Dibújame una oveja

Dibújame una oveja

Cada generación tiene sus profetas. Cada generación y su profeta Natán. De la “pobre oveja” del profeta Natán hasta “Para ello”, de Natán Alterman. Cada profeta en su generación debe elevar su voz contra la injusticia y aumentar la justicia y la honestidad.

El episodio de “la oveja del pobre”. Algunos versículos, que incluyen en su interior mundos enteros. Valores fundamentales vigentes por generaciones. Un fracaso moral. El arrepentimiento y el retorno. El pecado y su castigo. Pobres y ricos, un rey, sacerdote y profeta. Todos eran sus hijos.

La intensidad del episodio se halla en su brevedad. Una maravillosa destilación. Grandes ideas en pequeñas palabras. Simples y comprensibles para todos. El profeta Natán no hace mucho. Sólo coloca un gran espejo, cóncavo, feo, ante los ojos del rey, el líder: “Tú eres el hombre” (versículo 7). No como sucede con los líderes contemporáneos, que por lo general piden que se les cambie el espejo por uno más favorable, o de inmediato, contratan a uno de los mejores abogados, un asesor de comunicación, un especialista en relaciones publicas y una serie de portavoces, con el objetivo de explicar “que se trata de un error”, “que están siendo injustos con ellos”, el rey David reconoce su fracaso “He pecado contra Dios” (13). ¡Ojo por ojo! Una palabra por otra palabra. Dos palabras por dos palabras: “Atá Haish”,  “Tú eres el hombre”-“Jatatai laHashem”, “He pecado contra Dios”.

El trágico final del episodio, la muerte prematura del niño, representa también la posibilidad de una nueva esperanza. Con en la balada de aquel que deja el Kibutz, David disipa la vana esperanza de sus adeptos: “pero él no volverá a mí” (versículo 23). Desde el duelo, el pesar y el dolor, la dura sensación del fracaso moral, el reconocimiento del pecado y el terrible castigo, el rey David emprende un nuevo camino con la esperanza de un futuro mejor.

Natán, es un profeta. Pero, a diferencia de otros profetas, su palabra no es acompañada por tonos altos, ricas imágenes. También se abstiene de exhibir su poder mediante toda clase de milagros y hechizos, magias y encantos. Relata un cuento. Como en otras épocas. “Había una vez un rico. Y un pobre. Y una oveja”. Al igual que el principito, también el profeta Natán “nos dibuja una oveja”, en el transcurso del relato.

Cada generación con sus profetas. Cada generación tiene su profeta Natán. Desde “la oveja del pobre” del profeta Natán hasta la creación de ”Para ello” de Natán Alterman. El profeta, el hombre espiritual, el intelectual, no puede quedarse anclado en el castillo de marfil. El gran creador, en las alturas del Olimpo académico. Debe bajar al pueblo, recorrer los mercados y las calles, aumentar la justicia y la honestidad, reprender en el portón de acceso y protestar contra las injusticias.

Así era en aquellos días. Así también, en nuestros tiempos.
Gentileza sitio 929

 

Volver al capítulo