En la Parasha "Ki Tisa” Ds' ordena a Moisés levantar el primer censo de los hijos de Israel: (Ki Tisa) y hacer el ungüento con el cual se debía ungir a Aarón y sus hijos. Es esta la parte "legislativa" de la Parasha.
En ella se relata además el conocidísimo primer pecado de Israel: el "becerro de oro".
Moisés se detiene en el monte Sinaí cuarenta días, y el pueblo impaciente "viendo que Moisés tardaba en descender del monte"(XXXII,1) decide construir un becerro que los guíe en el desierto pues: "Moisés aquel varón que nos sacó de la tierra de Egipto no sabemos que le haya acontecido" (XXXII,2). A impulsos del pueblo Aarón construye el becerro "Ante el cual dijeron: Israel, estos son tus dioses que te sacaron de la tierra de Egipto (Id, 4). Moisés al bajar del monte Sinaí observa al pueblo que baila a la manera de las orgías paganas, alrededor del becerro y arroja las dos tablas de la ley que tenía en sus brazos, para después postrarse ante Ds' en una plegaria pidiendo por el perdón de los hijos de Israel, perdón que. es otorgado por Ds’ quien ordenó a Moisés grabar en dos nuevas tablas, los diez mandamientos del Sinaí. Concluye la Parashá con los Dinim (preceptos) relativos a las tres festividades: Pesaj, Shavuot y Sucot, y la reiteración de la promesa de otorgar al pueblo elegido la tierra de los antepasados Eretz Israel, más con la prohibición de seguir las costumbres paganas destruyendo los falsos ídolos y altares y conservando la independencia espiritual.-
El pueblo de Israel en el Desierto constituye la primera fase de la historia judía, es su período de juventud, juventud que habrá de renovarse reiteradamente en el transcurso de su historia. El nacimiento de Israel significó un profundo cataclismo religioso, significó el derrumbe y la caída del paganismo y la idolatría.
Más el mismo pueblo que guiado por Moisés revoluciona el universo espiritual, elevándose hasta las máximas alturas cae en un momento al abismo del pecado, del cual se había elevado en Sinaí. Y esta caída parece ser motivada por la simple ausencia del conductor, que en el Monte Sinaí estudiaba y se compenetraba en la ley.
Esa afirmación es sin embargo paradójica, es incomprensible que el pueblo que recibió de Ds’ la Torá caiga repentinamente en la idolatría, y lo que ésta significaba, la inmoralidad y la injusticia por el mero hecho que Moisés se haya ausentado. Es por lo demás imposible que el pueblo que recibe de Ds' la ley y como primer mandamiento el monoteísmo, caiga nuevamente en las absurdas doctrinas egipcias, ya que el becerro de oro no es sino un transformación del buey apis, animal sagrado de la Mitzraim de los faraones.
Un profundo estudio de la Parashá nos llevará sin embargo, a la comprensión de lo ocurrido. Junto con el pueblo de Israel salió de Egipto el Erev Rav, es decir, una "gran legión" de egipcios que al ver los milagros de la salida de Egipto y al reconocer en Moisés a un gran conductor y en sus doctrinas una nueva luz, abandona la tierra de Egipto, para dirigirse con Israel al Desierto.
Estos sin embargo vienen empapados profundamente con el paganismo y la idolatría. De la misma manera muchos judíos que siguieron a Moisés, no lo hicieron compenetrados con todos los principios del judaísmo, pues en ellos quedaron muchos vestigios de las antiguas concepciones politeístas.
Vemos así como en el mismo pueblo que recibe la Torá, existían individuos y grupos que interiormente todavía no estaban en la “Madrega” (categoría) a la cual Moisés les quiso elevar dándoles la Torá, para ellos significaba la salida de Egipto, la estadía en el desierto y la entrega de la Torá, solamente actos mágicos de un gran hechicero que fue Moisés para ellos el judaísmo dependía únicamente del conductor, y no veían al que realmente hacía girar las ruedas de la historia, al Todopoderoso.
Es por ello que cuando Moisés tarda en regresar del monte Sinaí, y ellos temen por su vida, construyen el Egel Hazahav, el becerro de oro, por medio del cual los sacerdotes debían hacer uso de las propiedades mágicas que debían guiar al pueblo de Israel Para estos individuos lo que Moisés había hecho era solamente un cambio de nombre, una permuta de monarcas.
El Ds' hebreo era completamente igual a los demás dioses paganos, y había que llegar a él por intermedio de la magia, la hechicería y hasta los sacrificios humanos.
Como posteriormente lo hicieron los hechiceros y los falsos profetas del Baal (dios supremo de los fenicios), debían desgarrar sus carnes, hasta hacer brotar la sangre y debían ejecutar las danzas paganas para llegar a recibir el influjo mágico de la Divinidad.
Es por eso que al desaparecer Moises, erige el pueblo en su lugar el becerro. Esto no tocó en lo más mínimo la creencia en el monoteísmo y en el “Señor que nos sacó de la esclavitud", nacía todo sin embargo de una falsa concepción de la Divinidad, Por eso al aparecer Moisés destruye las tablas de la ley, pues ese pueblo es indigno aun de recibirla, ordena quemar el "Egel Hazahav" y exterminar la idolatría de los corazones de los hijos de Israel.
