El Arca, a la cabeza del pueblo

El Arca, a la cabeza del pueblo

En el momento de los traslados en el desierto, el Arca, por lo general, se hallaba en el centro del campamento. En dos casos excepcionales, el Arca fue colocada a la cabeza del pueblo y lo condujo: al inicio de la travesía por el desierto y en el comienzo del ingreso a la tierra, en momentos de cruzar el Iardén. Así se inauguraron estos traslados, en el desierto y en la tierra, con una aparición divina y todo este movimiento será referido a un liderazgo supremo.

El Arca tenía un rol clave en el cruce del Iardén y fue mencionado en la Parashá numerosas veces. El Arca es un sitio para la divinidad y  el carruaje sobre el cual apareció en el desierto y permitió el ingreso de Israel a la tierra.

En dos casos excepcionales, el Arca fue colocada a la cabeza del pueblo. Una vez en el primer traslado, al salir del monte Sinai hacia la tierra, entonces el Arca lideró la marcha del pueblo durante tres días para darles un respiro: “Y ocurrió que cuando se desplazaba el arca, Moshé decía: Surge, Adonai, y que se dispersen tus adversarios y que huyan los que te aborrecen de ante Ti” (Bamidbar, capítulo 10, versículo 35). La segunda ocasión, se dio en este episodio, una vez más el Arca estuvo a la cabeza del pueblo tras cuarenta años, en momentos de ingresar a la tierra y el comienzo de la conquista.

El hecho de que el Arca está a la cabeza del pueblo, es una réplica de la salida de Egipto, como está citado: “Pero Adonai iba delante de ellos durante el día con una columna de nubes para guiarlos por el camino” (Shemot, capítulo 13, versículo 21), del mismo modo, el Arca va a la cabeza del pueblo de Israel para indicarles el camino.

Esta salida del Arca estaba en clara oposición con el orden previsto para los traslados. En esos casos, se hacía de todo a fin de que el Arca quedara en el centro del traslado con el Mishkán, el Tabernáculo (Shemot, capítulo 2, versículo 17) mientras que en estos casos, el Arca encabeza la marcha.

En ambos casos, la gran travesía comienza con una aparición divina, y a través de la misma, todo el movimiento será referido al liderazgo supremo. La vida en el desierto fue dirigida por una maravillosa bondad, y en la guerra de Yehoshua continuó en forma parcial, habiéndose colocado a la cabeza el comandante del ejército del Eterno y así se combinaron el milagro y la naturaleza.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Oz vaAnavá, Yiunim beYehoshua Shoftim" publicado por "Midreshet haGolán".

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