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¿Cómo podían hacer Aharón y el pueblo judío un
Becerro de Oro tan pronto después de que se entregara la
Torá y después de haber sido testigos de los milagros de
Dios? (v. 1-6)
SAADIÁ GAÓN: Aharón quiso probar al pueblo judío para ver si ellos
realmente venerarían ídolos, por lo que fingió acompañar su plan. No
obstante, dado que no ejecutó a los idólatras inmediatamente cuando
tropezaron, Dios Se enojó también con Aharón.
IBN EZRÁ Y KÚZARI: El pueblo judío no quiso adorar ídolos, Dios
libre. Más bien, en ausencia de Moshé, buscaron una forma
concreta de Servicio Divino. Del becerro, así, se pretendía que fuera
un objeto mediante el cual adorar a Dios, como Aharón dijo
explícitamente: “Mañana será una festividad para Dios” (v. 5).
RAMBÁN: El pueblo judío no quiso adorar ídolos, Dios libre. Más
bien, dado que Moshé había desaparecido, buscaron un reemplazo
para orientarlos en el servicio a Dios. Aharón eligió un becerro, pues
en la Carroza Celestial la cara de un toro puede verse del lado
izquierdo, representando la fortaleza de Dios (véase Ezequiel 1:10).
DÁAT ZEKEINÍM: El pueblo judío se dividió en tres grupos. a)
Aquellos que meramente buscaban un nuevo líder. b) Aquellos que
deseaban adorar ídolos. c) La tribu de Leví, que se mantuvo
totalmente leal a Dios (v. 26).
TIFERET IEHONATÁN: El pueblo judío sabía que si Moshé no hubiera
desaparecido el Tabernáculo habría sido construido y Dios habría
hablado a Moshé de entre los dos querubines (véase arriba 25:22).
Cuando vieron que Moshé había partido, decidieron hacer los
querubines ellos mismos, para que Dios hablara con ellos. Así,
dijeron a Aharón: “Haznos dioses que marchen delante de nosotros”
(v. 1), en plural, pues querían hacer dos querubines.
Sin embargo, en lugar de hacer querubines con el rostro de un
niño, como sería en el Tabernáculo, ellos eligieron en cambio la
cara de un toro (becerro). Ello se debe a que la cara del toro aparecía
del lado izquierdo de la Carroza Celestial de Ezequiel, mientras que
Moshé está asociado con el “lado derecho” de Dios, como declara
el versículo: “El condujo a la derecha de Moshé, el brazo de Su
gloria” (Isaías 63:12). Por lo tanto, cuando Moshé partió, ellos
supusieron que Dios ya no estaba canalizando más Sus bendiciones
a través del lado derecho de la Carroza sino, más bien, mediante la
izquierda, por medio de Aharón. Por eso hicieron querubines con el
rostro de un toro (becerro).
Torat Menajem
LA “EXPLICACIÓN” DE RASHI DEL BECERRO DE ORO (V. 1-6)
Mientras muchos comentaristas encaran la pregunta de cómo pudo
hacer el pueblo judío el Becerro de Oro tan pronto después de la entrega
de la Torá (véase Preguntas Clásicas), Rashi no parece ofrecer ninguna
solución. Esto sorprende cuando uno considera que “la declaración de
misión” de Rashi es explicar cada dificultad, “en el plano literal de las
Escrituras” (Bereishit 3:8). ¡Ciertamente esta pregunta es sumamente
fundamental, y Rashi debería haberla encarado!
Como el comentario de Rashi es abarcante, podemos suponer que
Rashi nunca deja de encarar un punto crucial del texto bíblico (y si hay
una cuestión importante que no puede explicar, escribirá: “No sé la
explicación de esta cuestión”). Por lo tanto, cuando parece guardar
silencio sobre un tema crucial, la explicación podría ser que: a) La
cuestión es obvia de una traducción literal de los versículos y de la lógica
simple, que no requiere comentario. O, b) La cuestión puede entenderse
a la luz de una declaración anterior de Rashi en su comentario.
