La presencia del hombre allí donde se halla Dios, es el deseo de la persona en toda la Torá. En el jardín de Eden tuvo lugar esta particular presencia, y volverá a darse con el ingreso del pueblo de Israel a la tierra de Israel, en la cual se habrá de revelar la divinidad.
Los versículos 27-28 describen la expulsión del enemigo y el asentamiento de Israel en su tierra: “Él ha desterrado de ante ti al enemigo…y ha morado Israel seguro”. Los vocablos “Él ha desterrado” y “y ha morado” figuran juntos en la Torá solamente una vez más: “Cuando expulsó al hombre, colocó al Este del huerto de Eden los querubines, y al fulgor de la espada que rotaba” (Bereshit capítulo 3, versículo 24). Parece que la Torá desea insinuarnos la relación existente entre la expulsión del hombre del jardín de Eden, descripta en el comienzo de la Torá, y el asentamiento de Israel en su tierra mencionado en la bendición de Moshé, en el final de la Torá. Parece que la Torá desea expresar que el ingreso de Israel a su tierra, cierra el círculo que se iniciara con la expulsión del hombre del jardín de Eden.
La expulsión del hombre del jardín de Eden anuló la intención de Dios de colocar al hombre, la corona de la creación, en un lugar selecto entre todas las creaciones del mundo. La particularidad del jardín, se refleja principalmente en el hecho que en él Dios se encaminaba durante el día. Si hubiera logrado el mérito, la persona hubiera comido allí del árbol de la vida y hubiera sido eterno, en el lugar donde Dios se encamina. La presencia de la persona en el lugar donde se halla Dios, es el deseo de la persona en toda la Torá. La expulsión de la persona anuló esta intención; el hombre no morará más en el jardín de Eden, y los querubines y el fulgor de la espada que rotaba habrán de preservar la senda del árbol de la vida de aquel que no es digno de ella.
Y sin embargo, la primera intención de Dios-colocar a la corona de la creación en un lugar selecto entre todas las creaciones, a fin de que la persona tenga el mérito de disfrutar de la bondad de Dios en el lugar donde Él revela su Divinidad y se encamina-dicha intención no fue anulada. Sino que a partir de ahora, dicha intención será investida con otra forma y allanará otras vías, muy extensas y sinuosas.
Con el final de la Torá, la misma nos anuncia que esa primera intención de la creación se concreta ahora, con la expulsión del enemigo y el asentamiento de Israel en su tierra, una tierra de cereal y de mosto, cuyos cielos gotean rocío. El pueblo de Israel reemplazó al hombre, y la tierra ha sustituido al jardín de Eden.
La revelación de la Divinidad, que se dio en un pasado en el jardín de Eden, es ahora la mayor virtud de la tierra de Israel. Incluso, también el asentamiento de Israel en su tierra está supeditado al servicio a Dios, exactamente como la permanencia del hombre en el jardín de Eden estuvo supeditada al mandamiento recibido de no comer del árbol del conocimiento.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj.
Gentileza del sitio VBM de la Academia Rabínica "Har Etzion".