La Torá se extiende mucho en la descripción de las ofrendas de los dignatarios a fin de manifestar los deseos personales de cada dignatario. No obstante, en el final de la lista resume todas las ofrendas a fin de enfatizar la actividad pública compartida.
La Torá se extiende en la descripción de las ofrendas de los dignatarios, y reitera en doce ocasiones el detalle de todos los sacrificios. Este detalle repetido y recurrente está hecho con simpleza, y como lo explicó el Rambán, a fin de no ofender a ninguno de los dignatarios ni de las tribus en su dignidad.
Pero, al final del capítulo la Torá repite y resume todos los sacrificios-“fuentes de plata, doce; aspersorios de plata, doce; incensarios de oro, doce…” (Versículo 84). Aquí ya no resulta suficiente darnos por satisfechos con la explicación de la dignidad de cada tribu, y vuelve a asomar el interrogante: ¿Para qué se requiere esta lista como síntesis? ¿Acaso no podemos hacer el cálculo por nuestra cuenta?
Parece que la Torá quiso precisamente enfatizar la combinación correcta entre la lista de los dignatarios repetida y la lista de síntesis. El Rambán ya señaló que a pesar de que los dignatarios trajeron ofrendas idénticas, desde todo aspecto, por naturaleza, cada uno tenía su propia explicación para el significado del sacrificio: “porque cada uno de los dignatarios pensó en traer una ofrenda para la inauguración del altar en ese sentido, pero Najshón pensó en otro sentido y cada uno de los dignatarios pensó en su propio sentido”.
Así, la Torá enseña un fundamento importante en la cuestión del equilibrio entre el individuo y el colectivo: hacia afuera, el pueblo de Israel se comporta como público, y el resaltar la excesiva individualidad es considerada defectuosa; sin embargo hacia adentro, hay un espacio amplio para que cada persona exprese su personalidad y sus pensamientos de un modo particular
Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Nekudat Ptijá" publicado por el Instituto "Tzomet".