El libro de Ester presenta a un rey con un enorme poder de gobierno, que de hecho, no controla absolutamente nada, sino que se halla sometido a las leyes de su reino, y a otras persona. La estructura del libro de Ester incluye un marco y una trama:
El marco (comienzo del capítulo 1 y capítulo 10) describe el poderoso reino del rey Ajashverosh;
La trama es la guerra de Hamán contra Mordejai y Ester.
El marco del relato, que destaca de un modo tan festivo la magnificencia de la grandeza del rey, se halla en un contraste irónico contundente con el contenido de la trama desarrollada en él.
El autor del Relato de Estere infla este globo denominado rey Ajashverosh a dimensiones extraordinarias, cósmicas; pero todo ello a fin de que estalle en sí mismo a partir de la secuencia irónica de los acontecimientos.
En el principio, era el rey el que reinaba. Pero de inmediato escuchamos acerca de la vigencia de su reinado y de cómo se lleva a cabo. Al inicio queda claro que el rey poderoso, cuyo reinado gobierna sobre todo, no gobierna ni siquiera sobre su mujer; e incluso en su hogar no ejerce el poder. A continuación, surge el fenómeno recurrente a lo largo de todo el camino, que este rey poderoso no hace nada por su propia iniciativa, y siempre queda supeditado a su entorno. Y desde que fue elevada la propuesta, el rey la acepta inmediatamente: “Y envió cartas a todas las provincias del rey, de provincia en provincia, conforme a la escritura de ella, y de pueblo en pueblo, conforme a su lengua, ordenando que todo hombre sea señor en su propia casa, y hable según el lenguaje de su pueblo (no del pueblo de su esposa)“ (Capítulo1, versículo 22). Y ya aquí, en el episodio de Vashtí, asoman los lineamientos del reinado de Ajashverosh: el mismo rey, como una personalidad con voluntad y contenido, no es nada; el gobierno y la grandeza son modales convencionales del reinado, para sus símbolos externos. El propio rey es el primer súbdito de su reino: “Después de estas cosas, cuando se hubo calmado la ira del rey Ajashverosh, se acordó de Vashtí y de lo que ella había hecho, y de lo que se había decretado contra ella“(Capítulo 2, versículo 1). No está citado “lo que él decretó” sino “lo que se le había decretado a ella”; ya que en efecto, ahora, cuando superó el estado de enojo, el rey desea nuevamente a su hermosa esposa; pero “cualquier escritura que está escrita en el nombre del rey, y sellada con el anillo del rey, no se puede revocar“(Capítulo 8, versículo 8), y el verdadero deseo de Ajashverosh queda anulado frente al poder de su reinado.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj.
El artículo completo se halla en la revista “Megadim”, de ediciones “Tevunot”.