En nuestro caso, las Escrituras destacan sin ambigüedades que el
pueblo judío, al construir el Becerro, no intentaba encontrar un nuevo
dios sino, más bien, un reemplazo para Moshé (comp. con Rambán). La
historia comienza con las palabras “El pueblo vio que Moshé se
demoraba en descender de la montaña”, indicando claramente que los
eventos siguientes fueron apenas un intento de reemplazar a Moshé.
No obstante, el pueblo judío pidió a Aharón “dioses que marchen
delante de nosotros”, lo que parece sugerir que buscaban realmente una
deidad. Sin embargo, éste no podía ser el caso pues:
a) ¿Por qué habría de ir cualquier deidad “delante de nosotros”? ¡El
venerador debe presentarse ante su dios, y no a la inversa! Por lo tanto,
la palabra elokím/אלוקים aquí no podría traducirse como “dioses” sino
más bien como “líderes”.
De hecho, Rashi ya ha explicado antes que ésta es una traducción
posible, en Parshat Shemot (sobre el versículo “El será tu vocero, y tú
serás su líder” [4:16, véase también 7:1]), por lo que no precisa repetirse
a sí mismo aquí.
b) Del final del vers. 2 es obvio que estamos hablando de un reemplazo
para Moshé y no para Dios. El versículo dice explícitamente que la razón
de por qué ellos quisieron hacer elokím/אלוקים es porque “[en cuanto a
este hombre] Moshé, quien nos hizo subir de la tierra de Egipto, no
sabemos qué se hizo de él”. Claramente, la traducción correcta de
elokím/אלוקים aquí es “líderes”, pues el elokím/אלו קיםera un reemplazo de
Moshé.
A pesar de sus móviles puros, sin embargo, es fácilmente imaginable
cómo algunos del pueblo judío resultaron eventualmente confundidos, al
grado de que adoraron al becerro como un ídolo.
¿POR QUÉ UN IDOLO?
Aún tenemos que explicar por qué el pueblo judío consideró como
reemplazo apropiado para Moshé un Becerro de Oro.
Antes, en Parshat Terumá, Rashi explicó que Iaacov plantó árboles de
acacia en Egipto, y dijo a sus hijos que eventualmente saldrían de allí y
usarían estos árboles para construir el Tabernáculo (26:15). De esto
vemos que durante muchos años el pueblo judío había anhelado
construir el Tabernáculo.
Ahora se encontraron con que Moshé los había abandonado sin
ordenarles su construcción (pues la orden viene después, en Parshat
Vaiakhél). Un detalle que sí comprendieron sobre el Tabernáculo era que
su foco primario lo constituían los querubines, desde donde Dios
hablaba. Por lo tanto, supusieron que estos eran una suerte de
“intermediario” entre Dios y el pueblo judío que puede reemplazar a
Moshé.
Dios, de hecho, había prohibido la fabricación de réplicas de los
querubines, una orden que dio a Moshé explícitamente después de la
entrega de la Torá (véase Itró 20:20 y Rashi ibíd.). Pero Moshé todavía
estaba en la montaña y aún no había contado al pueblo judío de esta
prohibición. Esto explica por qué Aharón estaba dispuesto a participar en
la fabricación del Becerro de Oro pues, hasta ese momento, el pueblo
judío no tenía idea de que la réplica de los querubines fuera del
Tabernáculo estuviera prohibida.
Así, vemos que leyendo los versículos literalmente, teniendo presente
los comentarios previos de Rashi, toda la historia se aclara. Por lo tanto,
Rashi no precisó explicar por qué el pueblo judío hizo el Becerro de Oro.
