Nuestro capítulo es utilizado como la “Haftará” (la porción de los profetas que se lee Shabat tras la lectura de la porción semanal de la Torá) de la Parashá, la sección de Shemot y es algo maravilloso, ya que mientras nuestro capítulo aborda la redención de Israel, he aquí que la Parashá aborda el exilio y la esclavitud. ¿Qué podemos aprender del vínculo entre la Haftará y la Parashá?
Es posible que, precisamente por esta razón fue establecida la “Haftará” de la Parashá (sección) de Shemot: a fin de observar en profundidad y ver también en ella, en la Parashá de Shemot, una imagen de redención. Y, en efecto, una imagen de la redención es descrita por Dios a oídos de Moshé: “He descendido para librarle del poder de Egipto y para hacerle ascender -desde aquella tierra - hacia una tierra buena y amplia, hacia una tierra que fluye leche y miel” (Shemot, capítulo 3, versículo 8); “Los haré ascender a vosotros desde la aflicción de Egipto hacia la tierra del Kenaaní...hacia una tierra que fluye leche y miel” (Shemot, capítulo 3, versículo 17).
A partir de estos versículos, se pueden observar los otros versículos de la “Parashá”, de la sección, y ver también en ellos estaciones hacia la redención. Es decir, el exilio y la redención no son visiones desconectadas entre sí, sino unidas; la redención surge y asoma a partir del exilio. La propia naturaleza del exilio de Egipto da cuenta de ello. Ya que a diferencia de otros exilios, de los “prometidos” en la Torá, que tienen como principio “debido a nuestros pecados fuimos exiliados de nuestra Tierra”, he aquí que el exilio de Egipto, no es contemplado como castigo. El mismo, forma parte del programa de constitución del pueblo y su formación, hasta completarlo. Se infiere de ello que el exilio de Egipto es una estación, tal vez la primera, en la senda de la redención del pueblo. No obstante, dicha idea puede ser planteada a partir de la observación de nuestra “Parashá”, mientras que la combinación de la profecía de la “Haftará” en el marco de la lectura, tiene como propósito plantear una idea adicional.
La Parashá, la sección de la Torá, enfatiza varias veces el tema de la redención del pueblo, pero en las imágenes de la redención futura, ilustradas por los profetas, en particular, en el libro de Yeshaiahu, también hay pasajes sobre la redención del mundo; el pueblo de Israel no es redimido solo, sino que todo el mundo será redimido con él. El nexo entre las dos redenciones se expresa ya en el primer versículo de la Haftará: “En los tiempos venideros se arraigará Iaacov; Israel retoñará y echará flor, y se llenará la haz de la tierra con (su) fruto” (versículo 6).
Del fruto israelita se llenará toda la faz del mundo de producto. La redención de Israel producirá un mensaje de liberación y redención para todo el mundo. Parece que la conexión entre Israel y los habitantes de todo el mundo se gestó en los diferentes exilios. La dispersión de Israel entre las naciones también tiene un beneficio, ya que crea una conexión directa entre los hijos de Israel y el resto de las naciones de la tierra, e incluso cuando los hijos de Israel regresen a su tierra, y se arraiguen en ella de nuevo y broten y den flores y frutos, estos no serán preservados exclusivamente para los hijos de Israel, sino que llevarán su aroma a todo el mundo.
He aquí un aspecto positivo del exilio, que solo una mirada tardía, una mirada que observa desde el tiempo de la redención hacia el tiempo del exilio puede revelar. Y este descubrimiento es importante para aquellos que leen ahora sobre el primer exilio, aquel exilio que no llegó como castigo por un pecado, sino que en su totalidad es una preparación para la redención del pueblo y la redención del mundo.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj.
Cortesía sitio VBM de la Academia Rabínica Har Etzion.