Dentro de esta complejidad, cuando la pequeña Iehudá está rodeada de enemigos que logran detener por la fuerza la construcción, ¿cómo era posible saber, que justamente Dariavesh (Darío) se habría de comportar de un modo tan diferente?
Dentro de esta complejidad, cuando la pequeña Iehudá está rodeada de enemigos que logran detener la construcción por la fuerza, y de cambiar incluso la política general de los derechos autónomos-¿cómo era posible saber, que justamente Dariavesh (I) se habría de comportar de un modo tan diferente?
La respuesta se halla en las palabras de los profetas Jagai y Zejariá, también aquí citados, en los versículos de Zerubabel en el libro Ezrá (Capítulo 5, versículos 1-2; capítulo 6, versículo 14), como quienes condujeron al líder Zerubabel y al Cohen Gadol, Sumo Sacerdote Yehoshua hijo de Iehotzadac, hacia la reanudación de la construcción de la casa de Dios. Los enemigos actuaron inmediatamente a fin de detener la construcción, “pero temían de Dariavesh y enviaron nuevamente “escritos hostiles”.
Los líderes judíos en Ierushalaim, también se dirigieron a Dariavesh, y también ellos propusieron buscar en el archivo de Koresh (“la casa de los archivos”; capitulo 5, versículo 17), a fin de verificar realmente los derechos de los judíos en Ierushalaim. Dariavesh aceptó la propuesta de los judíos, emitió una orden para revisar el archivo que se halla, precisamente en “Ajmata”, la antigua capital de Medea, y gracias a ello sabemos acerca del “escrito memorial” adjunto a la declaración de Koresh, y aquí se produjo el punto de inflexión decisivo (Capítulo 6, versículos 3-12).
Dariavesh le concedió validez absoluta a los compromisos del memorial y le ordenó a “Tatnai, el gobernador de las provincias del otro lado del rio”, el gobernante persa en todas las provincias al sur del Eufrates, y por supuesto, incluidas en ellas Shomrón y Iehudá, ejecutar exactamente todo lo que estaba escrito “en la licencia de Koresh” oculta, a diferencia de la declaración de Koresh publica, en el memorial. El reino persa se comprometió a financiar la construcción de “la casa de Dios en Ierushalaim”, con sus gigantes dimensiones de la época de Shlomó, con tres hileras de piedras grandes y una hilera de madera nueva. ¡Y todo esto, a cuenta del rey! Los retornantes del exilio no se vieron obligados a recaudar donaciones de donantes.
Dariavesh agregó también un presupuesto completo para los gastos del Templo en Ierushalaim, con todas las ofrendas “diarias sin abandonar”, para que puedan servir al Dios de los Cielos, y orar ¡por la paz del rey persa y de sus hijos! Y el punto culminante: Dariavesh emitió una orden especial según la cual, “todo aquel que viole estas instrucciones, el árbol será desarraigado de su hogar y el será colgado en él erguido y su casa será destruida”
Esto es lo totalmente opuesto al relato de Ester-la horca en un árbol, no para salvar a los judíos de la diáspora, sino para la salvación de Iehudá y Ierushalaim y para la construcción del Beit Hamikdash, y para neutralizar toda fuerza que intente atentar en nombre del Dios de los Cielos cuyo Templo se halla en Ierushalaim.
La construcción fue terminada en el año seis de Dariavesh (516 antes de la era común), exactamente, 70 años después de su destrucción, a los tres días del mes de Adar, y escribo al respecto en el año 70 del Estado de Israel independiente, en el año en el cual se registró el reconocimiento norteamericano e internacional de Ierushalaim, como la capital de Israel, en el mes de Adar, 2.534 años después de ese mismo mes de Adar en el cual fue inaugurado el segundo Beit Hamikdash con gran alegría, con ofrendas especiales para todas las 12 tribus de Israel (Capítulo 6, versículos 17-22) y con la celebración del Pesaj y la fiesta de las Matzot (los panes ázimos), como en el éxodo de Egipto.
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Gentileza sitio 929