Preguntas
• ¿Por qué los cohanim debían asearse antes de servir en el tabernáculo?
• ¿Por qué los sacerdotes debían vestir estas vestimentas específicas?
• ¿Por qué debían ser ungidos con aceite?
• ¿Por qué debían apoyar sus manos sobre el animal ofrendado?
• ¿Por qué la sangre debía ser vertida sobre el altar?
• ¿Por qué los sacerdotes debían ser salpicados con la sangre de la ofrenda en el oído y en el pulgar?
Respuestas
Con respecto a los detalles de la forma en que debemos servir a Dios, debemos saber que lo que está escrito aquí no sólo nos habla de cómo fue la inauguración del tabernáculo, sino que también nos viene a enseñar cómo debe ser el servicio a Dios.
En esta Parashá se especifica que los sacerdotes debían asearse antes de servir en el tabernáculo. Esto nos enseña que el servicio a Dios debe hacerse en estado de pureza. No puedo servir a Dios si estoy impuro, ya sea física o moralmente.
Las vestimentas de los sacerdotes, además de que eran ropas especiales y de honor, también hacen alusión a nuestra pertenencia al ejército de Dios, es como el uniforme de los que sirven a Dios. Más específicamente el Tzitz - la corona con el nombre de Dios y el Tejelet la vestimenta de color celeste.
Los cohanim debían ser ungidos con aceite, esto simboliza que están en un estatus elevado (así se ungían a los reyes y los profetas), y debían servir con buen rostro, de buena gana (el aceite hacía que la piel brille).
De las acciones que se debían hacer con las ofrendas también nos insinúan cómo debemos servir a Dios.
Se debían apoyar ambas manos sobre la cabeza del animal, de esto aprendemos que debemos estar dispuestos a someternos y recibir sobre nosotros el yugo Divino.
La sangre de la ofrenda era vertida sobre el altar, de esto aprendemos la profundidad del pacto con Dios, es un pacto de sangre, un compromiso desde lo más profundo de nuestro ser.
Los sacerdotes eran salpicados con la sangre en su pulgar y en su oreja, esto refleja la fidelidad y obediencia para hacer tal como Dios lo ordenó. El oído representa el escuchar, obedecer, el dedo representa la acción.
Los sacerdotes debían estar dentro del santuario durante siete días. De aquí aprendemos la dedicación y constancia en el servicio a Dios.
También es importante saber que el servicio a Dios no necesariamente debe ser ostentoso, la cantidad no es lo importante, Dios exige lo mínimo, no hacen falta animales grandes, sino que alcanza también con un puñado de harina, y aun ese poco que requirió, se ofrece la mitad a la mañana y la otra a la tarde. Lo importante no es la cantidad sino el corazón del que lo entrega.
En conclusión: Todos estos puntos nos enseñan en conjunto cómo debemos estar delante Dios y en qué forma servirlo. Con pureza física y pureza moral. De buena gana y con sometimiento exclusivo a Dios. Con compromiso interior, con fidelidad, obediencia y dedicación constante. Sin ostentar y con entrega de corazón.