Canalizar la ira hacia el temor reverencial a Dios

Canalizar la ira hacia el temor reverencial a Dios

 Dios estallo en ira contra Uzá. Esta actitud generó el enojo de David, que en definitiva solo quería el respeto a Dios. Pero aun así, David no se queda con el enojo guardado en su corazón, sino que lo canaliza hacia el temor reverencial.

.Tras una etapa prolongada en la que el Arca deambuló por varios lugares, David quiere tomarlo y llevarlo a Ierushalaim.

Lo hace en un marco muy honorable y sumamente impactante, junto con una gran comitiva que llega para sacar el Arca de la casa de Avinadav, situada en la Guibá. Como se trata de la última vez que el Arca será trasladado de su sitio, David está persuadido de que no es necesario cargarlo sobre los hombros y por parte de los Leviim, los Levitas, como se acostumbraba en el desierto, cuando el Arca deambulaba de un sitio a otro, sino precisamente de un modo que marca el final de una época.

Ahora, ya no será cargado sobre los hombros sino que será trasladado en un carro nuevo hasta el lugar donde quedará para siempre, la ciudad de David, aledaña a Ierushalaim. Por ello, también según la opinión de David, era apropiado que sea trasladado por los Cohanim, los Sacerdotes, y no los Leviim, pero Dios consideraba que aún no había madurado el momento y a raíz del hecho de Uzá que quiso sostener el Arca con su mano, Dios se enoja con Uzá y lo mata en el lugar. La alegría se interrumpe y como consecuencia de ello, surge la cólera de David al haber estallado la ira de Dios contra Uzá (Versículo 8). David se siente desilusionado y frustrado por el hecho de que él hizo un esfuerzo para glorificar el nombre de Dios, y en lugar de ello, recibió un golpe tan duro.

 

 

Sin embargo, vemos que David nos enseña que a pesar de que a veces Dios no reacciona del modo que pensamos en un inicio, e incluso parece que, Dios libre y guarde, no actúa en nuestro beneficio, no debemos quedarnos con la sensación de enojo. Debemos canalizar la ira a un lugar más elevado y es el temor reverencial a Dios (Versículo 9). Lo que nosotros consideramos correcto, no siempre coincide con los planes de Dios y por supuesto, que no marca la forma de comportamiento de Dios. En un momento así, debemos inclinar nuestra cabeza y auto-anularnos ante la voluntad Divina, a partir de del reconocimiento y la valoración de que se encuentra muy por encima de nuestro entendimiento.

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