Los problemas ya están solucionados y los enigmas revelados. "Yo soy Iosef" descubrió la única verdad que explicaba todas las vicisitudes y tribulaciones que los hermanos no pudieron concebir y entender. Iaakov desciende también él a Egipto donde su querido hijo habría de cerrar los ojos. Luego de ciento cuarenta y siete años de luchas y tribulaciones, de penas y esperanzas, se reúne Iaakov con sus antepasados y con Vaeiji (y vivió) se apaga lentamente la vida del último de los patriarcas y del principal pilar de la "Casa de Israel", el que luchó con hombres y ángeles y los venció.
Iaakov muere en el Galut pero desea ser enterrado en Israel. No puede admitir que su cuerpo descanse en tierra extraña e impura, y su hijo Iosef debe jurarle que llevará sus restos al sepulcro de sus padres, a la Mearat Hamajpela de Hebrón. A pesar de todas sus vicisitudes e infortunios, a pesar que gran parte de su vida debió transcurrir en el Galut, nunca se destruye el lazo que lo une a la tierra sacra y al destino de sus antepasados. Las últimas palabras de Iaakov son pues la expresión de sus sentimientos a la tierra y al pueblo, los dos principios magnos de su existencia.
En las Brajot, las bendiciones, notamos nítidamente su visión del pueblo judío. Sus 12 hijos no habrían de ser únicamente padres de una familia más o menos numerosa, sino como creadores del pueblo de Israel y rápidamente habría de cumplirse su profecía. En Egipto habría de aparecer el "antisemitismo" y el odio al pueblo judío nos muestra su existencia. No se trata ya de una familia, sino de una nación que conserva sus costumbres peculiares, su individualidad y sus doctrinas espirituales. El Midrash nos dice que tres fueron las causas de la conservación del pueblo en Egipto: "por tres motivos fue el pueblo de Israel redimido, por no cambiar sus nombres, no cambiar su idioma y conservar su pureza moral (Gilui Araiot)". Estas tres características nos describen la realidad de la situación en el Egipto y son un reflejo de la Diáspora en general. La conservación del lenguaje propio significa una vida nacional interna, la supervivencia y continuidad de la cultura y doctrina judías, los “nombres judíos” significaban la conservación externa, es decir la proclamación libre del judaísmo, la dignidad y la altivez nacional, y por último la pureza moral significó la no asimilación en el medio ambiente, la preservación de la individualidad nacional preservada de los peligros físicos y morales.
El Midrash nos relata que antes de morir, escuchó Iaakov de sus hijos la reafirmación de sus creencias y principios morales, el "Shema Israel" : “Oye Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es único”. Este Midrash es característico, es la expresión del máximo principio práctico del judaísmo; el Talmud Torá, la educación de las generaciones en base a los ideales del judaísmo. Es la aniquilación de la "muerte”. "Muerte" significa el fin, la interrupción, la negación y la nada en sí y en sus relaciones con el Universo todo. La educación significa temer a la muerte. El Talmud en una oportunidad expresa:
“צדיקים במיתתם קרויים חיים, רשעים בחייהם קרויים מתים"
Los justos, aun en su muerte, son llamados "vivos"; los malvados, aun en su vida, son llamados “muertos".
Esta afirmación se basa en ciertas particularidades observadas repetidas veces en la Torá pero más importante que su origen literal, es su significación intrínseca. Aun después de su muerte, la acción del justo es positiva; la del malvado, aun en su vida, negativa. Las impresiones que el hombre deja en el Universo son eternas e imperecederas, y cada acción, por insignificante que sea, no deja de tener influencias cósmicas. El Universo es un todo que se está constituyendo instante tras instante y cada hombre es arquitecto de esta construcción. No hay, por lo tanto, acción que se pierda o que perezca, y los justos aun en su muerte, poseen la vida. No analizamos ahora la inmortalidad del alma, no analizamos al hombre en su carácter personal sino en su significación social y universal, independiente de la supervivencia personal. Los justos perduran no sólo en sus almas, sino también en sus obras y en sus acciones y el ser malvado no significa solamente la perdición del alma, sino la muerte total, la aniquilación por medio de la vida y los actos. La Educación es uno de estos medios de inmortalidad, uno de los medios de la “vida” en la “muerte”, y mientras la educación se propague, aquellos que la iniciaron y propagaron, perdurarán. La muerte de la educación significa la muerte también de sus creadores.