UNA EXPLICACIÓN HALÁJICA
Aunque Aharón nunca adoró realmente al Becerro de Oro, sí participó
en hacerlo (v. 4. Véanse dos opiniones de Rashi ibíd.). Sin embargo,
podría argumentarse que Aharón no tenía prohibida la involucración con
el Becerro de Oro por la siguiente razón:
Normalmente, queda prohibido derivar cualquier beneficio de un
objeto que se ha usado para la veneración idólatra. Sin embargo, una
condición para esta norma es que el que rindió culto idólatra lo hiciera
con un ídolo de su propiedad. Sin embargo, si usó la propiedad de otro,
se aplica el principio de que “una persona no puede volver prohibido algo
que no le pertenece” (Avodá Zará 53b).
[Por ejemplo, si Rubén vierte vino sobre un ídolo, queda prohibido
derivar cualquier beneficio futuro del vino. Pero si toma el vino de
Shimón y lo vierte sobre un ídolo para fastidiarlo, no se torna prohibido,
pues, ¿por qué debería la Torá ayudar a Rubén a volver prohibido el
vino? Por lo tanto decimos que “la persona no puede volver prohibido
algo que no le pertenece”. Véase Shulján Aruj, Jóshen Mishpat 385:2,
Ioré Deá 5:3 — N. del A.].
Cuando Aharón dijo al pueblo judío que juntara oro, se cuidó de no
adquirirlo personalmente. Por eso dijo: “Quiten los pendientes de oro de
las orejas de sus esposas, sus hijos y sus hijas, y tráiganmelos a mí” (v. 2),
en lugar de decir: “dénmelos a mí”, lo que indicaría que deseaba
adquirirlos.
Como Aharón no se hizo dueño del oro, el hecho de hacer un ídolo
con éste no lo volvió prohibido. Y como Aharón nunca adoró realmente
al Becerro de Oro, resulta que él no tuvo involucración prohibida alguna
con éste del todo.
CUESTIONANDO LA EXENCIÓN DE AHARÓN
El Talmud indica que es posible hacer que las pertenencias de otra
persona se vuelvan prohibidas. Es cuando el propietario consiente
claramente que se use su objeto para la veneración.
[En el ejemplo previo, si Rubén hubiera pedido a Shimón que virtiera
el vino al ídolo, éste se habría vuelto prohibido].
En el tratado Avodá Zará (53b) se registra la siguiente discusión:
La Torá declara: “[Estas son las leyes que observarán para hacer en la
Tierra de Israel...] incinerarán sus árboles de veneración idólatra en el
fuego” (Reé 12:1, 3).
[El Talmud pregunta:] ¡Los árboles pertenecen al pueblo judío, pues la
Tierra de Israel nos fue legada por nuestros antepasados, y “la persona no
puede volver prohibido algo que no le pertenece”! (o sea, dado que los
no-judíos adoraron árboles que no les pertenecen, no deberían volverse
prohibidos. Entonces, ¿por qué tienen que ser quemados? — Rashi)
[El Talmud responde:] Cuando el pueblo judío adoró el becerro,
indicó que estaba interesado en la idolatría, por lo que cuando los
no-judíos vinieron [a la tierra de Israel y adoraron los árboles] lo hicieron
como agentes del pueblo judío.
Esto presenta un problema a nuestra solución anterior:
Del Talmud está claro que la exención de Aharón en base a que “la
persona no puede volver prohibido algo que no le pertenece”, se invalidó
cuando “el pueblo judío... indicó que estaba interesado en la idolatría”. A
la postre resultó claro que Aharón había hecho, en efecto, un ídolo. Esto
parece estropear todo nuestro argumento.
Sin embargo, en verdad, el argumento todavía sigue en pie, pues el
Talmud enfatiza que “cuando el pueblo judío adoró al becerro, indicó
que estaba interesado en la idolatría”. Esto prueba que nuestra exención
en razón de que “la persona no puede volver prohibido algo que no le
pertenece”, sólo se invalida adorando un ídolo. Y como Aharón nunca
adoró al Becerro de Oro, estaba totalmente eximido.
(Basado en Likutéi Sijot, Vol. 11, pág. 143 y ss.
Véase también Vol. 36, pág. 268)