sus vidas. Tal vez, ellos escuchan en esta expresión del rey, una manifestación de desaliento, la voluntad personal de David de quitarse de encima el yugo del reino y volver a ser libre como lo era en la época de su infancia, con su rebaño en el desierto.
Pero es posible que el pedido de David combine la nostalgia y la esperanza. David está ávido de las aguas del pozo de Beit Lejem, pero el texto, no enfatiza en vano su ubicación en el portón. En el portón de la ciudad, el sitio del juicio y la monarquía, allí estaba el trono. Allí se acercaban los sabios, con reverencia, a Shmuel, cuando llegaba para ungir a un rey. A ese portón ascendió Boaz al redimir a Rut, allí, en el portón, obtuvo la bendición del pueblo. En ese portón, la Casa de David se transformó en la Casa del Reino de Israel. En esas aguas frías de este pozo, numerosas generaciones enhebraron el sueño de alcanzar la categoría de Estado, y las aguas absorbieron el sabor de la profecía de la gloria de Israel.
Al infiltrarse en el campamento de los pelishtim y traer el agua, los tres valientes no están poniendo en riesgo su vida por el deseo de un líder venerado, sino que ellos descubren que aún en estos tiempos de decadencia y destrucción, ellos son los dueños de la tierra y pueden caminar por cualquier lugar con total libertad. Ellos pregonan que, con coraje y fe, el pueblo de Israel podrá hacerle frente a todo enemigo, y que el reino de Israel aún mantiene su poderío a fin de imponerse, vencer y exhibir su gloria.
Editado por el equipo del Tanaj, extraído del libro “Oz Melej-Iyunim beSefer Shmuel”, ediciones Midreshet Hagolán