Una vez cada siete años, al finalizar la “Shemitá”, el Año Sabático, se llevaba a cabo un evento de “Hakhel”, con la presencia de todo el pueblo de Israel. La principal tendencia de este evento era la de elevar la dignidad y respeto de la Torá y sus preceptos, al tener cada uno provecho de dicho encuentro de acuerdo a su respectivo nivel.
La reunión de todo Israel, hombres, mujeres y niños, al final de cada “Shemitá” en la festividad de Sucot, en el momento de la peregrinación, para leer ante ellos las secciones de la Torá que aluden a la fe, el temor, el estudio de la Torá y sus preceptos, es considerada un precepto positivo. La tendencia del evento de “Hakhel”, que se llevaba a cabo, una vez cada siete años, era la de elevar el respeto por la Torá y sus preceptos. No había un evento más distinguido e impactante que éste, y todo el pueblo de Israel participó del mismo, grandes y pequeños, mujeres y hombres, y el más honorable de todos, el rey, leía la Torá ante el pueblo. Y a partir de ello, todos se veían motivados para preguntar: ¿Cuál es el sentido de esta gran convención? Y la respuesta surge por sí misma: “a fin de escuchar los conceptos de la Torá que es lo más importante para nosotros, nuestra majestuosidad y gloria, y por medio de ello, podrán comentar acerca de sus elogiables bondades y su majestuoso valor, y despertará en todos el deseo, y a partir de ese deseo aprenderán a conocer a Dios, y tendrán el mérito del bien y Dios se alegrarán por sus acciones” (Sefer Hajinuj 612).
El evento era sumamente productivo para cada uno de los participantes en él. Aquellos que estaban en condiciones de estudiar y profundizar en los conceptos de la Torá, se sentían motivados para incrementar su estudio. Los que estaban capacitados para escuchar y comprender, se motivaban para prestar atención a fin de escuchar las palabras de Torá y aplicarlas. Los más pequeños que ya estaban en edad de recibir educación judía, prestaban atención para escuchar la Torá, y a raíz de la intensa santidad del evento sentían un enorme deseo y poderoso fortalecimiento para estudiar la Torá y cumplir sus preceptos. Y los más pequeños, también absorbían en sus almas la inmensa cualidad de la Torá, ya que no existe nada más importante que ella, ya que todos se reúnen para escuchar su enseñanza. Y también sus padres se sentían motivados al reconocer la enorme misión que tienen ellos: educar a sus hijos en el camino de la Torá y los preceptos.
También los grandes Sabios que conocían toda la Torá, como así también los conversos que aún no sabían hebreo, tenían el deber de cumplir con el mandamiento, ya que el evento de “Hakhel” es una especie de réplica del evento en el monte Sinai, y todo el pueblo de Israel unido deben sentir y percibir como si en este preciso instante estarían recibiendo la Torá de Dios. Los Sabios dispusieron que sea el rey el que habrá de leer la Torá, para honrar aún más el evento de “Hakhel”. No obstante, incluso cuando no hay un rey o en el caso que su voz fuera débil o que es pequeño, el precepto no se anula, y leerá el referente más importante de Israel, como un dignatario, el Cohen Gadol (Sumo Sacerdote) o el más destacado de la generación.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj y Maor Horowitz, Academia Rabínica "Har Brajá".