Mientras la divinidad mora en el seno de la tierra, las tribus de Israel son una especie de carroza para la divinidad. Esta cualidad especial está ante todo vinculada con la santidad familiar que singulariza al pueblo de Israel en el desierto. “Cuán bellas son tus tiendas Iaacov” (Versículo 5).
Las tribus de Israel acompañan a la divinidad en su traslado como una especie de carroza. Mientras la divinidad se halla en la esfera celestial-son los ángeles los que la acompañan en su traslado, y representan una especie de carroza. No obstante, debido a que Dios optó por posar su divinidad en el seno de la tierra- he aquí que se requieren acompañantes sustitutos y una carroza sustituta. El trono de Dios son los Querubines y el Mishkán (Tabernáculo) construido por Israel por mandamiento de Dios, y sus acompañantes son el pueblo de Israel que acampan “alrededor del Mishkán”, cada hombre en su campamento y cada hombre junto a su estandarte.
Y sin embargo si observamos en el libro Iejezkel vemos que la descripción de la carroza que figura en el marco de la consagración de Iejezkel como profeta, está relacionada con el alejamiento de la divinidad. Otra connotación es, que el profeta Iejezkel que se halla en Babilonia, describe la divinidad que abandona su recinto en la tierra, abandona al pueblo de Israel que la acompaña permanentemente en la tierra de Israel, y retorna a sus acompañantes celestiales-los ángeles.
En nuestro capítulo Bilam no contempla al pueblo de Israel en su simple aspecto exterior, sino que profundiza para ver una cualidad determinada del pueblo de Israel. El texto describe que Bilam vio al pueblo de Israel “que moraba según sus tribus” (Versículo 2), el ejemplar orden del campamento de Israel, acorde al orden de las tribus estando cada una relacionada con sus clanes y sus prosapias, y a partir de ello surge la maravillosa bendición: “Cuán bellas son tus tiendas Iaacov, tus moradas, Israel” (Versículo 5).
En nuestra conciencia relacionamos el desierto salvaje con un mundo sin fronteras, con una locura descontrolada. El desierto es un sitio en el que no hay población humana, un lugar en el que las cabras danzan, y he aquí, que dentro de la falta de límites y la carencia de orden que refleja el desierto-seiscientas mil personas, con excepción de infantes y mujeres, deambulan según sus tribus y clanes. Justamente, en el contexto del desierto sobresale la cualidad del pueblo de Israel, quienes saben construir banderas y tribus, que logran llevar adelante hogares y familias.
Vemos pues, que la carroza de la divinidad en la tierra, que tiene el perfil de Israel, está ante todo relacionada con el sistema de relaciones interno en cada tienda, en cada hogar, que incluso en el desierto salvaje-cada niño sabe quién es su padre y quién es su madre.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj
Gentileza del sitio VBM de la Academia Rabínica "Har Etzion".