El amor es una realidad emocional en la cual una persona se identifica con su prójimo, hasta que lo ama como se ama a sí mismo. Y así se quiebra su marco egoísta y mezquino, y comienza a contemplar el mundo como realmente es, y a través de ello la fe se revela.
Dijo Rabí Akiva: “Y amarás a tu prójimo-es un gran principio en la Torá” (Vaikrá 19, 18, Sifra, Talmud Ierushalmi, Tratado de Nedarim 9,4) ¿Cuál es el gran principio incorporado al precepto “y amarás a tu prójimo como a ti mismo”?
La explicación simple es, que todos los preceptos del hombre para con su prójimo están incluidos en el precepto “Y amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Visto y considerando que la mayoría de los preceptos con los que la persona se encuentra en su vida se ocupan de cuestiones entre el hombre y su prójimo, resulta que “Y amarás a tu prójimo como a ti mismo” es el gran principio, que es la base para su existencia.
Además de ello, numerosos preceptos pueden cumplirse sin intención,pero los preceptos de la persona para con su prójimo son imposibles de cumplir sin amor. Por ejemplo: ¿Cuál será el sentido de visitar a un enfermo en forma mecánica sin un vínculo personal con el enfermo? Sin “Y amarás a tu prójimo como a ti mismo” no pueden ser cumplidos muchos preceptos.
No obstante, el concepto innovador de Rabí Akiva es, que no solamente los preceptos para con el prójimo dependen del amor al prójimo, sino que incluso los preceptos para con Dios dependen de ello. Una persona que no ama a sus prójimos es una persona egoísta, ensimismada y ocupada en satisfacer sus deseos y necesidades particulares, y una persona así no está capacitada para elevar sus ojos y preguntar quién creó el mundo. Él se interesa en el mundo sólo a fin de utilizarlo para sus necesidades particulares, pero el mundo como tal no le interesa, y del mismo modo, tampoco le interesa el creador del mundo.
El salto del egoísmo estrecho a los espacios de la fe es realizado a través del amor. Sin amor, todo el mundo se contrae dentro de una pequeña burbuja de egoísmo, en la que no hay espacio para ideales espirituales. Sólo la persona que conoce lo que es el amor, puede comprender qué es la fe. Y el amor no es sólo una palabra, sino una realidad emocional con la cual la persona se identifica con su prójimo, hasta que lo ama como se ama a sí mismo. Y así se quiebra el marco egoísta y pequeño, y comienza a contemplar cómo es en realidad, y a partir de ello la fe se revela. Por ello dijo Rabí Akiva: “Y amarás a tu prójimo como a ti mismo-es un principio importante en la Torá”.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj y Maor Horowitz, Academia Rabínica "Har Brajá"