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¿Cómo debían “cuidarse muy bien”? (v. 15)
RAMBAM: Tener un cuerpo plenamente saludable es de los caminos de [el servicio a] Dios, pues es imposible tener entendimiento o conocimiento [de Dios] cuando uno está enfermo. Por eso, la persona debe distanciarse de las cosas que dañan el cuerpo (Leyes de la Conducta Moral 4:1).
MAGUÍD DE MEZRITCH: Un pequeño orificio en el cuerpo provoca un gran orificio en el alma (HaTamím 7:28).
SHULJÁN ARUJ HARAV: Uno no puede pegarle a su prójimo, incluso si aquel lo autoriza, pues la persona no tiene en absoluto derechos sobre su cuerpo, sea en relación a pegarle, avergonzarlo, provocarle algún dolor o siquiera privarlo de alimento o bebida — a menos que se lo haga como parte del proceso de teshuvá, en cuyo caso es en su beneficio, para salvar su alma... Por eso está permitido ayunar en aras de teshuvá (Hiljot Nizkéi Guf VeNéfesh, ley 4).
ZOHAR: La debilidad del cuerpo es la fortaleza del alma (I, 180b).
Torat Menajem
Cuidarse muy bien de la salud física depende de la salud espiritual. Si antaño se ponía énfasis en ‘mens sana in corpore sano’ (una mente sana en un cuerpo sano), en la actualidad es convicción general que incluso un pequeño defecto espiritual provoca un grave defecto físico; y que cuanto más sano sea el espíritu y mayor su preponderancia sobre el cuerpo físico, tanto más grande es su habilidad para corregir o sobreponerse a las falencias físicas; tanto, que en muchos casos incluso los tratamientos, prescripciones y drogas físicos son considerablemente más efectivos si están acompañados por la fuerte voluntad y determinación del paciente por cooperar.
Nótese que Rambam recalca cómo “tener un cuerpo plenamente saludable es de los caminos de [el servicio a] Dios”, una idea más enfatizada aún por el Maguíd de Mezritch (véase Preguntas Clásicas).
Puesto que la salud física depende de la salud espiritual, la persona que enferma, Dios libre, debe revisar sus actos pasados para tratar de identificar qué falencia pudo haber causado la enfermedad. Sin embargo, este enfoque debe encararse solo en cuanto a la propia falta de salud física. Cuando uno ve que otra persona está enferma, no debe pensar que fue producto de una falencia espiritual, pues se nos dice “No juzgues a tu semejante hasta no haber estado en su lugar” (Avot 2:4; véase Tania, cap. 30).
Nuestra primera reacción hacia una persona enferma debe ser, por el contrario, que su enfermedad bien pudo haber sido causada por su salud espiritual, pues tal vez ha debilitado su cuerpo ayunando en el proceso de hacer teshuvá (véase Shulján Aruj HaRav).
La afirmación del Zohar, que “la debilidad del cuerpo es la fortaleza del alma”, no significa que el debilitamiento mismo del cuerpo provoca un crecimiento espiritual. Más bien, su intención es que el deseo por lo físico, en aras de sí mismo, es contraproducente para el crecimiento espiritual de la persona.
(Basado en Likutéi Sijot, vol. 6, pág. 326; Sijat Shabat Parshat Miketz 5739).