Ajaz, el imitador

Ajaz, el imitador

El texto comienza con una crítica velada y leve sobre Ajaz, quien no llegó a la altura de David, y concluye sorpresivamente cometiendo todo tipo de abominación. ¿Cómo es que Ajaz, quien estaba entre dos “Tzadikim”, “Justos”, entre Iotam y Jizkiahu, llegó al extremo opuesto?

Podemos ver aquí un proceso ético personal. Ajaz no fue, desde un inicio, un hombre completamente malvado, pero tampoco un justo como sus antepasados y como David. El texto nos indica que allí es donde se halla su camino hacia el pecado. Su debilidad inicial lo dejó atrás, y la sensación de desaliento y fracaso por no haber llegado a los actos de sus antepasados lo llevó a rebelarse y “mostrarse” en la dirección opuesta, hasta alcanzar rápidamente el otro extremo.

De un rey rebelde y con principios, cabía esperar que fuera constante y tuviera una postura coherente. Pero a partir del texto se infiere una imagen diferente: “anduvo en el camino de los reyes de Israel” (Melajim II, capítulo 16, versículo 3 y también Divrei Haiamim II, capítulo 28, versículo 2). Resulta que la línea característica de Ajaz es, precisamente, la imitación. A partir de su autoanulación y adulación, Ajaz adoptó el hábito de quienes lo golpeaban, siempre se unió al bloque de los exitosos, se acurrucó a su sombra e intentó asemejarse a ellos:Pekaj, el hijo de Remaliahu, el rey de Israel, lo persiguió-Ajaz optó por continuar en la senda de los reyes de Israel. Retzin el rey de Aram lo golpeó-Ajaz adoró a los dioses de Aram. Aram fue borrado de la faz de la tierra por Ashur y Ajaz fue al encuentro de Tiglat Pileser a Damesek. En esta ocasión, copió el modelo del altar de Damesek para el Beit Hamikdash, el Gran Templo e imitó la adoración de los dioses asirios. Un rey ascendía y otro descendía y Ajaz permanecía “constante” en su método de imitar siempre el modelo nuevo.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído del libro “Mikdash Melej-Iyunim beSefer Melajim”, de ediciones Midreshet HaGolán.

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