Este es el sentido de la expresión del Talmud (Taanit V)
"Nuestro patriarca Iaakov no murió".
"Dijo Rabi Yojanan: "Nuestro patriarca Iaakov no murió". Díjole Rab Najman a Rab Itzjak:
"Acaso falsamente se lamentaron los lamentadores, falsamente lo lloraron y enterraron?". Respondióle: "De las sagradas escrituras lo aprendo: “Y tú no temas mi siervo Iaakov, te salvaré de las lejanías, y a tus hijos de las tierras de su cautiverio" (Jer XXX-910). Las escrituras, lo equiparan a sus hijos
מה זרעו בחיים אף הוא בחיים
Al igual como su descendencia está en "la vida", también él: "en la vida".
El Talmud, nos muestra el Jojma Im Najala, nos muestra con ella el significado de la expresión: "Iaakov nuestro patriarca no ha muerto". La redención de los hijos de Iaakov, es también la redención del patriarca, y mientras ellos vivan, vivirá el también. El Jojma Im Najala nos muestra que el último versículo sobre la vida de Iaakov es característico:
"Y termina Iaakov de ordenar a sus hijos... y se reunió a su pueblo" (XLIX, 33). Iaakov sólo murió después que terminó de "ordenar" a sus hijos, sólo al terminar su misión educativa, puede reunirse con su pueblo, con la conciencia de la misión cumplida. Iaakov perdurará mientras sus descendientes sigan su camino y el espíritu de Iaakov será redimido del cautiverio, con sus hijos, los hijos de Israel en la Redención total, la Geula Shlema.
Este es el sentido de la afirmación de fe de los hijos de Israel, el Shema Israel. Los últimos minutos de Iaakov se acercaban y una terrible duda asaltó por momentos a Iaakov: habrían sus hijos de seguir su senda? La respuesta fue corta y sencilla: "Oye Israel, El Señor es nuestro Dios, el Señor es único", Es ésta la profesión de fe del judaísmo, su principio máximo y la condensación de sus ideales; este versículo basta para marcar una senda y sellar un destino, y por ello se convirtió este versículo en el símbolo del judaísmo, y éstas se han convertido en las últimas palabras de los mártires judíos que cayeron durante generaciones Al Kidush Hashem.
Mas si grande es la muerte Al Kidush Hashem, más aún lo es la vida santificando su sacro nombre. Hay quienes: "compran” su mundo en un rápido acto de heroísmo, "en una hora" según la expresión del Talmud:
“יש קונה עולמו בשעה אחת"
Más difícil, empero, es convertir a la vida entera en una sucesión de actos de heroísmo, en transformar los principios teóricos en realización práctica y en compenetrar con ella la vida diaria. Uno de los preceptos morales del Talmud nos dice:
“לעולם ירגיז אדם יצר טוב על יצר הרע"
"Eternamente "irrite" el hombre el Ietzer Tob sobre el Ietzer Hara (Berajot V). Cuál es el significado de Iargiz (irrite)? El Baal Hatania, creador del Jabad, el Jasidismo intelectualista se detiene mostrándonos en él un principio moral y psicológico. El hombre debe siempre irritar el Ietzer Tob sobre el Ietzer Hara, es decir al buen sobre el mal instinto, es decir nunca se debe pactar con el mal, sino por el contrario estar siempre en “irritación" con él, es decir luchar con él y lo que significa. El hombre no debe buscar caminos intermedios, que permitan a su conciencia quedar en paz con Dios y con el Diablo.
Si el hombre posee una verdadera conciencia religiosa, no puede resignarse a la "paz" o a un "armisticio" entre el bien y el mal, sino por el contrario debe luchar por el completo triunfo del bien y la aniquilación del mal.
Lo mismo ocurre con el pueblo. El pueblo se halla en Egipto, rodeado por los peligros de la asimilación. Egipto es la fortaleza de la ciencia oculta, de la hechicería y del oscurantismo, a la vez que la máxima potencia cultural y política del mundo conocido y en ella se debate el pueblo de Israel. Debía Israel buscar sendas sintéticas que lo acercaran al medio ambiente, debía Israel buscar la paz nacional con el magno Egipto?
Sin embargo Israel no pactó. No perdió su moral, no cambió su idioma y preservó su nombre. Israel sigue siendo Israel. Israel sigue viviendo y escuchando:
"Oye Israel, el Señor es nuestro Dios y el Señor es uno".