Moshé le relata al pueblo, que ellos habrán de desviarse del camino tras su muerte. Pero con todo eso, hay también en sus palabras, una gran esperanza: aquel que arruina algo, también puede repararlo, por medio de la guía de la Torá que “no será olvidado de la boca de su descendencia” (Versículo 21).
Desde el capítulo 31 y hasta el final del libro, la Torá detalla la extensa actividad de Moshé en sus últimos días en la tierra. A pesar de que él le informa al pueblo de Israel que ya no puede salir y venir, es decir desempeñarse como líder y como quien domina la situación, Iehoshúa es el flamante líder, sin embargo, realmente hasta su último aliento, él no abandona su importante misión: crear un vínculo de un modo inextricable entre Dios Bendito Sea, y sus hijos, y preparar a Iehoshúa como su heredero.
No obstante, aparentemente, Moshé tira por la borda todo este tremendo esfuerzo. En su visión, Moshé le dice al pueblo, adhiriendo a la palabra de Dios: “Pues yo sé-después de mi muerte- que dañar van a dañar y que se van a desviar del camino que yo les había encomendado a ustedes. Y le acontecerá a ustedes el mal, en la postrimería de los días, ya que habrían hecho lo malo a ojos de Adonai…” (Versículo 29). Si después de la ardua tarea espiritual, éste será el resultado conductual del pueblo, ¿para qué sirvió tanto esfuerzo? Y más aún, ¿acaso esta visión no traería aparejado un mensaje de desaliento y renuencia en primer lugar a fin de empezar a escalar un camino tan duro en lo espiritual? Pero por sobre todo, surge un gran interrogante: Moshé testimonia en relación al pueblo de Israel que “no será olvidado de la boca de su descendencia” (Versículo 21). La Torá, siempre será la heredad del pueblo de Israel, una profecía vigente hasta nuestros días (el proyecto 929 de Tanaj es parte de la realización de esta profecía). Pues entonces, ¿cómo pueden mantenerse a la par el deterioro de la Torá y su vigencia?
El Rabino Adin Even-Israel explica, que los conceptos de Moshé son una vacuna de cara a lo que se aproxima, y una gran esperanza. Cuando la persona sabe de antemano, cuáles serán las consecuencias de sus buenas acciones, o Dios libre y guarde, de las que no son buenas, su capacidad de afrontar los malos momentos supera enormemente a la de quien se ve sorprendido ante la aparición del mal momento. Hay aquí una dimensión adicional. Los hijos de Israel comprenden que ellos mismos son los que han provocado y provocan estos días difíciles que están afrontando. Por ende, ellos pueden también reparar y corregir ellos mismos esta compleja realidad. Ya que aquel que puede echar a perder algo, tiene la posibilidad de reparar, y no hay mayor esperanza que esa. El futuro no está bloqueado ante ellos, y los portones nunca se cierran. Pero ¿cómo corregir? Aquí es donde asoma la promesa sobre la eternidad de la Torá: ella es la herramienta, es la que guía, ella es la luz, a partir de la cual habrán de continuar y tendrán éxito. Siempre estará a vuestro lado, utilícenla a lo largo de todas las generaciones.
Gentileza del sitio 929.