El hombre como siervo de Dios

El hombre como siervo de Dios

El propósito de la creación es honrar y glorificar el nombre de Dios, y el estatus de la persona como un siervo que presta servicio a su amo. Dios se halla en el centro del mundo y la persona es la que debería servirlo y reconocerlo.

Hay dos elementos que se hallan en la base del cumplimiento de los preceptos por nuestra parte-uno es la obediencia a una autoridad superior que nos impone su autoridad, mientras que el segundo es la realización de acciones que es de suponer que nos benefician o abstenernos de las acciones que pueden llegar a afectarnos. Un enfoque señala una relación de amo-siervo.

El segundo enfoque, a diferencia de este, supone que el imperativo fue dado a partir del amor de Dios a sus criaturas y fue dado a fin de beneficiarlas desde la perspectiva  de la cualidad del temor reverencial cuyo lema es “les impuso la montaña cual si fuera una tina”, la persona está comprometida con la orden, aún sin comprender su razón, y por ende, resulta más que suficiente destacar el hecho de que El Misericordioso dijo hagan sonar el Shofar (Rosh Hashaná 16a). No obstante, desde el punto de vista de la virtud del amor, buscamos las razones, ya que el logro deseado es el que le otorga sentido al precepto.

Estos dos sistemas son bien conocidos por Yesaiahu. En capítulos posteriores, dará una expresión muy fuerte al principio de cercanía e intimidad entre Dios y su pueblo. En los capítulos 43-44 y en los capítulos adyacentes, hay una expresión integral y fundamental del principio de la realeza. Con esto comienza la Haftará (la porción de los profetas) para la parashá, sección de Vaikrá, que comienza en nuestro capítulo - "Este pueblo que formé para mí; para que cuenten mis alabanzas" (capítulo 43, versículo 21) - se repite en su centro, tanto en términos de la estructura y ubicación de los versículos como en el enfoque temático de la Haftará - "Así dice el Señor, el Rey de Israel, y su Redentor, el Señor de los ejércitos:" Yo soy el Primero y Yo el último, y fuera de Mí no hay Dios." (capítulo 44, versículo 6) - y se triplica en su conclusión - "¡Acuérdate de estas cosas, oh Iaacov, e Israel, porque tú eres Mi siervo! ¡Te he formado, Mi siervo eres tú; oh Israel, tú no serás olvidado de Mí!" (capítulo 44, versículo 21).

Como se puede ver claramente, el hombre está sometido a Dios y se supone que debe actuar para Él. La misión del hombre es contar las alabanzas de Dios, y esto no es solo una tarea que se le ha impuesto, sino también se da porque está sometido a su Creador. Como Yeshaiahu ya lo estableció al comienzo de ese mismo capítulo: "a cada uno que es llamado de Mi nombre, y a quien Yo he creado, he formado y he hecho en honor Mío" (capítulo 43, versículo 7). El propósito de la creación es la gloria de Dios y dar alabanza a Su nombre, y la posición del hombre es como un siervo que sirve a su Amo. Dios está en el centro del mundo y se espera que el hombre le sirva y lo reconozca.
 

Editado por el equipo del sitio del Tanaj

Cortesía sitio VBM de la Academia Rabínica “Har Etzion”

 

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