Yeshaiahu describe la falta de justicia, a raíz de la cual, llegará la destrucción a la ciudad. No obstante, en la redención que habrá de llegar, no regresarán a la ciudad y a su cultura, sino precisamente a la vida sencilla de los pastores en la nauraleza-allí, la persona verá que la dicha no está supeditada a la riqueza sino que se halla, en la simpleza de la naturaleza.
“He aquí que para hacer justicia reinará un rey, y príncipes gobernarán para ejecutar juicio” (versículo 1). Este versículo puede ser leído como una frase a cuyo final hay un signo de interrogación y un signo de admiración-¿y es que acaso el objetivo del gobierno es la justicia? El profeta continúa y clama que ahora la situación no es así y que la maldad domina el mundo. “El vil no será más, llamado generoso, ni el tramposo será dicho dadivoso; porque el vil habla vilezas, y su corazón obra iniquidad, para practicar la impiedad, y para hablar error contra el Señor” (versículos 5-6), es decir, sólo en el futuro, las personas verán lo que ahora no contemplan.
En la continuidad de la profecía, Yeshaiahu describe la destrucción de la ciudad: “...Sobre la tierra de mi pueblo subirán espinos y zarzas, sí, sobre todas las casas de placer en la ciudad alegre. Porque el palacio está abandonado, la ciudad populosa, abandonada, la fortaleza y la torre de centinela son madrigueras para siempre, regocijo de asnos monteses, pasturaje para rebaños... y aquella ciudad (enemiga) será enteramente abatida” (versículos 13-19). La ciudad y sus palacios son un centro colmado de competencia y mentira. En la ciudad, el vil, se presenta a sí mismo como un justo, y en la cultura del dinero, nadie ve la falsedad. La ciudad será destruida, pero la redención no reflejará el regreso a la ciudad y a su cultura, sino un retorno a la vida simple de los pastores: “Hasta que sea derramado sobre nosotros el espíritu desde lo alto, y el desierto se convierta en campo fructífero, y el campo fructífero sea reputado como selva. Entonces morará la rectitud en el desierto, y la justicia habitará en el campo fructífero; y la operación de la justicia será la paz, y el resultado de la justicia, calma y confianza para siempre. Y Mi pueblo habitará en mansión de paz, en moradas seguras, y en descansaderos tranquilos” (versículos 15-19). Allí, estará todo bien, y allí el hombre verá que la dicha no está supeditada a la multiplicidad de posesiones y tal vez, justamente en la simpleza de la naturaleza se halle la felicidad humana perdida en la ciudad.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj
Cortesía sitio 929