La Torá, nos enseña que existe un hondo abismo entre Religión y magia, y que la superstición es su peor enemigo, la unión con Ds’ nace no gracias a influencias mágicas, a fórmulas mágicas, talismanes o amuletos, sino gracias al perfeccionamiento interior, al cumplimiento de los mandamientos divinos y al respeto por la justicia y la dignidad humana.
El "Egel Hazahav", fue pues el último peldaño en la concepción de la Divinidad. No hacen falta intermediarios y no hay que temer por la “desaparición de Moisés”, en cada judío existe el Moisés en germen y cada judío puede llegar a la profecía y a Ds’
La oración de Moisés ante Ds' para que perdone el pecado de los hijos de Israel, es clásica,
Es la base de todas las plegarias y el modelo de todas las Tefilot (oraciones). En esta oración están las "Shlosh-Esre Midot":"las trece cualidades" referentes a la Divinidad, que Moshe proclamó solicitando el perdón divino y que nosotros repetimos todos los años en: "Iom Hakipurim": El Día del Perdón.
Vemos aquí uno de los pocos párrafos de la Torá que hablan de Ds' en sí. En la Torá no existe teología en la acepción corriente de la palabra, es decir, discusiones escolásticas y filosóficas sobre los atributos divinos, la Torá es un producto no de la filosofía sino de la Nebua: profecía, es decir de la unión profética y mística con Ds'. La Tora nos relata (XXXIV, 17-23) que Moisés solicitó el máximo favor de Ds’: “Muéstrame tu gloria", a lo cual le respondió: "Mostraré todos mis bienes delante de ti, mas no verás mi rostro pues no me verá un hombre y vivirá ... y apartaré mis manos, verás mis espaldas, mas mi rostro no verás".
Es este, como hemos dicho uno de los pocos versículos que hablan sobre la Divinidad en sí, más este versículo parecería completamente incomprensible, principalmente por las expresiones corporales que encierra. Grande es aquí incomprensión pero más grande es el pensamiento y la intención de estas palabras que nace de un profundo análisis.
Moshe pide a Ds’ que le muestre su gloria, quiere "ver" a Ds', comprenderlo, conocer todos los secretos de la Teología, que grandes filósofos creían conocer, a lo cual Ds’ responde. Mientras seas hombre, mientras seas finito, estas limitado y atado por la materia, no me podrás comprender; pues no me vera el hombre y vivirá”. Empero el hombre puede llegar a la Divinidad y debe hacerlo El hombre no solo tiene que oír sino también creer y estar convencido de que el Señor, el Ds' de Israel existe. No es este un problema común, un problema científico del cual el hombre común, no especializado puede desentenderse, un problema vital, una cuestión prácticamente de vida o muerte, algo que debe regir la conducta del hombre en su vida. Y la Torá nos enseña que podemos ver a Ds’: "Verás mis espaldas mas no mi rostro". Si es que no podemos llegar a Ds' de frente, es decir, no podemos concebirlo, no podemos entenderlo, podemos llegar "de espaldas”, es decir, elevándonos del mundo, de las consecuencias a las causas. "Mi rostro” es un símbolo de la aprehensión, del conocimiento directo de Ds', que es imposible; "Mis espaldas” significan el conocimiento de Ds’ que va de las consecuencias a las causas. Cuando nosotros estudiamos al mundo, a la naturaleza y nos compenetramos en ella, llegaremos a la. Emuna en Ds’.
Ese ha sido el camino de todos los pensadores y de todos los filósofos. De donde viene el mundo, de donde proviene el orden imperante, el admirable instinto de los animales, verbigracia que nunca se equivoca para que en general, está el mundo construido, todas estas preguntas nos llevan a una misma respuesta; Ds'. No se llega por ignorancia, sino por conciencia. Es este camino por el cual se llega a Ds' y es esto lo que Ds' le dice a Moisés "Y verás mis espaldas…” “Podrás llegar hasta mí, a pesar que a mí mismo no me veras pues eres hombre”. Las "Shlosh Esre Midot" que Moshe eleva en sus plegarias, reflejan toda la concepción judía sobre la Divinidad. De un lado nos muestra a Ds': “El "Señor Vengador", y del otro, lo llama el "Señor de la Misericordia". Estas son dos cualidades que parecerían opuestas pero que sin embargo se complementan; el Ds’ de Israel, es el Ds' de la Justicia, que premia y castiga al hombre según sus actos. No es la venganza humana, ni tampoco la misericordia, fruto de la debilidad son las dos cualidades que nacen de la justicia.
Luego de las consideraciones teóricas vienen los preceptos prácticos de las festividades, Cada festividad es un símbolo religioso y estudiándolas veremos cómo cada una de ellas-
El Shabat recuerda la creación, Ds' es el creador del mundo, que lo sacó de la nada, Pesaj y Sucot nos muestran a Da' moviendo las ruedas de la historia, es la Providencia divina que ordena y dirige todos los acontecimiento, y Shavuot nos muestra que Ds' no es el que los filósofos se imaginan, "un primer motor" lejano, que no se interesa en los humanos, sino para él el hombre, a pesar de su insignificancia, es por su espíritu el fin de la Creación; y, Insignificante "hombre", puede llegar hasta la Divinidad, y como en Sinaí alcanzar la Revelación y la Torá.-