Las épocas de redención y salvación no brindan respuesta a la cuestión del enorme dolor por la destrucción. Por consiguiente, el pueblo de Israel continúa ayunando el día Tishá BeAv, Nueve de Av, y llorando por la destrucción.
El segundo Beit Hamikdash no representó un sustituto del primero, y no solamente por los cinco elementos que diferenciaron al primer Gran Templo del segundo (ver en Iomá 21b); con todo el éxito del segundo Beit Hamikdash, había una función que no lograba ejecutar, un problema que no estaba en condiciones de resolver. El segundo Beit Hamikdash no reflejó una respuesta y una solución a la problemática de pensamiento que plantea el libro Eijá-no hay respuesta para el interrogante que se halla detrás del fenómeno de la destrucción, la antigua problemática de “al justo le va mal y al malvado le va bien”. El Templo fue destruido, las mujeres fueron violadas y se impurificaron, profetas y Cohanim fueron asesinados, y todo esto a manos de un pueblo impuro y cruel. Esta pregunta quedó sin respuesta y colmada de dolor-sin solución alguna, aun después de la construcción del segundo Beit Hamikdash…
Los ancianos, los Cohanim y los Leviim, que vieron el primer Gran Templo, recordaban su destrucción, vieron el derramamiento de sangre de decenas de miles de judíos, aún no habían olvidado la destrucción de la atierra, y todavía preguntaban “Eijá”, “Cómo” y lloraban.
Sin duda alguna, se le debe agradecer a Dios por su misericordia y bondad, pero esto no resuelve el interrogante del “Cómo”. Al llegar Tishá BeAv, tras la inauguración del Gran Templo, nuevamente pronunciaron la lamentación “Cómo estaba sentada solitaria”, a pesar del resurgimiento nacional en el segundo Beit Hamikdash y a pesar de la santificación del nombre de Dios revelada entonces.
¿Acaso Iom HaAtzmauat, el día de la Independencia de Israel, responde a la pregunta de ¿“Eijá”, “Cómo”?... ¿Acaso un gobierno judío o un éxito militar son considerados una compensación de todo el sufrimiento y muerte de los años de exilio? No se puede expresar que éste sea el precio de seis millones de judíos masacrados. Es una expresión de crueldad e insensibilidad total. ¿Acaso todo el regocijo de la victoria en la guerra de los Seis Días, responde a todos los interrogantes surgidos en épocas previas? ¿Acaso no quedamos tan desconcertados y confundidos como lo estábamos antes? ¿Acaso esa victoria tenía la capacidad de calmar nuestro dolor y apaciguar nuestro espíritu? ¿Acaso puede responder a nuestros problemas y dudas? ¿Acaso no debemos volver a preguntar, al igual que Irmiahu,”Cómo”? Mientras la voluntad divina permanezca oculta tal como lo estaba durante la oscura noche del ocultamiento, mientras los acontecimientos históricos aún no hayan sido esclarecidos desde una perspectiva global y verdadera, mientras el mundo se mofe de nosotros por nuestra fe en el Dios Misericordioso y Piadoso, mientras al cuestionamiento “Eijá”, “Cómo” no es resuelto-no podemos dejar de observar el día Tishá BeAv, Nueve de Av; mientras un judío pregunte “Eijá”, “Cómo”, debemos seguir ayunando en ese día. Sólo cuando logremos develar el enigma de “Eijá”, “Cómo”, en ese momento, dejaremos de realizar el quinto ayuno.
Editado por el equipo del sitio de Tanaj
(Extraído de la clase dictada en el año 5728 en el sitio VBM de la Academia Rabínica “Har Etzion”).
Rabino Iosef Dov HaLeví Soloveitchik -uno de los líderes espirituales del judaísmo ortodoxo en Estados Unidos en el transcurso del siglo XX. Nieto del Rabino Jaim de Brisk. Un genio en materia Halájica, director de Yeshivá y pensador. Uno de los líderes del movimiento Mizraji.