Efraim, el hijo amado

Efraim, el hijo amado

Un amor no correspondido es el que se halla en la base de la relación de Dios con Israel. Efraim es el ejemplo de este amor: el hijo elegido, al cual, el amor prodigado a él lo ubicó en un lugar privilegiado, y he aquí que él olvida retribuir amor, y sabe, en lo profundo de su corazón, que no habrá de ser castigado.

El profeta Hoshea se dirige al pueblo treinta y siete veces utilizando el apelativo “Efraim”. Pero sólo en el capítulo 11, el nombre “Efraim” es interpretado como una expresión de amor.

 (1) Cuando Israel era niño, Yo le amé, y de Egipto llamé a Mi hijo.

(2) Pero cuanto más los llamaron (Mis profetas), tanto más se alejaron de éstos sacrificando a los Báales, y quemando incienso a los ídolos.

(3) Yo enseñé a andar a Efraim, tomándole de sus brazos: mas ellos no reconocieron que Yo los cuidaba.

(4) Con cuerdas humanas los atraía, con vínculos de amor; y era para con ellos como los que alzan el yugo de sobre su quijada, e inclinaba el alimento delante de ellos.

Efraim aparece en el capítulo como un joven travieso, al que lo aman, y no se lo puede castigar por sus pecados de juventud.

Efraim, el hijo de Iosef, fue elegido por Iaacov como el primogénito de los hijos de Iosef, a pesar de no ser el primogénito natural.

El pueblo de Israel es denominado “Efraim”-el primogénito elegido, el primogénito amado. Y este primogénito, cuando abandona a su padre, el padre no puede castigarlo. Y se debate entre el amor y el enojo. Y esta actitud ambivalente genera aun dialogo muy especial entre Dios e Israel, entre el profeta y Efraim, que le da la espalda.

También Irmiahu hace hincapié en esta ambivalencia:

He escuchado atentamente a Efraim que así se lamentaba: "Tú me castigaste, y yo fui castigado como novillo indómito. Hazme volver, y yo me volveré, porque Tú eres el Señor, mi Dios. Ciertamente después que me volví (a Ti), me he arrepentido, y después que fui enterado (de mi pecado) me golpeé el muslo (de arrepentimiento); estoy avergonzado y también confundido, porque llevo el oprobio de mi juventud. ¿No es Efraim para Mí un hijo querido? ¿No es un niño precioso? Pues cuantas veces hablo de él, Me acuerdo de él con ternura todavía; por tanto Mis entrañas se conmueven por él; ciertamente tendré compasión de él, dice el Señor. (Irmiahu, capítul 31, versículos 17-19)

Y el profeta Hoshea resume su relación con Efraim con palabras similares:

 (8) ¿Cómo te he de dar, oh Efraim? ¿Podré Yo entregarte, oh Israel? ¿Cómo te he de hacer como Admá? ¿Cómo te pondré como Tsvoím? ¡Se ha revuelto Mi corazón dentro de Mí, Mis compasiones a una se inflaman!

(9) ¡No ejecutaré el ardor de Mi ira, no volveré a destruir a Efraim: porque Dios soy, y no hombre, el Santo que estoy en medio de ti; y no vendré a ti en ira!

El  amor no correspondido es el que se halla en la base de la relación de Dios con Israel. Efraim es el ejemplo de este amor: el hijo elegido, al cual, el amor prodigado a él lo ubicó en un lugar privilegiado, y he aquí que él olvida retribuir amor, y sabe, en lo profundo de su corazón, que no habrá de ser castigado. “No volveré a destruir a Efraim… y no vendré a ti en ira”.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj

Cortesía sitio DAAT.

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