El Jatam Sofer (Rabino Moshé Sofer, 1885-1944, prominente líder del judaísmo ortodoxo en el siglo XX) estableció que el espíritu humano y su alma quedan en su cuerpo y por consiguiente, la Torá impone el cuidado del cuerpo del muerto. El Maharam (Acrónimo hebreo de Morenu HaRav Moshé) Shik señaló que el respeto por el cuerpo del difunto se debe al espíritu viviente que hubo en él y de todos modos, para el caso que se requiera salvar alguna vida-está permitido dañar el cuerpo del fallecido.
En nuestro capítulo, la Torá nos advierte que no dejemos el cadáver del colgado oscilando sobre el cadalso: “Cuando hubiere contra un hombre cargo de ofensión; causa criminal, y fuere muerte y lo colgares sobre el cadalso. No harás pernoctar su cadáver sobre el cadalso, pues sepultar habrás de sepultarlo en aquel día, ya que por blasfemia de Elohim él está colgado” (Versículos 22-23)
El comentarista Seforno explicó que en el versículo “por blasfemia de Elohim él está colgado” la palabra “Elohim” no se refiere a Dios, sino al alma humana: dañar el cuerpo es un perjuicio y un desprecio al alma que habitó en él. El término “Elohim” tiene diversos significados, y aquí la intención es describir el desprecio provocado al alma de la persona al lesionar su cuerpo. El cuerpo y el alma son una unidad, y el desprecio de uno, implica también el desprecio del otro.
El Jatam Sofer escribió que éste es el motivo por el cual, nosotros, los hijos de Israel, vacilamos en realizarle la autopsia a los muertos y dañar su dignidad: “todos los gentiles piensan que al separarse el alma del cuerpo, el cuerpo queda sin un hálito espiritual, por lo cual al espíritu lo llaman Zelig (espíritu) y al cuerpo, cadáver, ya que es todo cuerpo, y por ello le realizan la autopsia y no dudan de estar despreciándolo…pero los hijos de Israel creen…que también en su cuerpo, que fue un recipiente para el alma, queda un hálito de espíritu, y se lo trata con respeto (Preguntas y respuesta (responsa) del Jatam Sofer, Ioré Deá, ítem 336). El cuerpo está relacionado con Zelig. No obstante, el Maharam Shik escribió que siempre se debe recordar que respetamos el cuerpo, precisamente por el alma que había en él, y por consiguiente, en determinados casos, se puede realizar la autopsia, a fin de salvar una vida”: es mejor anular el respeto por el alma que residía en el cuerpo, en beneficio del alma de aquel que aún está con vida (Responsa Maharam Shik, Ioré Deá, ítem 347)
El cuerpo humano es sagrado, pero su estatus emana de la santidad de la vida, y no de la santidad de la muerte. El cuerpo sin vida, por sí mismo, es tan sólo un nombre y el recuerdo de un hombre vivo, que poseía espíritu de vida. El respeto que le damos a los cadáveres no es un ritual de muerte, sino una apreciación de la vida.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Perashot" publicado por "Maaliot".