¿Por qué el pueblo de Israel se apoya en aquel que lo golpea? ¿Por qué tendemos a apoyarnos, a solicitar ayuda y a ser dependientes de aquellos que desean nuestro mal y nos atacan?
Nuestro capítulo (a partir del versículo 5) describe un procedimiento conocido en la profecía: Dios envía a un pueblo, en este caso Ashur, a fin de castigar a Iehudá por sus pecados. El pueblo hace lo suyo con suma alegría y con una notable excelencia, y Dios lo castiga por ello y salva al remanente del pueblo.
En el marco de esta descripción, figura un versículo un tanto raro: “Y acontecerá en aquel día que no volverán más los que quedaren de Israel, y los escapados de la casa de Iaacov, a apoyarse en aquel que los hiere, sino que se apoyarán en el Señor, el Santo de Israel, con verdad” (versículo 20). ¿Por qué el pueblo de Israel se apoya en aquel que lo golpea? ¿Por qué tendemos a apoyarnos, a solicitar ayuda y a ser dependientes de aquellos que desean nuestro mal y nos hacen daño?
Parece que, lamentablemente, este fenómeno es también conocido en la sociología de los seres humanos y aparentemente, también en los procesos de grupos y pueblos. No hay nadie más fuerte que aquel que golpea. La persona o el pueblo golpeado tienen la esperanza de que llegue el día en el cual dejará de golpear y utilizará su fuerza para defenderlos, pero el golpeador, continúa en la suya.
Yeshaiau le promete al pueblo que llegará el día en el cual el pueblo realmente creerá que tiene en quién confiar-en Dios. Tal vez, la fe en Dios le concederá al pueblo fuerzas y también él podrá defenderse y confiar en sí mismo, gracias a la fuerza de Dios.
Y principalmente, se infiere que, a partir de la lectura de la dinámica del pueblo, ayer y hoy, en realidad, no hay nada nuevo bajo el sol.
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